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1. INTRODUCCIÓN.
Hace tiempo pude ver una película de la serie
Alien (Alien 2). Recuerdo una escena en la que los humanos,
dentro de una estación espacial, trataban de defenderse
de los “alien” con ametralladoras operadas por control
remoto a través de unos ordenadores. Pues bien, estos
ordenadores concebidos en el año 1986 como algo totalmente
futurista, propios una época de viajes interplanetarios,
hoy resultan totalmente anticuados. La realidad ha
superado una vez más a la ficción, en este caso a la cienciaficción.
Si las prodigiosas imaginaciones que crearon estas
películas no pudieron concebir unos ordenadores, ni siquiera
parecidos al que uso para escribir estas líneas, me pregunto
si nosotros, mucho menos imaginativos, podremos conocer el
futuro de nuestra alimentación. Probablemente nos equivocaremos
al hacer predicciones, pero estamos obligados
a intentar adelantarnos, en la medida de lo posible, para
que el tiempo no nos arrolle con su vertiginosa velocidad.
Hace apenas unos meses viajé a León donde me dieron
unas manzanas reinetas, pequeñas, feas, algunas picadas
por los insectos y otras con tijeretas dentro. Hacía no se
cuantos años que no había comido unas manzanas tan
deliciosas. Realmente pensé que había olvidado por completo
el sabor de unas manzanas naturales recolectadas
en su sazón.
Con estos dos ejemplos quiero decir primero que el
futuro en parte ya esta aquí, y que además: “el futuro no
es lo que era” y estos cambios también afectan nuestra
alimentación.
En esta situación, de cambios vertiginosos, hay dos
factores fundamentales en la alimentación de las personas: el instinto por alimentarse y el medio en que vivimos,
algo que en este caso podrimos denominar: cultura. Ambos aspectos son inseparables.
Grande Covian decía que es más fácil cambiar de religión
que de dieta. Y no le faltaba razón; en parte ello es debido
al hecho de que cultura y alimentación van unidas. La alimentación
de una persona es producto de la interacción del
individuo con su tendencia natural a alimentarse (ya sea
por necesidad o placer), por una parte y la disponibilidad
de alimentos que encuentra a su alcance por otra. Este
concepto de disponibilidad es de capital importancia, todos
tenemos a nuestro alcance garbanzos, pero no disponemos
de un cocido. Para tener un cocido es necesario realizar
una planificación para comprar los ingredientes adecuados,
que no son pocos, poner los garbanzos a remojo el día
anterior y cocerlos en la olla el tiempo necesario sin perderlos
de vista, luego habrá que separar la grasa, el caldo etc…
Perdón, hay una excepción en la disponibilidad del cocido:
ir a comer el cocido a casa de la abuela. Pero lamentablemente
la abuela no nos puede hacer cocidos indefinidamente.
Desgraciadamente, el cocido es parte de una cultura
en peligro de extinción: la cultura de nuestras abuelas y
madres que disponían de los ingredientes naturales, próximos
al lugar de producción, en su sazón y sobre todo del
tiempo y el cariño necesario para prepararnos estas comidas
tan suculentas y nutritivas. Cada vez más los hombres
y mujeres de nuestro tiempo están ocupadas con trabajos
que no les dejan tiempo más que para atender, con sobrado
esfuerzo, a su familia y por ello la compra y preparación
de los alimentos es un trámite más de esta apretada existencia
que nos impone este cambio de vida y cultura. Por
ello, todos los alimentos que simplifiquen esta tarea tendrán
buena acogida en el mercado.
Si a ello se suma el valor añadido de estos alimentos para el
productor y fabricante es fácil comprender que la tendencia
es a un aumento exponencial, como muestran las estadísticas
del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
(MAPA) o los datos de consumo en algunos países europeos
como Inglaterra, donde la venta de estos productos alcanza
casi la mitad del conjunto de todos los alimentos. En esta
línea baste también recordar los productos que encontrábamos
en un supermercado en el año 1975 y los que
encontramos ahora.
Este cambio de cultura lleva unido inseparablemente
modificaciones en los hábitos alimentarios; es la razón de
los cambios en la dieta mediterránea y también, este cambio
cultural es el responsable del aumento en la prevalencia de
obesidad infantil. Es imposible cambiar una cultura, al
menos en el tiempo que dura una vida y por ello lo único
que podemos hacer es adaptarlos lo más inteligentemente
posible.
En esta aceleración de la vida que los tiempos nos
imponen, el tiempo dedicado a la cocina es cada vez
menor y por ello es necesario recurrir a los alimentos “listos
para comer”.
Tradicionalmente esto se ha conseguido con
los embutidos, fiambres y conservas, pero en los últimos
años han irrumpido en el mercado los productos precocinados
que facilitan la elaboración de las comidas y permiten
almacenar en casa gran variedad de alimentos sin necesidad
de hacer la compra todos los días. Estos productos, no
necesariamente implican u obligan a realizar una dieta
inadecuada. De hecho estos precocinados de verduras
congeladas nos facilitan comer verduras casi frescas como
guisantes, judías, alcachofas etc como alternativa a
embutidos u otros productos menos saludables y las
legumbres cocidas acortan el tiempo de preparación
permitiendo preparar una ensalada de lentejas o garbanzos
a volapié.
Sin embargo la complejidad de los precocinados va en
aumento y cada vez se producen platos cocinados más
elaborados como tortillas de patatas, pizzas, canelones,
pimientos rellenos, carnes estofadas, pollos al curri, escabeches
etc que incorporan en su receta varios ingredientes
que en muchas ocasiones no se especifican adecuadamente.
Ello hace que ni siquiera un experto en nutrición pueda
establecer con seguridad si algunos precocinados son
buenos para la salud en general o para un paciente
en particular, ya que al mezclarse productos diferentes
es imposible conocer el resultado final, ya que en muchas
ocasiones, la mayoría, la etiqueta no ofrece la información
necesaria y debemos deducir o adivinar la posible composición
(véanse los capítulos 1 y 3).
En esta situación de cambio en el medio ambiente ha
provocado, junto con la inactividad, una epidemia creciente
de obesidad que además afecta sobre todo a los niños. La
importancia para la salud pública de este problema puede
ser enorme por el aumento de la diabetes, cardiopatía
isquémica, hiperlipemia, hipertensión, artrosis, cáncer,
etc…
Aunque la legislación garantiza la calidad de estos productos
en cuanto a aspectos microbiológicos, de aditivos y
contaminantes, resulta paradójico que la legislación actual
no sea más exigente con los datos de etiquetado donde se
especifiquen claramente los ingredientes y la composición
nutricional para que los usuarios o al menos los expertos
puedan saber si un alimento es mejor o peor que otro en
determinadas personas.
En el mercado americano hay disponibles unos 5.000
productos crudos y el número de productos elaborados
asciende a más de 20000. Hay datos precisos sobre la
composición de alimentos crudos, pero son más escasos
los datos sobre precocinados.
Aunque en España no se llega a este punto nos indica cuál
es la tendencia. En EEUU los requisitos de etiquetado y
composición nutricional son más rigurosos que en Europa
y ellos disponen de datos de composición de la mayoría de
sus productos.
Por todos estos aspectos seria deseable un acuerdo entre
la industria alimentaría, y las instituciones (Ministerio de
Sanidad, Agricultura, etc) para mejorar la composición de
estos productos (que muchos de ellos ya lo son) y sobre
todo ofrecer mejor información a los consumidores y
profesionales de la salud.
En este libro hemos tratado de ofrecer la información
existente sobre los alimentos precocinados donde la escasez
de datos dificulta dar una información precisa, pero en
este terreno, con muchas áreas desconocidas, hemos procurado
dar al lector: por una parte tranquilidad en lo que
es seguro, aunque no lo parezca tanto (P.E. fritos, contenido
en vitaminas…etc) y por otra enseñar como leer la etiqueta
de los productos precocinados, una tarea nada fácil. En el
tercer capítulo se hace una revisión sobre las observaciones
que deben tener en cuenta las personas con alguna enfermedad
en las que influye el consumo de estos alimentos.
Por último quería agradecer a la Consejería de Sanidad
y Consumo de la Comunidad de Madrid esta importante
iniciativa, recopilar en una obra ambiciosa una información
no ya necesaria, sino más bien imprescindible en el ámbito de la Salud Pública. Todos podemos modificar factores
de riesgo para desarrollar algunas enfermedades
como elegir entre fumar o no fumar, tomar bebidas alcohólicas
o no y así sucesivamente; pero ninguno de nosotros
puede elegir entre comer y no comer.
2. ALIMENTOS PRECOCINADOS. DEFINICIONES Y CLASIFICACIÓN.
2.1. Los alimentos de conveniencia.
Los patrones de consumo alimentario en España se han
modificado sustancialmente en los últimos años, como
consecuencia de la demanda y las inquietudes de los consumidores
y siguiendo las tendencias que, con alguna
anterioridad se manifiestan en otros países como Estados
Unidos, Francia o Gran Bretaña. Una de estas nuevas
tendencias emergentes es la aparición y uso cada vez más extendido de alimentos de conveniencia, que responden a
una necesidad de disminuir el esfuerzo y el tiempo empleado
en la preparación de los alimentos. La conveniencia está
relacionada con múltiples aspectos, no sólo con el tiempo
empleado en la cocina, sino también con el tiempo y
esfuerzo (mental y físico) usado en la compra, el almacenamiento,
la preparación y el consumo de los alimentos.
Así, los alimentos de conveniencia pueden ser definidos
como cualquier plato total o parcialmente preparado, en
el que una parte significativa del tiempo, la energía o la
habilidad culinaria es asumida por el fabricante, el procesador
o el distribuidor de los alimentos, liberando de esta
tarea al ama de casa o el consumidor. Son alimentos de
conveniencia los platos preparados, los alimentos precocinados
y toda una nueva gama de productos mínimamente
procesados.
El mercado alimentario nos ofrece en la actualidad
productos de conveniencia en diferentes formatos, sometidos
a un mayor o menor grado de procesamiento. Por lo
general, se clasifican en productos de primera gama,
segunda, tercera, cuarta y quinta.
Los productos de primera gama son los más tradicionales,
entendiendo como tales los alimentos frescos y los que
han sido conservados mediante métodos de conservación
como el secado, la salazón o la fermentación.
Los productos de segunda gama son aquellos que han
sido sometidos a un tratamiento térmico para su conservación,
normalmente una esterilización a temperatura por
encima de los 100ºC, y se han envasado en recipientes
adecuados y herméticamente cerrados, ya sea latas o
envases de vidrio. Su periodo de caducidad suele ser prolongado
(meses o incluso años). Se trata de las llamadas comúnmente conservas. En su preparación, los productos
alimenticios se limpian, pelan, trocean y se sumergen en
una solución de cobertura, que suele ser una solución salina,
y se envasan.
Posteriormente se esterilizan utilizando temperaturas
que superan los 100ºC durante tiempos prolongados.
El tratamiento térmico de conservación supone
siempre una forma de cocinado, así que formando parte
de este grupo podemos encontrar las conservas de un solo
producto y algunos platos preparados. En el primer caso el
consumidor encuentra un producto ya casi elaborado que
puede combinar con otros alimentos, sazonar y dar un último toque de sabor. Sirva como ejemplo una lata de
guisantes. Los platos preparados y esterilizados son productos
de larga conservación, almacenados a temperatura
ambiente, que únicamente requieren un calentamiento
para su consumo. No obstante, no todos los productos
pueden ser sometidos al proceso de esterilización, ya que la aplicación de altas temperaturas durante tiempos relativamente
largos da lugar a cambios sustanciales en las
propiedades de los alimentos. Los platos a base de leguminosas,
como la fabada, el cocido, las lentejas, son los platos
preparados con mayor éxito entre los productos de este tipo.
Los productos de tercera gama son los productos conservados
mediante la aplicación de frío, bien congelación
o ultracongelación. La congelación a temperaturas por
debajo de los –18ºC es uno de los métodos de conservación
que proporciona alimentos con propiedades muy similares
a los productos frescos, pero cuya vida útil se prolonga
durante meses. La producción continua de frío y su aplicación
en la industria alimentaria, iniciada en el siglo XIX,
y su posterior traslado al mundo doméstico ha supuesto
una verdadera revolución en el mercado alimentario.
Como productos congelados podemos encontrar productos
simples (pescado, carnes, hortalizas y verduras) y platos preparados
o semipreparados. En este último caso las posibilidades
son múltiples: croquetas, pescados rebozados,
patatas prefritas, pizza, platos dietéticos, pan, productos
de bollería, verduras salteadas, arroces. En la mayor parte
de los casos, los platos son sometidos a un precocinado
que no es completo, se congelan y para su consumo suele
ser necesario completar el tratamiento culinario.
Los productos denominados de cuarta gama son alimentos
frescos, limpios, pelados, troceados y envasados
para su consumo inmediato. Son productos que no han
sido sometidos a tratamiento térmico alguno, por lo que
deben mantenerse en refrigeración y su periodo de caducidad
es corto (alrededor de 7 a 10 días). Se suelen envasar
en bandejas, tarrinas y bolsas, que además de servir como sustento del alimento, sirven para prevenir su contaminación
y facilitar su conservación. Se pueden envasar en atmósferas
modificadas, un método para prolongar la vida útil
de los alimentos refrigerados, que consiste en reducir la
concentración de oxígeno en el envasado del alimento,
con lo cual se inhibe el crecimiento de los microorganismos
y se reduce la respiración de los productos, enlenteciéndose
así los procesos que alteran el alimento. De esta forma se
dispone de productos para consumo en fresco, fáciles de
utilizar por el consumidor. Son alimentos mínimamente
procesados. Hasta finales de los años 80 no empezaron a
comercializarse en España, aunque actualmente ya empiezan
a encontrase en muchos hogares, sobretodo en los
grandes núcleos de población. No todos los alimentos sonadecuados para su presentación como cuarta gama; los
productos más idóneos son las hortalizas (lechugas, zanahorias,
tomates, espinacas, rábanos, espárragos, ajos, alcachofas,
apios y puerros) y, en menor medida, algunas frutas
como sandías, naranjas o manzanas.
Finalmente, los productos más novedosos son los denominados
de quinta gama. Son alimentos ya cocinados,
que se comercializan envasados y refrigerados. Para su
consumo se requiere un calentamiento previo, en horno
normal o en microondas, sin necesidad de grandes manipulaciones
y muchas veces en el propio envase. Su fecha
de caducidad es mayor que los de cuarta gama (aproximadamente
2 ó 3 meses). Suelen comercializarse envasados,
normalmente en atmósferas modificadas o al vacío para
prolongar su vida útil. Una aproximación son las pizzas precocidas,
refrigeradas, listas para su consumo tras un horneado
de menos de 10 minutos.
Los alimentos de cuarta y quinta gama, que son los que
se presentan preparados para su consumo inmediato e
intentan simular la presentación en fresco o la cocina tradicional,
son los productos que están experimentando una
mayor expansión en la actualidad. Este rápido crecimiento
es debido al avance de los nuevos hábitos de consumo,
que demandan productos cada vez más elaborados, envasados
y que conservan sus propiedades y su frescura.
Responden a las necesidades del nuevo consumidor, básicamente
de perfil urbano, con menos tiempo para cocinar,
mayor poder adquisitivo y que, para un consumo puntual
o más frecuente, deposita su confianza en un preparado
de caducidad corta. Son productos generalmente de
mayor coste que sus análogos congelados o conservados
mediante esterilización, pero cuentan con una mayor imagen
de calidad y con una presentación que se aproxima más al
producto elaborado en el hogar, de mayor frescura y, en
general, con mejor imagen que los congelados o las
conservas.
Así, un simple guisante pueden presentarse en formato
fresco (primera gama), precocido y enlatado (segunda
gama), escaldado y congelado (tercera gama), en fresco
pero desenvainado, limpio y envasado (cuarta gama) o
formando parte de un plato preparado de carne con
verduras, envasado y refrigerado, listo para su consumo
tras un calentamiento (quinta gama).
Además de los alimentos que se comercializan preparados
y en los distintos formatos descritos anteriormente, existe
en el mercado la posibilidad de adquirir alimentos cocinados,
normalmente por el distribuidor, en los establecimientos
de restauración. Muchos restaurantes, además de ofrecer
el servicio tradicional, cuentan con la opción de adquirir
los alimentos cocinados para su consumo fuera del servicio
de restauración incluyendo, en muchos casos, el transporte
de los mismos al hogar. En esta situación, los alimentos
son todos de caducidad muy corta y pensados para ser
consumidos inmediatamente después o en el mismo día en
el que son adquiridos. Se envasan simplemente en tarrinas
plásticas, cajas o incluso bolsas.
2.2. Pequeña historia y evolución del consumo de alimentos precocinados.
Probablemente la primera aparición de alimentos elaborados
o precocinados respondió a una necesidad de
conservar el alimento, más que al desarrollo de un producto
de conveniencia para un consumidor escaso de tiempo.
Valga como ejemplo una carne o un pescado ahumado: el
hombre prehistórico ya conocía el ahumado, posiblemente
porque se percató de que al exponer los alimentos que
almacenaba en las cuevas al humo de los hogares, estos
productos modificaban sus propiedades sensoriales,
adquirían propiedades también muy palatables y, lo másimportante, conservaban sus propiedades durante más
tiempo. Además, cuando por experimentación comprobaron
que no enfermaban al consumir el alimento, comenzaron
a hacer un uso voluntario y consciente del sistema de
cocinado y conservación conocido como ahumado.
También perseguía el hombre evitar el deterioro de
estos elementos tan preciados y tan perecederos cuando
diseñó el sistema de conservación por tratamiento térmico.
Generalmente se admite que este tipo de procesado se
inventó en la transición del siglo XVIII al XIX, cuando
Nicolás Appert, confitero francés, comprobó que los alimentos
calentados en recipientes sellados se podían conservar durante largo tiempo si el recipiente no se abría.
Los científicos de aquella época, desconocedores de la
existencia de los microorganismos, explicaron el éxito de
Appert diciendo que de una forma mágica y misteriosa el
aire se combinaba con el alimento evitando la putrefacción.
Evidentemente, eran ajenos a lo que en realidad
ocurría. Medio siglo más tarde, Pasteur descubrió la existencia
de diminutos organismos vivos que habitaban en el
ambiente, los alimentos, las aguas o el suelo. El tratamiento
térmico que aplicaba Appert destruía a estos microorganismos
y esto era la explicación del éxito de sus productos.
Desde entonces, aunque introduciendo sucesivas mejoras
tecnológicas, se han venido esterilizando un buen número
de alimentos por este procedimiento. Hoy en día distinguimos
dos tipos de tratamientos térmicos: la esterilización,
que destruye la totalidad de los microorganismos
presentes en el alimento y da lugar a productos de vida útil larga, y la pasteurización, que aplica temperaturas
algo más bajas y no destruye todos los microorganismos,
pero si elimina todos aquellos que pueden ocasionar una
enfermedad en el hombre.
Desde estas pequeñas reseñas históricas hasta nuestros
días se ha ampliado enormemente la oferta y la demanda
de alimentos conservados y preparados para una mayor
conveniencia del consumidor. Las últimas dos décadas han
sido especialmente prolíficas.
Una de las fuentes más completa de datos sobre consumo
alimentario español es el Panel de Consumo
Alimentario. Este estudio se desarrolla a través del
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación desde
1987 y su objetivo principal es el conocimiento de la
demanda directa de alimentos en España, analizado a través
de los datos de adquisición de alimentos en los hogares, en
los servicios de hostelería y restauración comercial y en
diferentes instituciones, como establecimientos de enseñanza,
sanidad, centros de mayores, centros penitenciarios,
centros del ejército o comedores de empresa.
Anualmente publican sus resultados en forma de monografías“La Alimentación en España” y también pueden
consultarse los datos preliminares más recientes a través
de la página web del Ministerio. Los datos de consumo de
alimentos preparados que se muestran a continuación
proceden de este estudio.
En el año 2004, según los datos provisionales publicados
por el Panel de Consumo Alimentario, el gasto total en
Alimentación alcanzó los 74.752 millones de euros (12,44
billones de pesetas). La mayor parte de este gasto, el
72,5% se realizó en los hogares, mientras que el 25,7% se
produjo en los servicios de hostelería y restauración y el
1,8% en las instituciones. El gráfico 1 muestra porcentualmente
en qué alimentos nos gastamos ese dinero: la
carne, los productos de la pesca, la leche y sus derivados,
el pan y las frutas y hortalizas frescas justifican la mayor
parte del gasto en alimentación, pero en el año 2004 ya
dedicamos un 2,3% del gasto en alimentación en platos
preparados, cifra similar al dinero que destinamos a la
adquisición del aceite de oliva, el café, las frutas y hortalizas
transformadas o las bebidas de alta graduación.
El consumo per cápita de platos preparados a nivel nacional en el año 2004 ascendió a 11,04 kg, lo que supone un aumento del 12,7 % respecto al año anterior. El consumo de frutas y hortalizas transformadas alcanzó los 17,69 kg per cápita (un 4,6% más que en el año 2003) y el consumo de caldos preparados se situó en los 0,24 kg per cápita, ascendiendo un 3,9% respecto a la cifra del año 2003. Los tipos de platos preparados más consumidos son las sopas y cremas, seguidas de alimentos cuyo componente fundamental es la carne, las pizzas, los platos a base de pescado y, por último, los platos preparados de verduras. En el grupo de las hortalizas y frutas transformadas, el tomate es elmás empleado, bien en forma de tomate frito listo para su consumo o en forma de tomate natural envasado pelado y entero o triturado. También se consumen verduras y hortalizas congeladas y frutas, verduras y hortalizas conservadas mediante otros sistemas de conservación (refrigeración o esterilización).
El consumo de platos preparados en España, en su conjunto, ha estado aumentando de forma continuada en los últimos años y se mantiene como uno de los segmentos de mercado más dinámicos de la alimentación española, con tasas de crecimiento anual de dos dígitos normalmente (Figura 6). A partir de 1997 es cuando se inicia el incremento continuado en el consumo de platos preparados en España. En 1987 cada español consumía, de media, 2,6 kg de platos preparados por año. En el 2003, el consumo per cápita de alimentos preparados alcanzó los 10,1 kg por año, lo que representa un aumento del 288,1 %.
Aunque el mercado de alimentos de conveniencia, listos para su consumo con una mínima preparación, es un mercado indudablemente en expansión, el consumo de platos preparados en los hogares españoles aún es reducido en el conjunto de la alimentación española. Sólo un 2,7 % del gasto total en alimentación de los hogares españoles se dedicó a este tipo de platos en el año 2003. Este hecho refleja que en este tipo de preparaciones culinarias el desarrollo y las opciones siguen siendo limitadas y refuerza la idea de que la alimentación en España es todavía tradicional comparada con la de otros países europeos. Estos productos son relativamente nuevos en el mercado español, aunque en otros países europeos como Francia y Gran Bretaña el consumo es más alto y su tradición mayor. En el año 2002, el mercado de platos preparados alcanzaba, en los principales países europeos (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España), los 6.680 millones de euros en valor total de ventas. En Gran Bretaña, en el mismo año, el valor de ventas alcanzaba los 2.700 millones de euros, el doble que el total de ventas en Francia y seis veces más que en España (Figura 7).
2.3. ¿Por qué surgen y triunfan los alimentos precocinados?
Para la mayoría de los expertos, las verdaderas causas
de la aparición de cualquier nuevo producto son las
actuales demandas de los consumidores, muy diferentes a
las que existían hace unos años. En la actualidad los alimentos
tradicionales han dejado paso a nuevas tendencias
que poco tienen que ver con la necesidad básica de alimentarse
y sí con otros aspectos como la nutrición, la
salud y el bienestar e, incluso, con aspectos relacionados
con la comodidad, la estética o la diversión.
En el caso concreto de los alimentos de conveniencia,
los hábitos de vida, la falta de tiempo y la incomodidad
para la preparación de determinados alimentos ha dado
lugar a que la población demande productos listos para su
consumo de una manera sencilla y cómoda y que sean
nutritivos, sin tener que recurrir a la comida rápida, que
no dispone de muchas posibilidades de elección. Son
especialmente útiles en los hogares en los que todos los
adultos trabajan fuera de casa y que llegan, al final del
día, sin ganas de cocinar, pero que al mismo tiempo desean
la tranquilidad y la comodidad de comer en casa.
Según algunos autores, el principal determinante de la
aparición de los alimentos precocinados en el mercado
alimentario ha sido la incorporación de la mujer a la vida
laboral fuera del hogar. Este hecho motiva falta de tiempo
en el hogar para la compra, almacenamiento y preparación
culinaria de los alimentos. Además, la incorporación de la
mujer al trabajo fuera del hogar conlleva un aumento de la renta de los hogares, lo que les permite acceder con más
facilidad a productos con mayor valor añadido. Muchos
consumidores son conscientes de que han de pagar más
por los platos preparados, pero están dispuestos a pagar
por el valor añadido de la conveniencia. El nivel de estudios,
factor que guarda relación directa con el nivel de
renta, es otro de los factores que afectan positivamente al consumo de platos preparados.
Ya sea por la incorporación de la mujer a la vida laboral
o por cualquier otra causa, muchos consumidores carecen
de conocimientos culinarios. Necesitan, por ello, de una
comida preparada o de un conjunto de alimentos semipreparados
con los cuales se pueda hacer fácilmente una
comida y no ingredientes para cocinar. Falta de tiempo y
falta de conocimientos culinarios son los dos grandes aliados
del mercado de platos preparados.
Otro importante factor que motiva el consumo de alimentos
precocinados es el creciente número de hogares
unifamiliares y la disminución del número medio de personas
por hogar. Cuando el hogar está constituido por
una, dos o como mucho, tres personas, se tiende a preparar
alimentos de elaboración sencilla, sin invertir mucho
tiempo. ¿Quién no recurre, cuando se queda sólo para
comer, a cualquier cosa, algo preparado o algo sencillo? Si
son más los comensales, resulta más rentable el tiempo, el
esfuerzo y el dinero dedicado a la preparación culinaria de
los alimentos. Por ello, son abundantes los envases de alimentos
preparados destinados a una sola ración. No
obstante, estos envases también reflejan una tendencia
creciente en la individualización de la elección de los
alimentos.
Según datos del Observatorio del Consumo y la
Distribución Alimentaria del Ministerio de Agricultura,
Pesca y Alimentación de enero de 2005, en los hogares
múltiples es mayor la frecuencia de consumo de productos
como las conservas de frutas, aperitivos y los congelados
(fritos, pastas, pizzas), mientras que los platos precocinados,
sopas instantáneas y conservas de legumbres se consumen más en los hogares unipersonales o familias sin hijos, que
en la actualidad suponen el 45% de los hogares de
España.
Los alimentos de cuarta y quinta gama están teniendo
gran éxito entre los consumidores y la principal razón
puede encontrase en las propias exigencias del consumidor,
que consciente de su falta de tiempo y de su intento de
recuperar el consumo de alimentos tradicionales propios
de la famosa dieta mediterránea, encuentra en estos
productos la respuesta a su dilema. Los productos de
cuarta y quinta gama ofrecen comodidad, ahorro de tiempo
y una presentación saludable y fresca.
La comida tradicional es, sin lugar a dudas, la más
aceptada por la mayoría de la población, pero se hace
difícil degustarla a diario por falta de tiempo. La dieta
mediterránea, que se señala como tradicional e ideal,
requiere tiempo, tiempo para la adquisición de productos
frescos y tiempo para cocinarlos al “chup – chup”. Y el
gran problema en la actualidad es la falta de tiempo. La
primera consecuencia de esta falta de tiempo es el recurso
de la comida rápida, comida que se elabora, cocina y consume
con una inversión mínima de tiempo. La comida rápida
o fast food no es en sí misma adecuada o inadecuada,
simplemente es limitada en su variedad, ya que son pocos
los productos que se pueden elaborar, cocinar y consumir
rápidamente, salvo bocadillos y sándwiches, hamburguesas
o pizzas. Por ello, el problema de la comida rápida es su
abuso: cuando la dieta se basa únicamente en este tipo de
comida la elección de alimentos está muy limitada y se
pierde el principio de variedad necesario para que cualquier
dieta pueda ser equilibrada. Los alimentos preparados, especialmente
de quinta gama, listos para consumir con un
mínimo tratamiento, pueden aportar una mayor variedad a
estas dietas faltas de tiempo. Todavía no se dispone de
todo tipo de productos dentro de esta gama y su presencia
en el mercado dependerá de la demanda y de los criterios
de los fabricantes, pero esperemos que puedan suponer
una buena alternativa para aproximarse más a patrones
de alimentación tradicionales.
Así, además de ser aliados de quienes por tener una
vida muy intensa carecen de tiempo para preparar comidas,
los alimentos precocinados podrían resolver los desequilibrios
de la dieta de quienes recurren a las comidas rápidas
pero no quieren caer en el “tradicional” fast food de
bocadillos, hamburguesas, patatas fritas y pizzas.
2.4. Papel en el futuro de los alimentos precocinados.
Los seres humanos, por naturaleza, desconfiamos de
cualquier novedad, sobretodo si está relacionada con los
alimentos. Son múltiples los ejemplos que salpican la historia
del hombre en los cuales comprobamos que alimentos,
que en su momento fueron acogidos con reservas seguramente
porque alguien dudaba de su inocuidad, hoy forman
parte habitual de nuestra mesa. No fue hasta el siglo XVI
que la patata y el tomate llegaron a Europa y su aparición
fue inicialmente rechazada por el consumidor, que los
consideraba como una planta venenosa o un producto
ciertamente insípido, respectivamente. Hoy en día ya
nadie duda de su valor nutricional, de sus posibilidades
gastronómicas y de su papel fundamental en la alimentación
humana. ¡Y qué decir de los procesos tecnológicos!
No crean que la margarina, a la que estamos ya bien habituados
y sobre la que estamos desarrollando productos
que hasta reducen el colesterol, tuvo una acogida mucho
mayor. Sencillamente fue diseñada como un sustitutivo de
la mantequilla y ganó un concurso que convocó Napoleón
III en 1869 para abaratar sus campañas militares.
El siglo XX ha estado repleto de novedades en el campo
de la alimentación. Durante los años setenta se aceleraron
considerablemente los avances en tecnología aplicada a
los alimentos. Se desarrollaron nuevos productos y procesos,
sobretodo en respuesta a una escasez de comida. El mercado
alimentario se llenó de productos nuevos, de grandes
posibilidades y hoy podemos decir que a nivel mundial la
producción de alimentos es suficiente para hacer frente a
las demandas de toda la población. No obstante, la gestión
de los excedentes de unas zonas del mundo para
cubrir las necesidades de las zonas más desfavorecidas
sigue siendo una asignatura pendiente en la erradicación
del hambre. Pero el siglo XX también pasará a la alimentación
por la aparición de la rapidez en la alimentación: fast
food y convenience food: alimentos cómodos, rápidos de
preparar y consumir y sencillos. Dicen que la hamburguesa
fue inventada por el dueño de un restaurante que se había quedado sin salchichas para dar de comer a sus
comensales y que decidió sustituirlas por carne de vaca
picada. A esta creación, que desde su nacimiento no ha
hecho más que captar nuevos paladares, se han unido
otras muchas como las pizzas, los snacks, los precocinados...
Hoy en día, el sector del fast food factura al año en
España, miles de millones de euros.
Todos estos ejemplos, todos estos alimentos, resultaron
tremendamente novedosos, inicialmente siempre algo
rechazados, pero dieron un vuelco a los hábitos alimentarios
en la época en la que aparecieron. ¿No es cierto que
algo similar está ocurriendo con los alimentos preparados?
Si nuestro estilo de vida sigue incluyendo un gran número
de actividades, una escasez permanente de tiempo y una
búsqueda de la comodidad, la simplicidad... el futuro de
los alimentos preparados está garantizado. Y aparecerán
más y mejores.
Una de las desventajas que muchas veces se atribuyen
a los alimentos precocinados es que sus características
organolépticas, es decir aquellas que podemos percibir a
través de los órganos de los sentidos, no son equiparables
a las de los alimentos cuando son elaborados culinariamente
en el hogar. Los sabores, las texturas, el aspecto, los
aromas de un plato elaborado de forma industrial no son los mismos que el mismo plato cuando lo elaboraban
nuestras abuelas. No les falta razón a aquellos detractores
de los alimentos precocinados que basan sus argumentos
en estas realidades. Pero ¿qué pasará cuando olvidemos
cómo sabían los platos cuando los preparaban nuestras
abuelas? Con el paso del tiempo las generaciones van
adquiriendo nuevos hábitos alimentarios y se acostumbran a los alimentos que están disponibles. Así se va construyendo
cada generación una cultura alimentaria. Y esta
cultura alimentaria es lo que hace que una persona de
edad rechace un tarrito de carne con verduras triturado y
un niño disfrute apasionadamente con exactamente el
mismo tipo de producto. ¿No llegará un momento en el
que el niño ya adulto, haya probado tan pocas veces una
carne recién hecha, que su plato favorito sea el tarrito de
carne con verduras triturado?
Las cifras juegan a favor de los alimentos precocinados
y plasman su futuro: el mercado de los precocinados,
especialmente los englobados en la quinta gama, creció
un 20% de agosto del 2004 a agosto del 2005. En el sector
de los precocinados congelados, el consumo se triplicó en
el 2005 respecto al 2002. Es evidente, además, que los alimentos
precocinados se siguen desarrollando, incidiendo
precisamente en aquellos aspectos que los caracterizan,
comodidad y sencillez, en respuesta a unos avances tecnológicos
que nos han acostumbrado a demandar y recibir
una satisfacción prácticamente inmediata. Se insistirá
todavía más en un servicio más rápido, es decir, formatos
de alimentos de conveniencia para los cuales la preparación
sea aún más sencilla. Se invertirá en envases, formatos
unipersonales o bipersonales, soluciones para incluir en un
formato único toda una comida, con su primer plato,
segundo y postre, además de los acompañantes y bebidas.
Todo saludable, ya que el mensaje de salud relacionado
con la alimentación cobra cada vez mayor importancia.
Así, los consumidores comerán más en casa pero no cocinarán
más. Finalmente, puede que quedemos avocados a
comer on the go, es decir, en marcha, sin parar.
Quizá uno de los productos más futuristas del mercado
de alimentos preparados, que podrían suponer una alternativa
de futuro, son los llamados alimentos autocalentables.
Son latas de comida en conserva que se calientan
solas, es decir, sin necesidad de ningún medio externo
como el gas, electricidad o microondas. Pueden ser de utilidad
en las salidas al campo, las oficinas o para abastecer rápidamente de comida caliente a la población en caso de
catástrofes. Básicamente, se elabora el plato, se envasa y
se esteriliza. Se suele envasar en latas de aluminio reciclable
con sistema abre fácil. A este envase se incorpora el sistema
de calentado, un ingenio que emplea calor disipado en
una reacción exotérmica entre productos químicos. Al
poner en marcha el sistema y transcurridos de cinco a ocho minutos, comienza a notarse el calor que alcanzará
su punto más álgido (90º aprox.) a los 15 minutos. Ya
están presentes en el mercado, aunque su uso todavía es
muy limitado. Sí forman parte, por ejemplo, de las raciones
militares de campaña.
2.5. Peligros del consumo y abuso de alimentos
precocinados.
Siempre ha existido un gran interés por la seguridad
alimentaria. Las recientes crisis por las que ha pasado la
sociedad (adulteración del aceite de colza, vacas locas,
peste porcina, fiebre aftosa, aceite de orujo, gripe aviar,
etc.) han creado una sensación de inseguridad en el consumidor,
en algunas ocasiones justificada, pero en muchas
otras sin fundamento, que ha llevado a la población a preocuparse de forma significativa por el binomio alimento
/ salud y a exigir una mayor seguridad a los alimentos,
tanto a los tradicionales como a los de nuevo diseño. Pues
bien, hoy día podemos asegurar, sin temor a equivocarnos,
que la inocuidad de los alimentos no ha estado nunca
antes tan garantizada. No obstante, los alimentos preparados
no están exentos de peligros, ya que no existe el riesgo cero en ningún proceso, incluida la elaboración de
alimentos, en el que esté implicado el hombre.
Los riesgos sanitarios asociados al consumo de los
alimentos se pueden clasificar en cuatro categorías:
-
Riesgos biológicos.
- Riesgos nutricionales.
- Riesgos químicos.
- Riesgos de origen físico.
Los riesgos biológicos hacen referencia a la presencia
en los alimentos de bacterias, hongos, virus, parásitos y/o
de sus toxinas. Son microorganismos y parásitos que pueden
transmitir una enfermedad a las personas a través de los alimentos, por lo que se denominan en conjunto microorganismos
y parásitos patógenos. En las personas pueden
dar lugar a dos tipos de enfermedades, infecciones e intoxicaciones,
que en conjunto se denominan toxiinfecciones.
Las infecciones se producen al ingerir alimentos que contienen
microorganismos viables que se multiplican en el
organismo y originan un proceso patológico. Las intoxicaciones
alimentarias se producen al ingerir alimentos que
contienen toxinas producidas por los microorganismos en
los alimentos. Estas últimas son especialmente problemáticas,
puesto que el procesado de los alimentos puede destruir
los microorganismos pero no las toxinas.
Los riesgos nutricionales hacen referencia a la relación,
cada vez más evidente, entre la dieta y la salud. Es indudable
que nos alimentamos por una necesidad de nutrirnos, es
decir, de aportar a nuestro organismo la energía y los
nutrientes que hacen posible la vida. Además, cómo nos
alimentamos puede determinar cómo va a ser nuestra
salud en las diferentes etapas de la vida. Cada vez sabemos más sobre la influencia de determinados tipos de dietas
sobre nuestra salud a largo plazo y, especialmente, sobre el desarrollo o prevención de enfermedades como la
enfermedad cardiovascular, el cáncer, la osteoporosis, las
enfermedades neurodegenerativas o la obesidad. El lector
encontrará múltiples referencias al valor nutricional de los
alimentos y su influencia sobre la salud de las poblaciones en los capítulos siguientes.
Los compuestos químicos de los alimentos que pueden
representar un riesgo para la salud pueden encontrase en
los alimentos de forma natural, o pueden llegar a ellos por
la actividad humana, bien de forma voluntaria, como sería
el caso de los aditivos alimentarios, o de forma involuntaria,
tal como sería el caso de los contaminantes ambientales. A
lo largo de la historia, son muchas las veces en las que el
hombre ha aprendido a evitar el consumo de alimentos
que contenían toxinas que originaban enfermedades
cuyos síntomas aparecían rápidamente después de su
ingestión. Un ejemplo, que se olvida con frecuencia, son
las setas. Otro ejemplo de tóxico natural podemos encontrarlo
en la inocente patata. La patata contiene solanina,
un glicoalcaloide muy tóxico que se acumula en las partes verdes de la planta de la patata y en los tubérculos almacenados
a la luz y tiene una acción neurotóxica. No obstante,
gracias a que la patata la pelamos y en los tubérculos
germinados solemos limpiar los tallos que se están formando,
la ingestión de solanina es mínima. Aunque los
tóxicos naturales o los contaminantes ambientales, como
los metales pesados, los restos de plaguicidas o los derivados de la actividad industrial, son en general los tóxicos más
potencialmente dañinos, los aditivos alimentarios son los
que durante mucho tiempo han acaparado la atención del
consumidor. Quizá porque se añaden voluntariamente,
quizá porque se han difundido falsas interpretaciones de
los estudios de toxicidad, quizá por desconocimiento, el
consumidor suele tener una imagen negativa e insalubre de los aditivos alimentarios. Pues bien, los aditivos alimentarios
antes de ser comercializados se someten a exhaustivas
pruebas de toxicidad, de forma que aquellos compuestos
que entrañan algún riesgo no se autorizan. Además, existe
una extensa reglamentación que regula el uso de aditivos
alimentarios, teniendo en cuenta el tipo de productos a los
que se pueden adicionar y las cantidades máximas permitidas.
Por último, cabe siempre recordar que los aditivos alimentarios
se adicionan a los alimentos con el fin de mejorar su
calidad, bien sea a través de su conservación, su coloración,
su sabor, su textura, su inocuidad, y nunca para
empeorarla.
Finalmente, los alimentos pueden contener restos de
huesos, semillas, cristales o pequeñas esquirlas de metal.
Estos materiales pueden llegar a los alimentos como consecuencia
de su presencia en el medio natural donde se
obtienen, o bien acceden a los alimentos durante su procesado
y envasado. La presencia de objetos extraños en
los alimentos acapara el mayor número de reclamaciones de los consumidores.
El problema de seguridad alimentaria más importante
en los alimentos precocinados es el riesgo microbiológico,
sobretodo en aquellos que se elaboran sin un tratamiento
térmico esterilizante (a una temperatura mínima de
100ºC) o aquellos que son procesados o manipulados
después del tratamiento térmico de cocinado. Los
17 microorganismos están presentes en el medio ambiente que nos
rodea y es imposible, e incluso sería perjudicial, eliminarlos
completamente. Los alimentos siempre suponen
un buen medio para su desarrollo, puesto que les proporcionan
el sustento y los nutrientes necesarios para su crecimiento.
No obstante, en los alimentos no deben existir
microorganismos de los denominados patógenos porque
sean responsables de originar una infección o una intoxicación
alimentaria. Los microorganismos patógenos que
pueden provocar una enfermedad transmitida a través de
los alimentos preparados son variados y sus efectos pueden
ser desde muy débiles a muy graves.
Puede producirse contaminación microbiana y crecimiento
de microorganismos patógenos como resultado
del contacto humano, si no se vigilan unas adecuadas
prácticas de elaboración, por contaminación cruzada
entre alimentos crudos y cocinados, por falta de higiene
en los manipuladores y si no se aplican adecuadamente
los cambios de temperatura. Por ejemplo, es conveniente que cuando se cocina un alimento, éste se haga enfriar
rápidamente, a 5ºC, en lo que llamamos una abatidora de
temperatura. Así se reduce el riesgo de contaminación
microbiana de forma sustancialmente mayor que cuando
los platos cocinados se dejan enfriar a temperatura
ambiente. Asimismo, el mantenimiento en caliente a temperaturas
que no superen los 60ºC favorece el crecimiento de microorganismos. La Salmonella está presente habitualmente
en algunos alimentos crudos y puede llegar al
producto final si no se aplica un tratamiento térmico suficiente.
Es otras ocasiones puede producirse una contaminación
cruzada, por ejemplo cuando un pollo crudo
contaminado se trocea en un tabla, en la cual se cortan
después verduras para una ensalada. Si la superficie de la
tabla no se desinfecta, se producirá una contaminación
cruzada.
A continuación se resumen los principales microorganismos
productores de enfermedades que pueden ser
transmitidas a través de los alimentos.
Algunas cepas de Staphylococcus aureus producen una
toxina conocida como enterotoxina que es causante de
una de las intoxicaciones alimentarias más frecuentes.
Poco después de la ingestión de los alimentos contaminados,
normalmente entre 1 y 7 horas, empiezan los dolores
abdominales, las náuseas y los vómitos, que pueden ser
violentos. A veces hay también diarrea, pero la fiebre casi nunca aparece. La recuperación suele ser completa al cabo
de las 12 horas después del inicio de los síntomas, salvo en
aquellos casos en los que la deshidratación ha sido importante.
El microorganismo se encuentra en la piel de
muchas personas de forma habitual, por lo que la contaminación
a los alimentos resulta muy fácil. No obstante, la toxina sólo aparece en los alimentos en cantidades nocivas
cuando los alimentos no se almacenan adecuadamente
(por encima de los 4ºC recomendados en la refrigeración).
La mayoría de las intoxicaciones se producen por
consumo de carne contaminada, productos de confitería
que contienen crema o leche.
Otra forma común de intoxicación alimentaria está
causada por Clostridium perfringes. El microorganismo
está presente en muchas partes, incluido el colon de las
personas, por lo que resulta imposible evitar que se contaminen
los alimentos. No obstante, para que el alimento
sea peligroso, debe haber estado almacenado en unas
condiciones favorables para el crecimiento del microorganismo:
por ejemplo, cuando una gran cantidad de alimento
se cocina a temperatura próxima a ebullición y a continuación
se deja enfriar lentamente. Puede aparecer en los
platos a base de carne y los estofados y empanadas de
carne y vegetales. Entre 8 y 24 horas después de la ingestión
del alimento contaminado comienzan el dolor abdominal
y la diarrea, acompañados a veces por vómitos pero
raramente por fiebre. Habitualmente la recuperación es
completa en un plazo de 14 horas. Clostridium botulinum
provoca el botulismo, una enfermedad muy rara, pero con
frecuencia fatal. La fuente más común de intoxicación
botulínica son los alimentos enlatados que no han sido
calentados lo suficientemente para matar las esporas. El
microorganismo produce una toxina botulínica que es uno
de los venenos más potentes conocidos.
Las bacterias entéricas son una importante causa de
intoxicación por alimentos o por el agua en todos los países.
Las bacterias más comunes son Salmonella, Escherichia
coli y Shigella. En todas esta infecciones es preciso haber
ingerido bacterias vivas para que se inicie la enfermedad,
que suele aparecer entre las 7 horas a los cuatro días tras
la ingestión de los alimentos contaminados. Dolor abdominal
y diarrea son los síntomas más destacados, pero los
vómitos y la fiebre también son comunes y suelen persistir
durante varios días a varias semanas. La mayoría de los
adultos se recuperan, pero los niños, ancianos y enfermos
pueden morir por pérdida de fluidos. Salmonella puede
aparecer en el huevo, carne de pollo o ave. Todas se contaminan
por vía fecal.
Campylobacter jejuni también produce síntomas parecidos
a los de la diarrea causada por bacterias entéricas.
Puede encontrase en los platos a base de aves.
Listeria monocytogenes se encuentra ampliamente distribuido
en el ambiente, por lo que puede aparecer en
multitud de alimentos. En los alimentos elaborados no
debe superar unos límites (1.000 unidades formadoras de
colonias por gramo de alimento) para que no exista riesgo
de enfermedad asociada al consumo del alimento. Debe
vigilarse especialmente en aquellos productos destinados
a poblaciones de riesgo, como las personas inmunodeprimidas,
los ancianos o los niños. La infección por Listeria se
llama listeriosis y es una enfermedad rara, que suele afectar
sólo a grupos susceptibles de la población. Cursa con una
sintomatología variada, que puede afectar a la garganta,
con una sintomatología parecida a la gripe o a la mononucleosis,
producir vómitos, diarreas y fiebre o incluso una meningitis.
Vibrio cholerae y Vibrio parahemolyticus también son
importantes agentes causantes de enfermedades transmitidas
por los alimentos. El primero es el causante del cólera,
una enfermedad ya histórica que cursa con vómitos y
fuertes diarreas. La pérdida de fluidos es tan grande que
se puede producir la muerte si no se trata enseguida.
Vibrio parahemolyticus produce una forma menos severa de la enfermedad. La enfermedad se suele producir por
consumo de agua contaminada o productos de la pesca
crudos y en mal estado. Vibrio parahemolyticus prácticamente
se restringe al marisco, que se contamina en el
medio acuático.
La mejor forma de evitar el crecimiento de microorganismos
patógenos en los alimentos consiste en aplicar
adecuadamente las temperaturas de cocinado y almacenamiento
y mantener unas buenas prácticas higiénicas en
la manipulación de los mismos. La tabla 1 muestra un
resumen.
En la industria procesadora de alimentos se está implementando
el llamado Sistema de Análisis de Peligros,
Puntos Críticos y Control (APPCC). Consiste en la identificación
de los ingredientes problemáticos, los puntos del
proceso más críticos y los factores humanos que afectan a
la seguridad de los alimentos, para poder diseñar un sistema
de control. Los puntos críticos de control son los determinantes
del proceso cuya pérdida de control puede resultar
en un riesgo inaceptable para la seguridad de los alimentos.
Una manipulación incorrecta del alimento que pueda
resultar en una contaminación microbiana puede ocurrir
en cualquier punto de la cadena alimentaria: en el procesamiento,
los supermercados o los restaurantes y en los
hogares. Muchas de las procesadoras de alimentos, así
como los sistemas de distribución, tienen instaurados sistemas
de Análisis de Peligros, Puntos Críticos y Control.
Los consumidores, sin embargo, deben asumir la responsabilidad
de la seguridad de los alimentos en los hogares. En
todos los casos, una preparación adecuada y unos correctos
métodos higiénicos son claves en la prevención de las
enfermedades transmitidas por los alimentos. En pocas
palabras y válido para todos los segmentos de la cadena
alimentaria:
- “mantenlo limpio” (por ejemplo, lávate las manos) y
- “controla las temperaturas” (mantén las cosas calientes:
calientes y las cosas frías: frías).
Además, el envase y el uso apropiado son elementos
indispensables en la prevención de la contaminación y
determinantes de la seguridad de los alimentos precocinados.
El envase es el elemento protector y debe estar siempre
intacto y en perfectas condiciones para garantizar la
seguridad del alimento. Finalmente, estos productosdeben consumirse dentro de las fechas recomendadas por el fabricante, teniendo siempre en cuenta que lo más
seguro es consumirlos en el momento de abrir el envase y
no dejar restos para días posteriores.
2.6. Tipos de alimentos precocinados.
Prácticamente cada mes surge en el mercado alimentario
una nueva modalidad de plato elaborado, en respuesta a
las nuevas demandas del consumidor. Por ello, inevitablemente,
toda revisión sobre el tipo de alimentos precocinados
que se comercializan en España está avocada a quedarse
obsoleta en el momento en que llega al lector. Bajo esta
premisa describiremos a continuación qué posibilidades nos
ofrece el mercado alimentario para comer de todo empleando
el mínimo tiempo posible.
2.6.1. Verduras y hortalizas.
En realidad las primeras verduras y hortalizas precocinadas
que aparecieron en el mercado fueron producto del
intento de conservar estos alimentos, que constituyen un
grupo muy rápidamente perecedero. En un primer
momento aparecieron las conservas: verduras y hortalizas
que se envasan, normalmente en latas o vidrio, y se someten
a un proceso de esterilización, a unas temperaturas que
superan los 100ºC. De esta forma, las verduras y hortalizas
quedan cocinadas y se conservan durante mucho tiempo
(meses) a temperatura ambiente. Para su consumo, sólo es
necesario condimentar, acompañar de algún otro componente
alimentario y calentar. No obstante, el proceso de
esterilización suele ser bastante agresivo hacia las propiedades
organolépticas y nutricionales de los productos alimenticios,
por lo que estas conservas no suelen ser tan
bien apreciadas como sus análogos frescos. Luego surgieron
las verduras y hortalizas congeladas. Durante el proceso
de congelación, las verduras y hortalizas suelen perder su
coloración y se pardean, por lo que se someten a proceso
previo de escaldado antes de la congelación. Este escaldado
es una cocción interrumpida, por lo que las verduras y
hortalizas congeladas en el hogar se cocinan completamente
tras una cocción mucho más rápida que cuando se
aplica en el alimento fresco. Además de conservarse
durante tiempo prolongado, las verduras y hortalizas congeladas
conservan en mayor medida sus propiedades
organolépticas y nutritivas originales.
Hace unos años surgieron en el mercado las variedades
de salteados de verduras precocinadas y congeladas, prácticamente
listas para su consumo. Sin necesidad de descongelarlos
previamente, estos productos se consumen
tras un breve calentamiento en sartén o en horno convencional.
Pueden presentarse como salteados sólo de
verduras o de verduras combinadas con carne o mariscos.
Las ultimas novedades ofertadas incluyen productos previamente
braseados a la parrilla.
En el grupo de verduras y hortalizas también existe en
el mercado una amplia oferta de productos de cuarta
gama: productos hortícolas lavados, troceados y envasados
para su consumo. En un envase puede venir una mezcla de
distintos productos o bien una selección de ellos, siempre
diseñados para un uso más cómodo para el consumidor.
Las cadenas de supermercados, los restaurantes y el sector
de la hostelería son los pioneros en demanda de productos
hortícolas de cuarta gama. Los productos más frecuentes
en este grupo son: lechugas, cogollos, tomate cherry,
zanahorias, espinacas, acelgas, espárragos, apios, puerros y
algunas frutas. Las mezclas de ensaladas constituyen el
producto estrella.
Las ensaladas listas para su consumo suelen ir envasadas
en bolsas o tarrinas de plástico. En bandejas se suelen
envasar productos simples o bien mezclas de vegetales
para ser empleados en guisos o para cocinar en caliente.
Todos los tipos de envases, ya sean bolsas de plástico,
bandejas o tarrinas, permiten evitar pérdidas de humedad
y protegen al alimento de contaminaciones externas, prolongando
la turgencia en las hortalizas y frutas procesadas
y manteniendo la frescura del producto.
2.6.2. Legumbres.
Las conservas de fabada, lentejas, cocido u otro tipo de
legumbres han sido de los primeros productos precocinados
que aparecieron en el mercado alimentario y son, además,
productos con una demanda constante, bien en forma de
guisos o recetas tradicionales como la fabada o el cocido,
o simplemente cocidas. Se suelen presentar envasadas en
latas o en envases de vidrio. Son productos esterilizados,
por lo que se conservan durante mucho tiempo a temperatura
ambiente. Los guisos ya preparados únicamente
requieren de un calentamiento previo para su consumo.
Las conservas de judías, lentejas, garbanzos presentan
múltiples opciones: por ejemplo, preparación en frío en
ensaladas, rehogadas como acompañantes o integradas en
guisos y recetas tradicionales. La cocción de las legumbres
suele ser un proceso largo, que requiere además el mantenimiento
en remojo desde el día anterior, procesos que el
consumidor se ahorra cuando consume conservas de
legumbres.
2.6.3. Carnes y pescados.
Las conservas de carnes y, sobretodo de pescados, también
constituyen buenos ejemplos de alimentos precocinados
dotados ya de un cierto tinte tradicional. Los pescados
son altamente perecederos, por lo que la elaboración de
conservas de diferentes tipos ha posibilitado el consumo
de pescado en zonas alejadas del mar, cuando la distribución
de los alimentos todavía constituía un problema general. Hoy en día las conservas de atún, bonito, sardinas,
anchoas y mariscos siguen siendo productos de amplio
consumo, muy apreciados por sus cualidades organolépticas.
Las posibilidades de carnes en conserva son menores, pero
también existen productos de calidad como los patés,
los confit o recetas tradicionales como los callos o las
albóndigas.
El mundo de los congelados está plagado de posibilidades
de productos precocinados a base de carnes y pescados.
Valgan, por ejemplo, las croquetas de pollo, jamón o pescado,
los san jacobos, los palitos, varitas, delicias de merluza
rebozadas, los calamares a la romana. Todos ellos
productos precocinados y congelados, listos para su consumo
tras un proceso corto de fritura y sin necesidad de descongelarlos previamente. Resultan muy cómodos para
el consumidor, aunque nunca han gozado de muy buena
imagen, quizá por su naturaleza de alimentos precocinados
destinados, además, a la fritura. Precocinado y frito no
ofrecen al consumidor una imagen de salubridad, seguramente
derivada de una mala interpretación de las recomendaciones
nutricionales. Como todo alimento, si forman
parte de una dieta variada que incluya todo tipo de alimentos
no tienen por qué generar ningún problema de salud.
Los alimentos más novedosos en este grupo son productos
de quinta gama: los asados, fundamentalmente
pollo y otras carnes, que son asadas o braseadas al horno,se envasan, normalmente al vacío, se comercializan en
refrigeración y están listos para su consumo tras un breve
calentamiento en horno convencional u horno microondas.
Son productos con escasamente dos años de presencia en el
mercado. Últimamente están desarrollándose también
diferentes platos y recetas, ya cocinadas, envasadas y mantenidas
en refrigeración, que requieren un mínimo tiempo
para estar listas para el consumo.
2.6.4. Sopas y cremas.
Los caldos, consomés, sopas y cremas se obtienen
cociendo en agua con sal grasas comestibles, extractos de
carne y, en su caso, productos pesqueros, vegetales, hidrolizados
proteicos, condimentos, aromas, especias u otros
productos alimenticios que mejoren su sabor, así como los
aditivos alimentarios autorizados por la legislación vigente.
Las sopas, además, llevan incorporadas pastas alimenticias,
sémolas, harinas u otros productos amiláceos. Los extractos
de carne son los concentrados procedentes de las sustancias
hidrosolubles de la carne. Los hidrolizados de proteínas son productos líquidos, pastosos o secos procedentes de la
hidrólisis de sustancias ricas en proteínas, que suelen ser
harinas procedentes de despojos cárnicos, harinas de pescado
o harinas de leguminosas.
Caldos, consomés, sopas y cremas pueden presentarse
en varios formatos: preparados y listos para su consumo,
condensados y concentrados, deshidratados o congelados.
Los caldos en pastilla y las sopas deshidratadas son
productos muy tradicionales, con importantes cifras de
negocio y un mercado estabilizado. Se presentan en forma
de pastilla o polvos, que deben disolverse en agua y someterse
a un proceso de cocción para obtener un caldo o
una sopa similar a la recién elaborada. Hace ya unos años
surgieron en el mercado unos nuevos productos de carácter instantáneo, que podían reconstituirse sin necesidad de
cocción, simplemente mediante la disolución en agua y su
calentamiento. Estas presentaciones son productos de
muy larga duración (meses e incluso años) y se almacenan
a temperatura ambiente.
Los caldos y sopas en brik son productos emergentes.
En esta presentación el caldo o la sopa ha sido preparada
y sometida a un proceso de esterilización, normalmente a
una uperisación similar a la que se realiza sobre la leche.
Jugando con un determinados binomios tiempo – temperatura,
una temperatura muy elevada (en torno a los
150ºC), pero mantenida durante un tiempo muy escaso (apenas unos segundos), se consigue un producto de larga
conservación pero sin alterar mucho sus propiedades de
sabor, aroma, textura o color. Normalmente se envasan en
tetra-brick y se almacenan a temperatura ambiente
durante meses hasta que se abre el envase, en cuyo caso
se recomienda guardarlo en el refrigerador y consumirlo
inmediatamente. Están listas para su consumo, tras un
previo calentamiento según el caso, pero siempre sin
necesidad de una cocción.
Algunas cremas y sopas de hortalizas como el gazpacho
no se pueden someter al proceso de uperisación porque se
modifican negativamente el sabor y el color. Para ellos se
ha desarrollado un método de conservación, la termización,
que trabaja con temperaturas más bajas. Así se obtienen productos elaborados, como el gazpacho, libres de microorganismos patógenos, aunque son productos de conservación limitada que deben mantenerse en refrigeración
hasta su consumo. Son productos estrella desde
hace escasas temporadas veraniegas.
2.6.5. Pizzas, pasta y arroces.
Las pizzas precocinadas son uno de los productos estrella
en el mercado de los alimentos preparados. Primero surgieron
las bases de pizza preelaboradas y congeladas,
sobre las cuales se adicionan los ingredientes que el consumidor
prefiera y están listas para su consumo tras un
horneado de 30 a 40 minutos. Posteriormente surgieron
las pizzas completas y congeladas, listas para su consumo
tras un horneado de 30 a 40 minutos. Hace unos años
surgieron los análogos de quinta gama: pizzas completas,
precocinadas, envasadas en envases plásticos y refrigeradas,
que están listas para su consumo tras un horneado corto,
en tan sólo 5 minutos. El fuerte crecimiento del mercado
de estas pizzas refrigeradas ha provocado una disminución
del consumo de pizzas congeladas, ya que ofrecen una mayor comodidad, a pesar de que su periodo de
caducidad es más corto. A esta oferta de productos se
añaden las pizzas ya cocinadas que muchos restaurantes
de comida rápida ofertan con servicio a domicilio incluido
y que se transportan envasadas en cartón y en un medio
que mantenga el producto en caliente.
La comida italiana también se presenta en forma precocinada
a través de productos como la lasaña y los canelones.
Estos platos se presentan preelaborados y congelados,
listos para su consumo después de un horneado de 40-45
minutos. Son los platos de pasta, que por su naturaleza
mixta, incluyen pasta, carnes, pescados o verduras y salsas
de bechamel, toleran mejor el proceso de congelación, de
manera que se altera muy poco su palatabilidad (textura,
sabores, aromas). Constituyen, junto con las pizzas congeladas,
las categorías de alimentos precocinados congelados con más años de presencia en el mercado.
El mercado de arroces precocinados ha tardado más en
desarrollarse que otros productos, puesto que el arroz al
cocinarse adquiere unas propiedades difíciles de conservar.
Los primeros productos no tuvieron mucha aceptación en
el mercado puesto que sus propiedades organolépticas
diferían bastante de nuestra percepción, muy enraizada
en España, de la calidad de un arroz recién cocido. No obstante, el empleo de nuevas formas de conservación y
su adaptación al mundo del arroz, ha permitido la aparición
de productos más agradables. Cabe citar, por ejemplo,
los platos a base de arroz precocinados y congelados
(el arroz tres delicias), y los platos de arroz precocidos y
conservados, listos para su consumo tras un breve cocinado
en horno microondas o convencional.
Otra receta tradicional de la cocina española a la que le
ha costado acceder al mundo de los alimentos precocinados
es la tortilla de patata. Una difícil conservación (la patata
soporta muy mal los procesos de conservación por frío,
que alteran su textura) aliada a un bajo coste del producto
recién hecho han sido las principales causas de este retraso.
No obstante, ya podemos encontrar en el mercado tortillas
de patata cocinadas y envasadas al vacío o en atmósfera
modificada, que se comercializan refrigeradas y listas para
su consumo tras un breve calentamiento.
2.6.6. Productos precocinados para circunstancias especiales.
El mercado de los snacks y productos destinados a la
venta en máquinas expendedoras, también conocida
como vending, es otro de los mercados en expansión,
sobretodo en torno a los lugares de ocio y los centros de
trabajo de las grandes ciudades, en las que la falta de tiempo obliga a muchos de sus ciudadanos a realizar
pequeñas comidas que satisfagan su hambre y su apetito
mientras llega la hora en la que vuelven a comer en el
hogar. Partiendo de un tradicional sándwich de jamón y
queso, un mixto, la oferta en productos de este tipo se ha
ampliado con una mayor variedad en los ingredientes y tipos de pan, un formato de envasado que permite su
venta en máquinas expendedoras y la presentación de
algunos formatos que tras un corto calentamiento en
microondas o infrarrojos dan lugar a bocadillos calientes,
como recién hechos. En una versión más española, también
se ofrecen preparadas y refrigeradas distintos tipos
de empanadas.
El pan ha dejado de ser un producto único, fresco, de
adquisición y consumo diario. En los últimos años han
aparecido nuevas masas de pan sometidas a un proceso de
cocción parcial que luego se conservan, bien por congelación
o bien por envasado en atmósferas modificadas y
refrigeración. En el hogar, estos panes se someten a un
nuevo horneado, muy corto, de tan sólo 5 a 10 minutos y
se obtiene pan como recién hecho en el hogar.
Para los niños se ofrecen los ya conocidos tarritos de
purés de verduras, carnes, pescado o frutas, adaptados a
las distintas edades a partir de los seis meses y también en
diferentes texturas. Son todos productos esterilizados elaborados
con gran esmero y cuidado dado el segmento de
la población a la que van dirigidos.
Por último, las actuales tendencias en la alimentación
reflejan el proceso de globalización y una inquietud por
conocer los platos típicos de otros países. Es frecuente,
por tanto, encontrar dentro del mercado de alimentos
precocinados, productos procedentes de otras culturas
como la mejicana, la estadounidense o las asiáticas.
2.7. Bibliografía.
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Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), 2002.
3. Feliciano D, Albisu LM. El consumo de platos preparados
en España, Francia y Gran Bretaña. Distribución y
Consumo 2005 enero – febrero: 91-103.
4. López Nicolás JM, editor. Nuevos Alimentos para el
siglo XXI. Murcia (España): Quaderna Editorial, 2004.
5. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La
alimentación en España, 2001. Madrid (España):
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 2003.
6. Potter NN, Hotchkiss JH. Ciencia de los Alimentos.
Zaragoza (España): Editorial Acribia. 1999.
7. Stainer RY, Ingraham JL, Wheelis ML, Painter PR.
Microbiología. 2ª edición. Barcelona (España): Editorial
Reverté. 1989.
8. El Real Decreto 3484/2000, de 29 de diciembre del
2000, aprueba las normas de higiene para la elaboración,
distribución y comercio de comidas preparadas.
2.8. Recursos Web.
1. URL: http://www.aesa.msc.es/aesa/web/AESA.jsp
Página web de la Agencia Española de Seguridad
Alimentaria.
2. URL: http://www.calidadalimentaria.com/
Este sitio va dirigido a aquellos profesionales que
desarrollan su actividad en cualquiera de los campos
relacionados con la calidad en el sector agroalimentario.
Es administrada y alimentada por APPLUS AGROALIMENTARIO.
3. URL: http://www.eufic.org/
Página web del Consejo Europeo de Información sobre
la Alimentación.
4. URL: http://www.fesnad.org/
Página web de la Federación Española de Sociedades
de Nutrición, Alimentación y Dietética. Contiene enlaces
a todas las sociedades españolas.
5. URL: http://www.mapya.es/
Página web del Ministerio de Agricultura, Pesca y
Alimentación.
6. URL: http://www.nestle.es/nutricion/
Página web patrocinada por Nestlé que incluye información
sobre Nutrición.
7. URL: http://www.publicaciones-isp.org/index.asp
En este sitio web se muestran las publicaciones de
Salud Pública de la Dirección General de Salud Pública
y Alimentación de la Consejería de Sanidad y Consumo
de la Comunidad de Madrid, editadas por el Instituto
de Salud Pública y gestionadas por el Servicio de
Promoción de la Salud.
8. URL: http://www.pulevasalud.com/
Portal de salud, nutrición y bienestar patrocinado por
Puleva.
9. URL: http://vm.cfsan.fda.gov/
Página web de la Food and Drug Administration de
Estados Unidos.
2.9. Glosario de términos y Acrónimos.
1. Alimento:
• autocalentable: alimento precocinado y en conserva
que se calienta solo, es decir, sin necesidad de ningún
medio externo como el gas, electricidad o microondas,
y gracias a un sistema de calentado que emplea el calor
disipado en una reacción exotérmica entre productos
químicos que se inicia al abrir el envase.
• de conveniencia: aquel alimento o plato total o parcialmente
preparado, en el que una parte significativa
del tiempo, la energía o la habilidad culinaria es asumida
por el fabricante, el procesador o el distribuidor de los
alimentos, liberando de esta tarea al ama de casa o el
consumidor. Se trata de los platos preparados y los alimentos
precocinados.
• de cuarta gama: alimento fresco, limpio, pelado, troceado
y envasado en bandejas, tarrinas o bolsas, listo
para su consumo inmediato. No ha sido sometido a tratamiento
térmico alguno, por lo que debe mantenerse
en refrigeración y su periodo de caducidad es corto
(alrededor de 7 a 10 días).
• de primera gama: es el alimento fresco, es decir el
alimento que no ha sido sometido a ningún método de
conservación, o el alimento que ha sido conservadomediante métodos tradicionales como el secado, la
salazón o la fermentación.
• de quinta gama: alimento ya cocinado, que se
comercializa envasado y refrigerado. Para su consumo
se requiere un calentamiento previo, en horno normal
o en microondas, sin necesidad de grandes manipulaciones
y muchas veces en el propio envase.
• de segunda gama: alimento que ha sido sometido a
un tratamiento térmico para su conservación, normalmente
una esterilización a temperatura por encima de
los 100ºC, y se ha envasado en recipientes adecuados y
herméticamente cerrados, ya sea latas o envases de
vidrio. Su periodo de caducidad suele ser prolongado
(meses o incluso años).
• de tercera gama: alimento que ha sido conservado
mediante la aplicación de frío, bien congelación o
ultracongelación.
• precocinado: véase plato preparado.
2. Análisis de Peligros, Puntos Críticos y control
(APPCC): sistema de análisis que consiste en la identificación
de los ingredientes problemáticos, los puntos
del proceso más críticos y los factores humanos que
afectan a la seguridad de los alimentos, para poder
diseñar un sistema de control. Los puntos críticos de
control son los determinantes del proceso cuya pérdida
de control puede resultar en un riesgo inaceptable para
la seguridad de los alimentos.
3. Apertización: método de conservación basado en la
aplicación de temperaturas que superan los 100ºC,
durante periodos de tiempo variables, a alimentos previamente
envasados en latas o envases de vidrio termo
resistentes. Es un tipo de esterilización.
4. Congelación: método de conservación de los alimentos
basado en la aplicación de temperaturas bajas,
por debajo del punto de congelación del agua. La temperatura
de congelación más frecuentemente aplicada
en los alimentos es -18ºC. Los alimentos se conservan
durante periodos de tiempo prolongados (meses).
5. Comida rápida: comida que se elabora, cocina y
consume con una inversión mínima de tiempo. También
se conoce con el término fast food.
6. Conserva: alimento que ha sido sometido a un proceso
de esterilización por aplicación de temperaturas
que superan los 100ºC. Así se consigue que el producto
esté prácticamente libre de microorganismos y pueda
conservarse durante un periodo largo de tiempo (meses
o incluso años) a temperatura ambiente. Se conservan
siempre que no se abra el envase, que suele ser una
lata o un envase de vidrio, ambos apropiados para
soportar temperaturas elevadas.
7. Envasado en atmósferas modificadas: método de
conservación de los alimentos válido para prolongar la
vida útil de los alimentos refrigerados, que consiste en reducir la concentración de oxígeno en
el envasado del
alimento, reducir la concentración de oxígeno en el envasado del
alimento, con lo cual se inhibe el crecimiento de los
microorganismos y se reduce la respiración de los productos,
enlenteciéndose así los procesos que alteran el
alimento.
8. Escaldado: cocción interrumpida que se suele aplicar
a las verduras antes e su congelación para que no pierdan
el color.
9. Esterilización: método de conservación en el cual
mediante la aplicación de temperaturas que superan
los 100ºC se consigue un producto prácticamente libre
de microorganismos y que, por tanto, es seguro para su
consumo y se conserva durante un periodo largo de
tiempo (meses o incluso años). Puede aplicarse en alimentos
ya envasados en latas o envases de vidrio, en
cuyo caso se denomina Apertización, o en alimentos
antes de envasarlos, como es el caso de la Uperisación
o proceso UHT.
10. Fast food: véase comida rápida.
11. Infección: enfermedad que se produce al ingerir
alimentos que contienen microorganismos patógenos
vivos que se multiplican en el organismo y originan un
proceso patológico.
12. Intoxicación: enfermedad que se produce al ingerir
alimentos que contienen toxinas, sustancias tóxicas
que pueden ser originadas por microorganismos presentes
en el alimento o proceder de la contaminación
ambiental.
13. Organoléptico: aquello que puede ser percibido a
través de los órganos de los sentidos. Suele aplicarse a
aquellas propiedades de los alimentos que percibimos a
través de los sentidos, como por ejemplo el sabor, el
olor, el aroma, el aspecto, la textura o el color.
14. Pasteurización: método de conservación de los alimentos
que se basa en la aplicación de calor, a una
temperatura que se encuentra entre los 62 y los 100ºC.
Con ello se consigue destruir todos los microorganismos
patógenos, con lo cual se obtiene un producto
seguro para su consumo, pero no garantiza la destrucción
de todos los microorganismos, por lo cual el producto
se conserva durante un periodo de tiempo limitado
(días).
15. Plato preparado: es el producto obtenido por la
mezcla y condimentación de alimentos animales y
vegetales, con o sin adición de otras sustancias autorizadas,
contenidos en envases apropiados, tratados por
el calor u otro procedimiento que asegure su conservación,
y prestos a ser consumidos después de un breve
calentamiento.
16. Refrigeración: método de conservación aplicado a
los alimentos que se basa en el mantenimiento de los
mismos a temperaturas bajas, pero por encima del punto
de congelación del agua. La temperatura de refrigeración
más frecuentemente utilizada en alimentación
es 5ºC. Los alimentos se conservan durante un periodo
de tiempo limitado (días o semanas).
17. Termización: método de conservación de los alimentos
basado en la aplicación de calor, a unas temperaturas
suaves (no suelen superar los 60ºC), que permite
la conservación de algunos productos que no toleran
temperaturas más altas, aunque sólo reduce la carga
microbiana y no garantiza la total destrucción de los
microorganismos patógenos o los microorganismos
alterantes de los alimentos.
18. Toxiinfección: infección o intoxicación producida
por microorganismos patógenos, es decir capaces de
producir enfermedades en el hombre, que se produce al
ingerir alimentos contaminados o conservados de forma
inadecuada.
19. UHT: Uperisación.
20. Ultracongelación: método de conservación de los
alimentos en el que mediante la aplicación de temperaturas
muy bajas se consigue una congelación rápida
de los mismos. Puede hacerse, por ejemplo, con nitrógeno
líquido, que se encuentra a una temperatura de
-196ºC. La congelación se consigue muy rápidamente,
con lo cual el agua se congela formando muchos cristales
de hielo de pequeño tamaño y no se altera prácticamente
la estructura del producto, conservándose así
las propiedades organolépticas del alimento.
21. Uperisación: método de conservación basado en la
aplicación de altas temperaturas (en torno a los 150ºC)
durante periodos de tiempo muy cortos a alimentos
antes de su envasado. Es un tipo de Esterilización.
También se conoce como proceso UHT, a partir de sus
siglas en inglés: “ultra high temperature”.
Acrónimos.
1. APPCC: Análisis de Peligros, Puntos Críticos y
Control.
página de |
Autor/es
Introducción
Dr. Gonzalo Martín Peña.
Profesor de Dietoterapia.
Universidad San Pablo CEU.
Servicio de Nutrición.
Hospital Universitario de la Princesa. Madrid.
Documento
Elena Alonso Aperte
Profesora Adjunta de Nutrición y Bromatología.
Departamento de Nutrición, Bromatología y Tecnología de los Alimentos.
Facultad de Farmacia.
Universidad de San Pablo CEU.
Fuente:
Fundación Española de la Nutrición
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