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1. INTRODUCCIÓN.
En todos los países desarrollados, y el nuestro no es una excepción, la nutrición
está de máxima actualidad. La sociedad contemporánea muestra un interés creciente
por los problemas que presenta la alimentación del hombre y va tomando conciencia
de su estrecha relación con la salud, puesta de relieve por el impresionante progreso
que han experimentado los conocimientos científicos sobre la naturaleza de los
procesos nutritivos en los últimos años. Sin embargo, estos avances realmente espectaculares
son, en ocasiones, difíciles de transmitir como mensaje y pueden resultar,
a veces, incluso contradictorios.
Por otra parte, y desgraciadamente, este interés motivado sin duda por el legítimo
deseo de disfrutar de una vida larga y sana, se acompaña de la proliferación de toda
suerte de recomendaciones basadas en mitos y creencias irracionales con completo
olvido de los principios establecidos por el estudio científico de la Nutrición y, en no
pocos casos, en flagrante contradicción con los conocimientos sólidamente documentados
que actualmente poseemos. Así, han surgido una serie de falacias, mitos,"dietas mágicas", etc, que constituyen uno de los mayores problemas de la nutrición
en las sociedades industrializadas. Aunque no existe duda de que muchas personas de
buena fe pueden divulgar información inadecuada, también es cierto que apoyados
en estas doctrinas existen negocios muy lucrativos que pueden conducir a situaciones
patológicas irreversibles. El problema se agrava si tenemos en cuenta que la tendencia a
consumir este tipo de alimentos y dietas se ha incrementado notablemente en los últimos años. Una información a la población que no llegue por los cauces adecuados
puede dar lugar a un grave problema de salud.
En este trabajo nos proponemos hacer una revisión crítica de las diferentes "dietas
mágicas", incluyendo en este término a todas aquellas que, sin ninguna base
científica, pretenden poseer cualidades indemostrables que no están de acuerdo con
los conocimientos actuales de la Ciencia de la Nutrición o exageran propiedades y
efectos que no son evidentes ni probados y de los productos y remedios supuestamente
adelgazantes. Es indiscutible que la magia se opone al concepto de ciencia.
Dentro de las "dietas mágicas", las que tienen una mayor popularidad son las de
adelgazamiento que pueden constituir en la mayoría de los casos no sólo un fraude
sino también un peligro para la salud. Estas dietas son consecuencia de la actual
obsesión por perder peso y conseguir el llamado "peso ideal" que tanto preconizan
los medios de comunicación, llegando a anteponerse el aspecto físico a la salud. Es
preciso recordar que aunque la obesidad es un problema de primer orden, la delgadez
por debajo de ciertos límites, juzgada por el índice más utilizado actualmente el índice de masa corporal [peso (kg)/talla2 (m)], inferior a 18,5- está asociada con
una mayor prevalencia de ciertas enfermedades y con un aumento de la tasa de
mortalidad. Muchas personas preocupadas por perder peso se encuentran, paradójicamente,
dentro de los rangos de peso adecuados e incluso inadecuados por bajos.
En este trabajo, al hablar de "dietas mágicas", no nos estamos refiriendo exclusivamente
a las de adelgazamiento, aunque les concedamos una gran extensión justificada
por la realidad de su problema, sino también a todas aquellas que pretenden
incrementar la longevidad y la curación de diversas patologías -cuyos tratamientos
muchas veces son incompatibles con dichas dietas- y que analizamos dentro del
capítulo de "dietas, productos y alimentos curalotodo". También se estudian las virtudes
atribuidas a alimentos o productos "naturales" no debidamente contrastadas.
Es obvio recordar que sería difícilmente imaginable que después del exhaustivo
estudio de los productos naturales de la tierra o de las aguas, tal y como se conocen
hoy en día, pudieran surgir unas cualidades tan importantes como las que se
atribuyen a estos alimentos que no hubieran sido tenidas en cuenta por los que los
investigaron y que, lógicamente, fijaron sus propiedades en un marco científico y
con unos aspectos positivos y negativos que deben ser tenidos en cuenta. El secretismo
no es aceptable en ciencia y la comunidad científica está abierta y muy receptiva
a cualquier novedad siempre que sea de garantía y publicada en revistas o
presentada a congresos oficiales que tengan un adecuado comité de aceptación que
garantice su calidad pero, sobre todo, que respondan a la verdad, y que ésta se pueda
demostrar. Aunque desde los tiempos más remotos, nuestros antepasados han atribuido
a algunos alimentos las virtudes más extraordinarias que, sorprendentemente,aparecen más o menos disfrazadas en un buen número de los sistemas dietéticos
actualmente en circulación.
Aunque el papel de las vitaminas y minerales en la salud está fuera de toda discusión
y por supuesto del concepto de magia, el mal uso de los mismos se basa, a veces,
en expectativas infundadas. Es cierto que una dieta variada vehiculiza todos los
nutrientes necesarios, pero también lo es, como hemos comprobado repetidamente
para la población española y grupos de la misma, al igual que en otros países desarrollados,
que por debajo de 2000 kcal/día tiene lugar una disminución lineal en el
aporte de prácticamente todos los nutrientes, por lo que es difícil que se puedan
cubrir las recomendaciones dietéticas. En situaciones de baja ingesta energética sería
de gran utilidad un complemento mineral-vitamínico "personalizado", es decir, que
aporte aquellos nutrientes realmente deficitarios para el individuo. Esta situación de
complementación o suplementación adecuada a las circunstancias personales tiene
un soporte científico y, por supuesto, nada que ver con la magia.
La credulidad del hombre en materia de alimentación es ilimitada. Muchos de nuestros
conciudadanos creen a "pies juntillas" en las virtudes sobrenaturales que, se atribuyen
a ciertos alimentos. Por otra parte, el consumidor se ve literalmente bombardeado
por toda clase de opiniones infundadas y contradictorias y se encuentra, de hecho,
en un estado de confusión que lo incapacita para distinguir la fantasía de la realidad.
Informar a los ciudadanos de las falsedades que encierra en muchos casos una propaganda
dietética es fundamental pero es, además, preciso idear un sistema capaz de
impedir que este tipo de propaganda errónea llegue al público, imponiendo como
condición necesaria la presentación de pruebas fehacientes sobre la veracidad de sus
afirmaciones, evitando métodos de publicidad subliminal o desleal y garantizando
la cualificación profesional de las personas que los promocionan.
Esperamos que este trabajo contribuya a aclarar conceptos erróneos que, desgraciadamente,
prevalecen hoy en un campo tan interesante y con tanta repercusión
como es la Nutrición.
2. DIETAS DE ADELGAZAMIENTO.
Escribir este capítulo no ha sido fácil ni alegre. Por un lado, la obesidad, que afecta
en los países industrializados a un número creciente de personas, da lugar a mayor
riesgo de desarrollar gran variedad de alteraciones (enfermedades cardiovasculares,
algunos tipos de cáncer, diabetes, hiperlipemias, litiasis, hipertensión, etc.) por lo que
puede considerarse como uno de los problemas médicos más graves de las sociedades
desarrolladas y, por supuesto, como tal hay que prevenirlo y tratarlo.
La obesidad es consecuencia, en la inmensa mayoría de los casos, de un balance
positivo entre la ingesta real de energía y el gasto. Por ello, cualquier programa efectivo
de pérdida de peso debe de cumplir este requisito: dar la vuelta al balance,
disminuyendo la ingesta y/o aumentando el gasto energético.
Por otro lado, frecuentemente, el concepto de "gordos" y "delgados" tiene más
connotaciones con la moda que con verdaderos riesgos médicos. La obsesión por
adelgazar es una realidad en la sociedad actual, estamos invadidos por imágenes de“cuerpos perfectos” que invitan continuamente a reducir peso y emular al modelo.
Esta presión social puede motivar en muchos casos, el que se sienta una especie de
obligación de adelgazar. Así, perder peso ha dejado de ser un problema exclusivo de
los obesos. Esta preocupación extendida y generalizada, incluso a aquellas personas
que por su índice de masa corporal (IMC) pudieran considerarse con un peso normal
o bajo, puede tener repercusiones para la salud. Por otra parte, esta obsesión ha provocado
una proliferación de dietas y remedios adelgazantes accesibles a cualquier
persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a menudo serias complicaciones.
En este sentido y después de publicada la primera edición de este libro, nuestro
grupo con objeto de obtener información sobre estos aspectos publicó un trabajo
sobre índice de masa corporal y deseo de perder peso (Núñez C y cols, 1998), cuyo
resumen reproducimos a continuación.
Con el fin de conocer si el deseo de perder peso responde a criterios de salud o si
es únicamente una cuestión estética, se ha analizado la relación entre el índice de
masa corporal (IMC), como indicador de obesidad, y algunas actitudes respecto al
peso en un grupo de 254 mujeres aparentemente sanas de 14 a 55 años con diversas
ocupaciones (estudiantes, amas de casa y mujeres que trabajan fuera del hogar)
mediante un cuestionario diseñado para el estudio. Se han analizado igualmente los
tipos de métodos usados para la pérdida voluntaria de peso, así como otros aspectos
del adelgazamiento. La muestra fue clasificada según el IMC de cuatro grupos:
Del total de mujeres estudiadas, sólo un 42% estaban satisfechas con su peso.
De aquéllas con bajo peso, un 35% manifestaron descontento y, de éstas, un 69 %
querían perder peso y sólo un 19% habían intentado aumentarlo. Entre mujeres con
IMC adecuado, un 71% indicó no estar conforme con su peso deseando reducirlo un
95%. En el grupo de mujeres con sobrepeso, sólo un 13% se mostraron satisfechas
y todas las restantes mostraron deseos de adelgazar. El tamaño y volumen de los
muslos (28%), caderas (22%), nalgas (20%) y abdomen (19%) eran los que producían
mayor descontento.
Los métodos más habituales para reducir peso fueron: no comer entre horas (54%),
realizar ejercicio físico (53%) y consumir dietas bajas en calorías (33%). Sólo un 19%
afirmó acudir al especialista. El uso de laxantes (1,5%) y de otros productos de adelgazamiento
(3,5%) fue minoritario.
Por otra parte, esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios
adelgazantes accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede
provocar a menudo serias complicaciones.
Como ejemplo de esta propaganda y publicidad desbordada, todos los años durante
muchos meses, y especialmente en primavera, revistas dedicadas fundamentalmente
a la mujer incluyen páginas especiales e incluso números monográficos sobre
el tema adelgazar. Aparecen igualmente numerosas revistas dedicadas exclusivamente
al tema de perder peso. De igual manera, las librerías tienen secciones en las
que la gran mayoría de los libros dedicados a la dietética son descripciones de dietas
o remedios para adelgazar. Por último, no podemos olvidar el importante efecto que
Internet, la mayor fuente de información en la actualidad, puede tener sobre este
tema, son numerosos los portales así como los anuncios y reclamos publicitarios que
sin ningún tipo de control y rigor aparecen en la red. Es frecuente encontrar frases
del tipo: “pierde hasta 3 kg por semana”, “adelgaza 12 kg en dos semanas”....
Con el fin de aclarar y/o contrarrestar estas informaciones y presiones tan generalizadas,
es necesario hacer estudios serios sobre la efectividad o posibles peligros
de las numerosísimas dietas que circulan accesibles a cualquier persona con el consiguiente
riesgo que pudieran implicar. De ahí el interés de la Fundación Española
de la Nutrición (FEN) para que, dentro del estudio sobre "Dietas mágicas", se incluyera
un amplio apartado dedicado a las de adelgazamiento ya que, como explica
Bender (1994): "quizás donde más se engaña a la gente es en el campo del tratamiento
de la obesidad. Hay millones de personas esperanzadas que siguen las dietas
más increíbles y absurdas". De cualquier manera, aunque muchas de las que aquí
se comentan puedan hacer sonreír, hagámoslo con la mayor consideración ya que,
en muchos casos, son consecuencia de una sociedad que nosotros también hemos
contribuido a crear.
2.1. Algunos antecedentes históricos del miedo a engordar.
Los cánones o patrones de belleza, variables y pasajeros, han respondido a motivos
sociales y económicos. Así, por ejemplo, las mujeres ricas de antaño debían ser gordas
para demostrar que no tenían por qué trabajar y que comían abundantemente. Hoy
en día, en los países desarrollados, la obesidad provoca miles de muertes debido a
enfermedades derivadas del exceso de peso. Y eso “no vende”. Lo que hoy tiene éxito
y se vende es un cuerpo delgado, ágil y esbelto que demuestre a los demás que
puede consumir alimentos escogidos y tiene tiempo suficiente para ir al gimnasio o
hacer deporte. Distintos autores indican que siempre ha habido motivos ocultos
detrás de cada prototipo de belleza: si se quería incrementar el índice de la natalidad
el ideal de belleza se formaba con caderas anchas y senos grandes; si se quería ostentar
la condición de clase social dominante se mostraba la gordura en tiempos de hambruna
o crisis; si se quiere mostrar cuidado de la imagen, selección de alimentos, exaltación
de la juventud y tiempo libre para cuidarse físicamente se muestra un cuerpo
con unas dimensiones de 90-60-90 con cabellos rubios y aspecto frágil, o cuerpos
delgados, casi infantiles; si se quiere mostrar dinamismo, fortaleza física, aventuras
y exploraciones se presenta un cuerpo más musculoso y una tez más curtida.
Parece ser que estos tres primeros
modelos se han alternado en la historia,
aunque quizá por distintos motivos
y con leves variantes. El último es una
variante del tercero, del contemporáneo,
igual que existen otras variantes como
el de la belleza tecnológica. Existe un
modelo más, el postmoderno. El modelo
postmoderno parece haberse liberado
de la estética para transformarse en
bienestar físico, mental, intelectualidad
y educación en valores. No obstante,
el modelo postmoderno no se ha
impuesto en la publicidad. Los ideales
estéticos de hombres y mujeres han
seguido unos pocos patrones, de modo
que el hombre ideal de la Antigüedad
grecolatina, el del Renacimiento y el
contemporáneo son similares. Ahora bien, hablamos de unos pocos patrones en el ámbito de nuestra cultura, ya que si nos asomamos a otras quedaríamos atónitos
ante el ideal de belleza que existe en cada una de ellas.
Si en la antigua Grecia la dieta era un componente del arte del buen vivir, una
técnica de la existencia cuyos secretos podían ser conocidos y practicados por cada
persona en particular, en las sociedades contemporáneas el individuo suele ignorar
los pilares de la dietética, una disciplina que fue convertida en un conjunto mecánico
de instrucciones destinadas a evitar enfermedades y a conformar un cuerpo
que responda estrictamente a los cánones del modelo hegemónico establecido por
los medios de comunicación. Los antiguos no concibieron a la dieta como una obediencia
ciega al saber de otro. Si bien se consideraba conveniente escuchar los consejos del médico, el aprendizaje adoptaba la forma de la persuasión: a la larga cada
quien debía observarse a sí mismo y anotar qué alimento, qué bebida y qué ejercicio
le resultaban más convenientes. Así fue como Platón distinguió dos tipos de médicos:
los que son buenos para los esclavos y se limitan a prescribir dietas sin dar explicaciones,
y los que se dirigen a los hombres libres, que conversan y dan razones
mediante argumentos.
El miedo a engordar podría describirse como un síndrome ligado a la cultura ya
que parece limitarse a ciertas civilizaciones con características psicosociales semejantes.
En la actualidad los factores que favorecen esa fobia a engordar prevalecen
en las culturas occidentales o en las que están muy influidas por ellas. Pero hay distintos
informes que sugieren que esta fobia no es un fenómeno moderno. Algunos
señalan como la reina María de Escocia (1542-1587) y la emperatriz Isabel de Austria
(1837-1898) podrían encontrarse entre las mujeres con esta fobia. Esta última tenía
el enfermizo objetivo de mantener su peso en 50 kilos y su cintura de tan sólo 47
centímetros, con una altura de 1,72 metros. Ella misma inventó sus propias dietas
para adelgazar consistentes en jugo de carne y algo de fruta, y en largas caminatas
diarias de más de 10 kilómetros que agotaban a todas sus damas de compañía, que
tenían que ser relevadas al poco tiempo. La fobia a engordar podría explicarse, en
gran parte, por el desprecio de la obesidad, que no es exclusivo de las sociedades
occidentales actuales. En la época medieval y en el contexto budista se consideraba
que la obesidad era la consecuencia kármica de un fallo moral, mientras que en
Europa el desprecio de la gordura se debía a que en la religión cristiana se consideraba
pecado grave de glotonería. Los casos de anorexia del siglo XVI y anteriores se
describían como la bendita anorexia ya que la restricción dietética se asociaba
preferentemente con la vida religiosa.
Los imperativos de salubridad del siglo XX, presentes en la preocupación por imponer
una alimentación más ligera, han ido de la mano de un nuevo ideal de belleza.
El imperativo de valerse de las dietas para adelgazar, producto de este cambio de mentalidad que comienza a observarse particularmente en el período de entreguerras,
acaso sea uno de los medios de disciplina fundamentales de las sociedades
contemporáneas y, en particular, de las mujeres menores de cuarenta años.
Esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios adelgazantes
accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a
menudo serias complicaciones.
La información de remedios y dietas para adelgazar se amplía día a día y procede
de prensa, revistas especializadas y divulgativas, libros que tratan sobre el tema y
también folletos publicitarios recogidos en herbolarios y farmacias.
Antes de entrar a estudiar monográficamente este apartado, vamos a realizar una
serie de consideraciones en cuanto a las dietas de adelgazamiento. El estado actual
de la ciencia nos indica, como ya se ha comentado, que una dieta de adelgazamiento
ha de ser la consecuencia de un menor consumo calórico en relación con el gasto y
hoy se sabe que debe conseguirse mediante una serie de condiciones:
1. Que esta disminución ha de hacerse hasta alcanzar el peso adecuado y luego
mantenerlo durante toda la vida. Es cierto que en esta afirmación cabe hacer
dos matizaciones. La primera será que, lógicamente, la dietas de adelgazamiento
serán de mayor intensidad en el período en el que se quiera perder peso para
llegar al que corresponda de acuerdo con los índices marcados como, por ejemplo,
el IMC. Ahora bien, una vez obtenido éste, la dieta de mantenimiento, aunque
menos estricta, ha de ser para siempre, para ello se deben conseguir cambios
permanentes en los hábitos alimentarios que ayuden a mantener el control del peso.
2. Que el menor aporte calórico vaya acompañado de un incremento en la densidad
de nutrientes, es decir, que la disminución de las calorías no suponga una
concomitante disminución del resto de nutrientes, lo que originaría verdaderas
carencias.
3. Que la planificación de una dieta de adelgazamiento se realice sobre las bases
del conocimiento de la ingesta calórica previa habitual del individuo al que va
destinada. No hacer una valoración de la misma puede conducir a programar
dietas cuyo contenido calórico sea mayor que el que se venía consumiendo. Es bien sabido que hay personas que mantienen sus condiciones ponderales con
dietas de 4000 kcal mientras que otras no adelgazan con 1500 kcal.
4. Que la dieta programada esté de acuerdo, hasta donde sea posible, con los hábitos
alimentarios del individuo a quien va dirigida y produzca placer o, al menos,
no debe producir rechazo lo que haría difícil su seguimiento, aún cuando es obvio
que al ser la grasa el principal agente palatable y también la principal fuente de
energía, la pérdida de placer puede llegar a dificultar la pérdida de peso.
5. En algunos casos no es conveniente realizar una dieta de adelgazamiento, por
ejemplo, en el proyecto HALE se vio que en el grupo de personas de edad estudiada,
en principio, la pérdida de peso era predictiva de una menor supervivencia
(Bogers RP y col, 2005). Por otro lado, a la hora de describir o criticar una dieta de adelgazamiento no se
puede olvidar el efecto psicológico de la misma, es decir, en muchas ocasiones actúa
simplemente como un placebo. De hecho, algunas dietas, por supuesto sin decirlo,
se basan en dicho efecto que, en definitiva, no es más que un truco- y en este caso este calificativo no es necesariamente peyorativo- para lograr un adelgazamiento
que sigue los principios de la termodinámica. Así, mediante una dieta repetitiva y
monótona a base de una única clase de alimentos, se puede lograr disminuir la ingesta
lo que, indudablemente, supondría un menor consumo de calorías pero, como ya se
ha comentado, esta disminución iría acompañada de déficits o desequilibrios de los
nutrientes necesarios dando lugar a estados carenciales y patologías. Este aspecto
es el que básicamente va a ser analizado en la mayoría de las dietas que se van a
describir en nuestro trabajo junto con la literatura de la que las mismas se rodean y
a las pretendidas acciones fisiológicas con que tratan de sustituir los medios con los
que se llega a una disminución de la ingesta. En definitiva, lo que postulamos es que
no haría falta seguir ninguna de estas dietas concretas y "con nombre propio"
ya que un balance energético negativo y una dieta equilibrada en nutrientes es la única manera sensata y existente, hoy por hoy, de disminuir y mantenerse en el peso
adecuado.
Aunque en este apartado se van a
incluir las "fórmulas dietéticas" para
adelgazar, éstas, lógicamente, encajan
dentro del criterio científico básico disminuyendo
la ingesta calórica con un
contenido en nutrientes adecuado, y
por tanto, no tienen nada de mágicas.
El problema de este tipo de preparados,
como luego comentaremos, es la tendencia
a que puedan dar lugar a un consumo
prolongado, aunque la mayoría de ellas aconsejan que se consuman en ciclos, tratando de completarlos con las dietas habituales.
Además, con este tipo de dietas no se logra cambiar o corregir unos hábitos
alimentarios incorrectos que es, en definitiva, la mejor forma de disminuir de peso
definitivamente.
De cualquier manera, todo lo que se ha dicho hasta aquí y lo que se comentará en
este trabajo se refiere a personas sanas no obesas pues la obesidad es un trastorno
clínico y, como tal, debe ser el especialista quien dirija al enfermo y el encargado de
programar la dieta ajustada según las características del paciente.
2.2. Bases nutricionales para un correcto adelgazamiento.
El sobrepeso es un estado en el cual las reservas de energía, principalmente en
forma de grasa, son excesivas respecto al peso adecuado, considerando éste como
el que da lugar a una mayor expectativa de vida. El organismo humano no es una
excepción a las leyes universales de la energética y esta situación sólo puede producirse
cuando la cantidad de energía ingresada con la dieta es mayor que la gastada
como actividad física, tasa metabólica basal y acción termogénica de los alimentos.
Por tanto, y volviendo a la idea ya subrayada en la introducción de este capítulo, la
situación de sobrepeso u obesidad no puede corregirse a menos que el balance se
invierta, logrando que el gasto energético del individuo sea mayor que el ingreso
(Garrow, 1988).
A modo de resumen, las características de una buena dieta para perder peso deben ser:
Como señala Garrow (1994), si no se cumple el primer requisito, no se podrá reducir
peso; si no se cumpliese el segundo de ellos, el resultado a largo plazo sería una
malnutrición y, en caso de incumplirse el tercero, no se va a seguir la dieta.
Por todo lo anteriormente comentado, las bases para el diseño de una dieta de
adelgazamiento correcta debe tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Conocer la dieta habitual del individuo para poder establecer el déficit calórico
según la ingesta previa de energía.
- Conocer los hábitos alimentarios. Es importante la información sobre el status
económico y familiar, el modelo usual de comidas y las preferencias y aversiones
para poder hacer una elección específica de los alimentos ya que, cuanto más
variada y parecida a la habitual del individuo sea la dieta, mejor será aceptada.
- Orientar sobre el valor nutritivo de los alimentos.
- Apoyo psicológico.
- Fragmentar la ingesta diaria. La distribución fragmentada en varias comidas del
total de alimentos que componen la dieta es muy importante. En primer lugar, para
evitar períodos prolongados de ayuno que pudieran provocar un hambre intensa,
posibles atracones y comportamientos compulsivos. Una buena dieta es aquella
en la que no se llega muy hambriento a la siguiente comida. Por otra parte, no se
puede olvidar que el gasto por la acción termogénica de la dieta y por los procesos
digestivo y metabólico, aunque proporcional a los alimentos que se ingieran,
es superior si la ingesta total de energía se distribuye a lo largo del día.
La base ineludible de una dieta de adelgazamiento es disminuir su contenido en
grasa porque, automáticamente, se convertirá en hipocalórica ya que, como es
sabido, el valor energético de la grasa es 2,25 veces mayor que el de las proteínas o
hidratos de carbono.
La formulación de una dieta de adelgazamiento, que debe tener menos energía
pero igual concentración del resto de los nutrientes, no es fácil y requiere de experiencia
e imaginación, por la dificultad que conlleva vehiculizar en una pequeña
cantidad de alimentos todos los nutrientes y, por tanto, es necesario que los alimentos
que formen parte de una
dieta de adelgazamiento tengan
una alta densidad de nutrientes, por
supuesto y suprimir o restringir el
alcohol. Debido a que este tipo de
alimentos son limitados y dada la
necesidad de que estas dietas sean
variadas para poder ser aceptadas,
es en muchas ocasiones necesario
tener en cuenta la utilización de
suplementos o complejos mineralvitamínicos
personalizados para su
diseño.
En algunas ocasiones existen ayudas didácticas para
conseguir la disminución de energía; por ejemplo la "Dieta
de los Nutripoints" que se basa en evaluar todo lo que se
come dándole una puntuación, los nutripoints, facilitando
el diseño de la dieta hipocalórica. Según sus autores
(Vaterbedian & Mathews, 1991), los alimentos con una
alta densidad de nutrientes y pocas calorías, tienen muchos
nutripoints positivos, mientras que el azúcar, alcohol o
alimentos muy calóricos pero con baja densidad de
nutrientes por unidad de energía tienen muchos nutripoints
negativos. Es necesario compensar los nutripoints
positivos y los negativos y alcanzar 100 al día.
El ejercicio es un buen medio de prevenir la ganancia de
peso. Aparte de su valor intrínseco (movilidad, agilidad,
función cardiaca), un pequeño exceso en la ingesta puede
ser compensado con un pequeño incremento de la
actividad física. El valor del ejercicio es, sin embargo, controvertido
para perder mucho peso aunque está bien establecido
en el tratamiento de personas moderadamente
obesas con buena salud. Hay que recordar, solamente, que
el ejercicio es la otra gran variable en el gasto energético
y que este gasto es proporcional a la duración del mismo
y al peso del sujeto. Es decir, una persona con sobrepeso
gasta más energía para una misma tasa de actividad
que una delgada. Por otro lado, el ejercicio es la única forma
en la que el individuo puede influir voluntariamente
y sin necesidad de fármacos en el incremento del gasto.
2.3. Fórmulas dietéticas como coadyuvantes de las dietas de adelgazamiento.
Las fórmulas dietéticas consisten en reemplazar toda la dieta (dieta rápida) o una
comida (dieta progresiva) por un preparado comercial (en forma de presentación variada:
batidos, galletas, consomé, chocolatinas, natillas e incluso en forma de sándwich)
que aporta suficiente cantidad de nutrientes pero con un bajo contenido energético,
entre 600-900 kcal/día según las diferentes marcas. Existen más de 20 firmas que
comercializan este tipo de preparados que tienen una gran aceptación entre las
mujeres, especialmente durante primavera y verano y su uso está tan extendido que
pueden adquirirse, en ocasiones, de modo indiscriminado, en cualquier canal de
distribución.
Estas fórmulas pueden ser nutricionalmente correctas cubriendo las necesidades
de nutrientes, sin embargo, suelen ser preparados muy ricos en fibra, que por su alto
poder saciante reducen la sensación de apetito, lo que podría disminuir la biodisponibilidad
de algunos nutrientes. Pueden presentar además varios problemas:
Son monótonas y totalmente alejadas de los hábitos alimentarios de la persona.
Por ello, es necesario que se integren en un proyecto dietético global pues se podrá
perder peso pero no se logrará modificar los hábitos inadecuados. Tampoco podemos
olvidar el semi-vacío legal que ha rodeado a este tipo de productos respecto a
algunos de los aspectos nutricionales. Afortunadamente, la directiva 96/8 CE de la
Comisión de 26- Febrero-96 se ocupa de los alimentos destinados a ser utilizados
en dietas de bajo valor energético para reducción de peso, marcando estas directrices,
lo cual indica la preocupación que existe en la Unión Europea hacia el problema
del adelgazamiento incontrolado.
2.4. Clasificación de las dietas estudiadas.
La información de remedios y dietas para adelgazar que vamos a comentar, se
amplía día a día, procede de prensa, revistas especializadas y divulgativas, Internet, libros que tratan sobre el tema y folletos publicitarios recogidos en herbolarios y
farmacias.
Existen sistemas para todos los estilos y gustos; se han encontrado más de 60
dietas específicas distintas, además de todas aquellas combinaciones de alimentos
o menús a los que se atribuye la cualidad de adelgazar y que, prácticamente en cada
revista y cada mes, se nos presentan.
Aunque la clasificación de las dietas encontradas puede hacerse desde múltiples y
variados puntos de vista (características de sus componentes, efecto conseguido,
procedencia, composición, etc.), se ha elegido como criterio para su clasificación,
el fundamento al que atribuyen su eficacia. Así, se podrían dividir en diversos
subgrupos:
2.4.1. Hipocalóricas desequilibradas.
Hay una serie de dietas, con nombre propio que, de hecho, contienen un bajo contenido
en energía y son desequilibradas.
Entre ellas se encuentran las dietas de: la clínica Mayo, toma la mitad, Victoria
Principal, gourmet, cura Waerland, dieta cero o ayuno terapéutico.
Dieta de la Clínica Mayo
En primer lugar, hay que señalar que esta dieta no tiene nada que ver con la prestigiosa
clínica, pero utiliza su nombre con el fin de obtener prestigio y seriedad. Es
muy baja en calorías: aporta 600-800 kcal y se caracteriza por un elevado consumo
de huevos (de 4 a 6 al día) y la exclusión absoluta de productos lácteos. El menú tipo
de esta dieta consistiría en un desayuno compuesto por té o café, un pomelo y dos
huevos duros (1ª semana) y una tostada (2ª semana).
Las comidas se componen de 2 huevos duros o carne con verdura (apio, tomates y
pepinos). El té y café son las únicas bebidas autorizadas.
Es una dieta muy desequilibrada que puede provocar un grave déficit de calcio, ya que
no llega a cubrir ni siquiera el 30% de las ingestas recomendadas (IR). Por supuesto
tampoco sería recomendable para personas con elevados niveles de colesterol.
Dieta toma la mitad
Tras un lema tan simple como es "coma la mitad", mucha gente ha adelgazado pero,
al mismo tiempo, ha reducido a la mitad las ingestas de todos los nutrientes, lo que
a largo plazo podría conducir a numerosos déficits. Se ha comprobado que con menos
de 2000 kcal es poco probable que se puedan cubrir las IR para muchos nutrientes.
El consumo prolongado de este tipo de dieta debería ir siempre acompañado de una
suplementación vitamínica y mineral.
Dieta de Victoria Principal
Programada para siete días, y con el fin de perder 4-5 kg, es una dieta muy baja
en calorías pues está compuesta de ensaladas. Su autora, una conocida actriz de cine
cuyos conocimientos en nutrición desconocemos, aconseja no realizar la dieta durante
la menstruación.
Dieta gourmet
Inspirada en la dieta mediterránea y diseñada por un grupo de dietistas y cocineros
de un centro de salud y belleza italiano, ha sido elaborada con la intención de hacer adelgazar a sus clientes sin excesivos sacrificios. Puede definirse como una
dieta hipocalórica para paladares exquisitos, diseñada a base de ensaladas exóticas,
pollo a la sal, mariscos, ensalada de carne de cangrejos, carpacho de carne cruda al
apio blanco, etc. No hay que abusar del pan (40 g/día, 10 palitos o 8 biscotes) y consumir
raciones pequeñas. Sus creadores afirman que con un poco de ejercicio y estas
exquisiteces se podrán perder hasta 4 kilos en una semana.
Como es comprensible, el factor económico juega un papel fundamental en esta
dieta no sólo por el precio de sus ingredientes, sino también por el coste del curso
acelerado de cocina que deberán hacer muchas personas antes de comenzar a
realizarla.
La cura Waerland
Una cura de hambre muy drástica es la que propone
Ake Waerland, algunos autores la denominan
como "sauna para el estomago y el intestino", y que
consiste en que durante dos días no se puede tomar
otra cosa que agua fresca de manantial, patatas, apio,
semillas de lino y hortalizas. Supone un consumo
calórico total que no supera las 600 kcal.
Dieta cero o ayuno terapéutico
La dieta hipocalórica extrema sería la dieta cero en la que, como su nombre indica,
no hay que comer nada, habitualmente conocida como ayuno terapéutico o ayuno
total. Podría considerarse como un método verdaderamente heroico para perder peso
y, aunque su eficacia es indudable en sujetos con obesidad mórbida, puede resultar
peligroso e incluso mortal, como consecuencia de pérdidas proteicas y de electrolitos.
Existen casos en la literatura de muertes por ayunos prolongados causadas por
una debilidad del músculo cardíaco (Garrow, 1988) por lo que, por supuesto, es una
medida que nadie debería de adoptar sin la consulta del especialista. Sin embargo, un estudio reciente demuestra que más de un 5% de las mujeres americanas utilizan
el ayuno drástico cuando quieren perder peso (Serdula y col, 1994).
Por otra parte, en el ayuno, la rápida disminución de peso que se produce es consecuencia
de una pérdida de masa magra junto a la grasa en la primera etapa. Además,
se ha comprobado que, en personas obesas, la ganancia de peso al suspender el tratamiento
es muy rápida (Bouchard, 1991).
El ayuno total, cuando se realice, debe ser siempre sin privación de agua pues aunque
el ser humano puede afrontar hasta 60 ó 70 días sin consumir alimentos, sin
agua la muerte se produce en pocos días (Grande Covián, 1993). A continuación, se
resumen los efectos secundarios de una restricción energética drástica:
En general, las dietas hipocalóricas, si son desequilibradas, no son inofensivas, pueden
dar lugar a una serie de alteraciones. Provocan un efecto rebote que se traduce
en un aumento de masa grasa y pérdida de masa muscular (NIH, 1993). Por otro lado,
suelen ser monótonas y su principal peligro es que es muy difícil cubrir las necesidades
de todos los nutrientes consumiendo menos calorías de las necesarias (Fishler & Drenick, 1987). Además, es bien sabido que al reducir la cantidad de energía, el
organismo también reduce su gasto metabólico basal. También se ha demostrado
que las dietas con un contenido muy bajo en calorías pueden ocasionar una hipoglucemia
reactiva e intolerancia a la glucosa cuando los sujetos son sometidos a una
sobrecarga de la misma, e incluso complicaciones más serias como arritmias cardiacas
(NIH, 1993). Otras complicaciones pueden ser problemas gastrointestinales, malestar
general, mareos, intolerancia al frío, sequedad en la piel, caída del pelo, contracturas
musculares, amenorrea, insomnio, ansiedad, irritabilidad y depresión.
Otro problema del consumo de dietas hipocalóricas es que su utilización de modo
crónico es un factor de riesgo para la aparición de trastornos alimentarios tan frecuentes
en nuestras sociedades desarrolladas como la anorexia nerviosa y la bulimia
(Story et al, 1991).
2.4.2. Disociativas.
Se basan en la teoría de que los alimentos no engordan por sí mismos sino al consumirse
según determinadas combinaciones, por lo que se puede comer de todo pero
no durante la misma comida. Estas dietas reniegan de las calorías e incluso pretenden
desafiar el primer principio de la termodinámica. No limitan la ingesta de alimentos
energéticos sino que tratan de impedir la absorción y utilización de la energía y
nutrientes procedentes de los mismos y ello dicen conseguirse no consumiéndolos
a la vez (disociación de los alimentos).
Conviene recordar que, generalmente, en los tratados de fisiología, los autores se
ven obligados, debido a la enorme complejidad de esta ciencia, a parcelarla, fronterizarla
y estudiar por separado cada uno de los sistemas que forman y actúan en el organismo, por ejemplo, en sistemas circulatorio,
digestivo, respiratorio, renal, nervioso,
etc, lo que podría llevar a pensar que dichos
sistemas actúan independientemente cuando
en realidad, como es bien sabido, no es así,
sino que existe un todo armonizado y en el
que tienen lugar las diferentes funciones
perfectamente sincronizadas e interdependientes.
De igual manera, al concretar en el estudio
del sistema digestivo y, dada su complejidad,
pudiera parecer que los procesos
que tienen lugar en el mismo se realizan de
manera aislada existiendo una digestión
independiente para los diferentes nutrientes,
que es lo que preconizan las dietas disociativas.
Así, existiría una digestión para los
hidratos de carbono, otra para las grasas y
otra para las proteínas, minerales o vitaminas, independientes entre sí, cuando la
realidad es que la digestión actúa como un todo y los procesos que la componen
están absolutamente armonizados siendo su función, precisamente, digerir una
dieta en la que van a aparecer estos componentes conjuntamente. Nuestro digestivo
se ha ido adaptando, desde los comienzos del proceso evolutivo hasta nuestros
tiempos, a las combinaciones más o menos complejas de distintos alimentos que el
hombre viene consumiendo. Los enzimas digestivos encargados de modo específico
de hidrolizar los macronutrientes contenidos en los alimentos en moléculas mucho
más pequeñas que puedan ser absorbidas - monosacáridos en el caso de los hidratos
de carbono, aminoácidos en el caso de las proteínas y ácidos grasos o glicerina
en el caso de las grasas, actúan conjuntamente.
Por otra parte, todas las dietas disociativas podrían criticarse en cuanto a la clasificación
que hacen de los alimentos. Así, por ejemplo, se considera al pan blanco
como un elemento exclusivamente hidrocarbonado cuando también tiene entre un
7-10% de proteína y cierta cantidad de grasa. La leche no se puede considerar como
un alimento exclusivamente proteico, ya que aún la descremada es una alimento
mixto, rico en proteínas pero también en hidratos de carbono (lactosa); y en las
verduras, aunque en general destaca su contenido vitamínico y mineral, también
aparecen hidratos de carbono y proteínas.
Pero el éxito inicial de estas dietas es fácil de comprender, pues "ordenan" los hábitos
de personas habituadas a comer desordenadamente y, lo que es más importante,
la estimación de su contenido calórico indica que la mayoría de ellas se podrían
clasificar en el apartado de hipocalóricas. Las dietas disociadas podrían conducir a
deficiencias temporales, aunque en realidad la disponibilidad de nutrientes no
suele verse excesivamente afectada. Se puede decir que la reducción de la ingesta
calórica en la dieta es la responsable de la pérdida de peso, independientemente de
la composición en macronutrientes de ésta (Sacks FM y col, 2009).
Dentro de ellas se pueden incluir: Dieta disociada de Hay, régimen de Shelton,
dieta del ejército israelí, de Montignac, de las tres columnas, la antidieta, dieta de
Rafaella Carra, de Kohnlechner, de Marianne Laconte.
Dieta disociada de Hay
Es la pionera y la precursora de todas ellas pues apareció en los años 20. Se basa en
que las proteínas y los hidratos de carbono no pueden ingerirse simultáneamente,
ya que no pueden ser digeridos y asimilados juntos, pues las proteínas requieren para
su digestión un medio ácido, y los hidratos de carbono, un medio alcalino. Establece
una serie de incompatibilidades que, según su autor, son las que hacen aumentar
de peso.
En principio, la dieta Hay es un buen ejemplo de un sistema dietético inofensivo
pero basado en conceptos completamente erróneos. Cualquiera que tenga un conocimiento elemental de la fisiología de la digestión sabe que nuestro aparato digestivo
es capaz de digerir sin la menor dificultad los innumerables alimentos que contienen
proteínas e hidratos de carbono en las más variadas proporciones. La digestión
de las proteínas comienza en el medio ácido del estómago y continúa en el
medio alcalino del intestino. La fase final de la digestión proteica y de los hidratos
de carbono se verifica simultáneamente en el medio alcalino del intestino. Además,
los enzimas encargados de las distintas actividades digestivas son exquisitamente
específicos y nada indica que los que actúan sobre las proteínas sean menos activos
en presencia de hidratos de carbono y viceversa.
Régimen de Shelton
Realiza la división de grupos de alimentos por comidas: en el desayuno consumir
lácteos, en la comida carnes y en la cena verduras. Este régimen también se puede
clasificar dentro del apartado de las dietas hipocalóricas.
Régimen de Antoine
Cada día está dedicado a un grupo de alimentos, durante el cual se puede tomar
la cantidad que se desee de los alimentos de dicho grupo con la única condición de
no mezclarlos con otros alimentos. Ej: los lunes sólo carne, la cantidad que se desee;
los martes, verduras; los miércoles, sólo huevos, etc. Este régimen debe realizarse
durante una semana y se debe repetir una vez al mes. Promete una pérdida de 3-4
kilos por semana.
Es una dieta disparatada y carente de toda
base científica que, finalmente, resulta bastante
hipocalórica. Pero puede llegar a deteriorar
el funcionamiento normal del intestino
ya que el régimen incluye días en los que prácticamente
no hay aporte de fibra o hidratos de
carbono (como el día a carnes) y otros con
una sobrecarga de los mismos.
Dieta del ejército israelí
Muy similar a la anterior y basada también en el principio de disociación, es otra
dieta que puede presentar riesgo. Consiste en "sobrevivir" durante períodos consecutivos
de dos días, comiendo un único tipo de alimento: dos días sólo queso, dos
días ensaladas, dos carne de ave, etc. Es una dieta monótona y, considerando la alta
actividad realizada por el ejército israelí, estamos seguros que no ha sido diseñada
ni consumida por él.
Método para adelgazar de los Doctores Eades
Este método se basa en que el organismo se equilibra o desequilibra dependiendo
de la combinación de alimentos que llevemos a nuestra mesa, y que hay que combinarlos
adecuadamente para que adelgacen en lugar de engordar.
Dieta de Montignac
La idea fundamental es evitar las mezclas de lípidos e hidratos de carbono eliminando
todos aquellos alimentos que en su composición tengan estos dos macronutrientes
(por ejemplo, la leche, excepto la desnatada).
Limita las fuentes de aporte glucídico estrictamente a los alimentos ricos en fibra.
Prohíbe el azúcar, el pan (excepto el integral, en el desayuno), patatas, pastas y arroz.
La fruta debe consumirse sola pues si se consume con lípidos o proteínas queda
retenida en el estómago y no es digerida; al contrario, por efecto del calor y la humedad
se fermentará, perderá sus vitaminas y alterará el metabolismo de las proteínas.
La fruta al final de las comidas puede ser considerada como un verdadero "veneno".
Es un régimen basado en premisas falsas, como que la causa de un exceso de peso
es en todos los casos un funcionamiento defectuoso del páncreas. Si éste cumple su
función secretará dosis de insulina necesaria para tratar la glucosa; si está en mal
estado provocará un hiperinsulinismo, transformando la glucosa en grasas de reservas.
Como es sabido, para personas sanas que quieran perder algunos kilos de peso,
existen mecanismos homeostáticos que regulan toda la funcionalidad hepática y
pancreática y que nada tienen que ver con el desarrollo de obesidad.
Actualmente esta dieta vuelve a estar de moda, ya que su autor Michel Montignac,
afamado hombre de negocios, ha publicado un nuevo trabajo, durante el año 2008,
basándose en las mismas bases erróneas.
Dieta de las tres columnas
Divide los alimentos en tres grupos: el grupo I incluye alimentos fundamentalmente
proteicos, carnes de todo tipo, pescados, mariscos, huevos, lácteos, frutos
secos; el grupo II té, verduras, aceite y mantequilla, agua y el grupo III, fundamentalmente
alimentos ricos en hidratos de carbono: pan, harina, patatas, arroz, azúcar,
chocolate, etc. Se puede comer de todo sin combinar alimentos de los grupos I y II.
La antidieta
Esta dieta se puede encuadrar también dentro
de las dietas disociadas ya que se basa en
el principio de que lo importante no es sólo
lo que se come sino también cuando y en qué
combinaciones, por lo que pertenece al tipo
de dietas disociativas en las que los hidratos
de carbono y las proteínas no se consumen
juntos y la grasa se utiliza con sobriedad.
Además, tiene en cuenta una serie de ciclos
naturales del cuerpo:
Según los autores de la antidieta, para rebajar de peso "el secreto reside en liberarse
de los desechos tóxicos, ya que una situación de toxemia en el sistema constituye
la base para ir ganando peso en forma excesiva. Los excesos de toxinas corporales
son los precursores de la obesidad. La primera manera en que se produce la
toxemia es por mediación del proceso de metabolismo. Las células viejas son tóxicas
y deben ser retiradas del sistema tan pronto como sea posible mediante cuatro
vías de eliminación: intestino, vejiga, pulmones y piel. Mientras haya una cantidad
suficiente de energía a disposición del cuerpo, los desechos serán eliminados. La
segunda forma es por subproductos de alimentos que no han sido adecuadamente
digeridos. Nada favorece tanto al ciclo de apropiación como la adhesión estricta a
los principios de la adecuada combinación de alimentos. El estómago humano no es
capaz de digerir más de un alimento concentrado a la vez".
Según los autores de la antidieta hay otros principios que ayudan a eliminar toxinas
y que nos permiten perder peso:
- "Alimentos con alto contenido en agua: sólo 2 alimentos responden a esta exigencia
- Frutas y verduras-. Cualquier otro alimento puede considerarse concentrado
(se ha eliminado el agua). Nuestro cuerpo es 70% de agua". Por eso, según
los autores de la antidieta, "la dieta debe estar constituida por un 70% de frutas
y verduras y 30% de alimentos concentrados: pan, carne, lácteos, legumbres. No
basta con beber agua, que además si es ingerida durante las comidas ejerce un
efecto debilitante, ya que en el estomago hay jugos digestivos que están actuando
sobre la comida. Si al comer se bebe agua, se diluyen estos jugos y se impide
una correcta digestión de los alimentos".
Entre otras orientaciones de la antidieta, sin ningún tipo de justificación científica,
están las siguientes: "si se tiene hambre se puede comer fruta 3 horas después
del almuerzo ó 3 horas después de la cena". "Es importante usar aderezos y condimentos
que no lleven aditivos, conservantes químicos, azúcar o glutamato pues estos
sólo agregan toxinas al cuerpo". "Evitar vinagre: es un fermento que suspende la digestión salival y retarda la digestión de
almidones". "Sólo consumir pan hecho de
harina integral".
También se cuestiona la utilidad de los
lácteos y aconseja el consumo de otros alimentos
que contienen calcio: verduras de
hoja verde, nueces crudas, semillas de
sésamo.
Dieta de Rafaella Carra
Se basa en no mezclar jamás hidratos de carbono y proteínas y con ideas pintorescas,
como que todo lo que se consuma antes de las 8 de la mañana (límite improrrogable)
no va a engordar; así, se puede tomar un suculento desayuno con pastas,
azúcar, pan, mantequilla, mermelada, fruta, café, huevos, jamón, yogur, chocolate,
en resumen, todo lo prohibido, pero es fundamental acabar el desayuno antes de las
8 de la mañana. También mantiene otras ideas infundadas como que la fruta debe
ingerirse como mínimo 2 horas antes ó 2 horas después de las comidas para que no
engorde.
Dieta de Kohnlechner
Basada en la teoría de que los lípidos por sí solos no hacen engordar sino únicamente
cuando se toman al mismo tiempo que los hidratos de carbono, por lo que
prescinde del azúcar y todo lo dulce y restringe el consumo de hidratos de carbono
a un 10% del total calórico, ingiriéndose sólo con el desayuno en forma de panecillos.
Esta dieta también la podríamos encajar, por tanto, como una dieta excluyente, de
las que luego se hablará.
Dieta de Marianne Laconte
Su lema es "adelgace sin privarse de calorías". En esencia, indica que no se deben
mezclar jamás en una misma comida féculas y proteínas o azúcares y frutas.
2.4.3. Excluyentes.
Se basan esencialmente en eliminar de la dieta algún nutriente. Desde un punto
de vista teórico, el hecho de que una dieta suprima determinado alimento no supone
ningún problema ya que lo que el individuo necesita es energía y nutrientes y
estos se pueden conseguir a través de las más variadas combinaciones de alimentos
así, si no obtuviéramos la proteína de los alimentos de origen animal se podría suplir
a partir de la de leguminosas, aunque sería necesaria una mayor cantidad de las mismas
para cubrir los requerimientos. Sin embargo, el hecho de eliminar un nutriente
es contrario a su propia definición: "sustancia que el organismo necesita y no puede
sintetizar, por lo que debe ser aportada por la dieta, y cuya carencia producirá
una determinada patología que sólo se corregirá administrando dicho nutriente".
Por tanto, una dieta basada en la exclusión de un nutriente no tiene justificación
desde el punto de vista nutricional y sí, por el contrario, ocasionará graves problemas
de salud que conducirían, si la situación se prolonga, a la muerte irreversiblemente.
Dentro de este apartado se pueden diferenciar tres grupos:
A. Dietas cetogénicas.
Ricas en grasas, sin hidratos de carbono.
Entre estas dietas podemos mencionar la de Atkins, de Pemmington, de Lutz, de
South Beach, …
Dieta de Atkins
A pesar de ser la más famosa e imitada de este tipo de dietas, la dieta Atkins no es
ni mucho menos original, pues su precursora, la "Dieta de Banting", procede del
siglo pasado (1863). Es una dieta cetógena que consiste en reducir al máximo el consumo
de hidratos de carbono (cereales, féculas, leche y derivados -por la lactosa,
excepto el queso y la nata- legumbres, azúcar y productos azucarados) pero sin
marcar ninguna limitación sobre lípidos (margarina y aceites) y proteínas.
Un día de la dieta Atkins consistiría en:
DESAYUNO: compuesto por huevos con jamón o tocino, tortilla, pescado ahumado
y un filete.
COMIDA: bistec con ensalada, asado de cerdo con verduras, trucha con espinacas,
filete de ternera recubierto de queso y tomates rehogados.
CENA: pollo asado con ensalada, chuleta de cordero con guisantes, cóctel de
gambas con mantequilla.
Además, se deben hacer 6 pequeñas comidas o "tentempiés", cada 3 ó 4 horas.
Todos los alimentos deberán contener alguna cantidad de proteína. No debe
omitirse el desayuno.
Se debe reducir la ingestión de cafeína (café y cola): como máximo 3 cafés al día.
Eliminar el alcohol, "actuaría como hidrato de carbono, impidiendo la movilización
de la grasa".
Se debe realizar el máximo ejercicio posible.
Si analizamos su perfil calórico, el 67% de la energía procedería de las grasas, un
30% de las proteínas y sólo un 3% de los hidratos de carbono, lo que se aleja en gran
medida del perfil ideal recomendado para una dieta equilibrada. Sería altamente
hipercolesterolémica.
Según Atkins, la dieta a base de grasas estimula la secreción de acetona y de movilizadores
de las mismas, suprimiendo la sensación de hambre y provocando una
disminución de peso. Como ejemplo, se fundamenta en la imposibilidad de que los
lípidos se transformen en grasas de reserva sin un aporte glucídico. Su principio es
el siguiente: "cuanto menor disponibilidad tenga el organismo de los combustibles
más fáciles (alcohol e hidratos de carbono), más plenamente utilizará el combustible
de almacenamiento: la grasa orgánica". "Hay que contar los hidratos de carbono en
vez de las calorías. En este sentido, en estudios como los llevados a cabo por Yang & Van Itallie (1976) en sujetos obesos comparando una dieta mixta y una dieta con
una alto contenido en grasa, ambas del mismo valor energético (800 kcal/día)
durante 10 días, se observó una pérdida de peso de 278 g/día para la dieta mixta y
462 g/día para la cetógena. Pero la pérdida de grasa fue la misma para las dos
dietas (165 g/día). La dieta con un alto contenido en grasas produjo una mayor
pérdida de nitrógeno, además de una mayor pérdida de agua.
Para Atkins "la insulina es la hormona responsable del incremento
de peso", "la ingestión de azúcar o de cualquier hidrato
de carbono, no hace sino agravar todavía más la insuficiencia
de azúcar en la sangre, alterando el ya desequilibrado
metabolismo insulínico". "El azúcar es el aditivo alimentario
más peligroso del mundo. Nuestra adición más común: puro,
blanco y mortífero".
Es decir, considera a la obesidad un trastorno puramente
metabólico común que se debe a los hidratos de carbono y
olvida por completo que en el 90% de los casos, como ya hemos comentado, la obesidad es producida por un desbalance energético. Realmente,
si analizamos esta dieta se observa que tiene una densidad de nutrientes muy baja y
es muy pobre en fibra, por lo que el propio Atkins recomienda consumir megadosis
de vitaminas y minerales, lo que el denomina "dieta supervitamínica" ya que las dosis
diarias recomendadas no bastan, y la utilización de laxantes para paliar la falta de
fibra.
Dieta de Pemmington
Permite un libre consumo de proteínas y lípidos con una baja ingesta de hidratos
de carbono. Es esencialmente cárnica complementada con mantequilla y zumos de
fruta.
Dieta Lutz
Limita los hidratos de carbono, aunque no de manera tan drástica como la dieta
Atkins que los excluye totalmente, y aconseja consumir carnes y grasas sin limitaciones.
Según Lutz el hombre se ha desarrollado como cazador y carnívoro durante
milenios y, por tanto, su metabolismo se ha orientado hacia la nutrición animal por
lo que nuestros enzimas digestivos no pueden haber evolucionado. Su obra se titula"Vivir sin pan" ya que, para Lutz, "el elevado consumo de hidratos de carbono al que
nos hemos acostumbrado está en contra de nuestra fisiología, y con el consumo
habitual de hoy en día se va a producir un exceso de glucosa que puede transformarse
en grasa".
Dieta de South Beach
La dieta de South Beach fue creada por un cardiólogo Arthur Agatston y se basa
en los planteamientos de la dieta Atkins, pero realizando menos restricciones. Según
su creador esta dieta nos permite perder 3 kilos a la semana sin pasar hambre. Se
divide en tres fases, en cada una de ellas existe un lista de alimentos permitidos y
prohibidos. En la primera de ellas se excluyen pan, azúcar, arroz, frutas, etc, y poco
a poco, en las siguientes fases se van introduciendo algunos de los alimentos restringidos,
hasta llegar a la tercera fase, de mantenimiento, en la que la exclusión de
alimentos es menor, esta última fase comienza cuando se ha alcanzado el peso
ideal y se debe mantener de manera habitual.
¿Por qué las dietas cetogénicas suelen tener tantos seguidores?:
Con estas dietas se puede comer casi todo lo que las demás prohíben y, por el contrario,
se puede prescindir de todo aquello que hace a las dietas aburridas (verduras,
ensaladas..) y poco palatables, ya que la grasa es el agente palatable por excelencia.
El origen de la pérdida de peso provocada por estas dietas se debe principalmente
a una gran pérdida de agua y a una disminución de las reservas de glucógeno, que
también se almacena hidratado. Es bien sabido que en el ayuno o cuando la energía
de la dieta deriva principalmente de grasa y proteínas existe una pérdida del
glucógeno hepático y muscular, que además está hidratado, lo que hace que se pueda
conseguir una importante pérdida de peso, de hasta 3 kilogramos, a expensas del
mismo y de su agua de hidratación, aunque esta pérdida puede originar un estado
de fatiga e incluso una deshidratación relativa. Otra causa de la posible pérdida de
peso que producen es que, al cabo de unos días, conducen al aburrimiento entre sus
consumidores, lo que hace que el sujeto autolimite el propio consumo de alimentos.
Así, estudios realizados sobre personas sometidas a diferentes tipos de dietas, ricas
en grasa o dietas mixtas, demostraron que la pérdida de grasa corporal era muy similar y por tanto la rica en grasa no produce, como preconiza Atkins, mayor pérdida de la
misma que una dieta mixta del mismo valor calórico, pero sí, por el contrario, una
mayor pérdida de agua corporal.
Dentro de los principales inconvenientes se encuentra que la dieta cetogénica implica
una sobrecarga funcional muy importante para el hígado al producirse en esas
circunstancias un gran aumento de la gluconeogénesis para poder suministrar la
cantidad de glucosa mínima que el organismo requiere al no ingerir suficientes
hidratos de carbono con la alimentación (Cabo, 1995). Pero este proceso va a dar
lugar a la producción de una excreción considerable de residuos metabólicos provenientes
de la combustión de grasa o desdoblamiento de proteínas (alteraciones
metabólicas: acidosis metabólicas). Otra consecuencia común de estas dietas es
producir cetosis (aumento de concentración de cuerpos cetónicos en sangre y su eliminación
por la orina y de acetona por el aire expirado), de ahí el nombre de dietas
cetogénicas.
Además, debido al contenido excesivo en grasa de la dieta, es muy frecuente que
se produzca un aumento del colesterol sanguíneo, un aumento de ácido úrico y una
sobrecarga renal de solutos, a la vez que una disminución en los niveles de potasio,
lo que puede provocar indeseables arritmias cardíacas. También pueden originar déficits
en varios nutrientes así como falta de fibra e incluso obstrucciones intestinales
(Balabansky, 1985). Estas dietas son especialmente peligrosas durante el embarazo
por que para el buen desarrollo del feto es muy necesario un metabolismo de hidratos
de carbono adecuado.
Se puede concluir que las dietas cetogénicas no tienen ninguna base científica
sólida y sí muchos datos en contra de su utilización pues, además, no fomentan unos
hábitos alimentarios correctos y, lo que es peor, se ha demostrado reiteradamente
su fracaso en mantener la pérdida de peso lograda cuando se vuelve a la alimentación
habitual, dando lugar a un efecto rebote, a veces pavoroso.
B. Ricas en hidratos de carbono, sin proteína ni grasa
Entre estas dietas se recogen: dieta del Dr. Hass, de Ornish, de Pritikin, saciante,
detox, del arroz integral, del plátano, Plan F...
Dieta del Dr. Haas
Un 80% de la energía procede de los hidratos de carbono (cereales, legumbres,
hortalizas y frutas) con bajo aporte calórico (excepto si se cae en la tentación de
comer tartas, bombones, etc., lo que, por supuesto, invalidaría el sistema del Dr. Haas).
Su consumo continuado puede ocasionar carencias vitamínicas y proteicas.
Dieta de Ornish
Limita al máximo las grasas, permitiendo que sólo un 10% de las calorías provengan
de dicho nutriente, un 20% de las proteínas y un 70% de los hidratos de carbono.
Se trata de una dieta prácticamente vegetariana, que elimina la carne y los derivados
lácteos. Además, como aspecto controvertido prohíbe el consumo de pescados
y nueces pero, por otra parte, considera necesaria la suplementación de la dieta con ω-3 para mejorar el perfil lipídico. No limita las calorías, promueve las comidas ricas
en fibra y el ejercicio físico junto a la meditación.
Dieta del Dr. Pritikin
Dieta de hidratos de carbono extremadamente pobre en grasa, compuesta esencialmente
de cereales integrales, frutas y verduras, etc. Sus principales limitaciones
son no contener ácidos grasos poliinsaturados y aportar una cantidad de proteína
escasa. Además de una dieta hipocalórica, el sistema Pritikin añade un programa
adicional de ejercicio con lo que se puede conseguir una mayor pérdida de peso.
En América, ha adquirido un gran éxito, hasta tal punto que algunos restaurantes
ofertan "menús Pritikin" especiales para quienes desean también fuera de casa
permanecer fieles a su dieta.
Dentro de las dietas ricas en hidratos de carbono, también se encuentran las que
se fundamentan en un elevado consumo de fibra como, por ejemplo, el Plan F, basado
en cereales, legumbres, frutas y cereales o la dieta del plátano -que consiste en
consumir 5 plátanos al día junto con leche desnatada, verduras, ensalada y carne de ave. Hay que tener en cuenta que un aporte excesivo de fibra puede provocar trastornos
intestinales (flatulencia, diarrea) y fenómenos carenciales (disminución de la
biodisponibilidad de determinados nutrientes como hierro y zinc). Otro problema de
este tipo de dietas, aparte de las posibles carencias nutricionales, especialmente a
nivel proteico, es que aunque los hidratos de carbono sacian rápidamente, enseguida
se vuelve a tener hambre.
C. Ricas en proteína, sin hidratos de carbono ni grasas
En general, la reducción del valor calórico de la mayor parte de las dietas de adelgazamiento
consiste en una limitación de su contenido en grasas, seguido de los
hidratos de carbono, por lo que la mayor parte de dichas dietas tiene un porcentaje
de proteínas superior a las dietas habituales. Pero, en concreto, hay un grupo de dietas
que aportan cantidades más elevadas con objeto de evitar pérdidas de proteínas
corporales.
Se basan en el mayor efecto saciante de las proteínas e incluso en la posibilidad
de que su exceso provoque la supresión del apetito al producir una movilización de
cuerpos cetónicos. En general, los únicos alimentos permitidos son las carnes y pescados
a la plancha junto con ensaladas y verduras. Pueden afectar al hígado y al
riñón produciendo una sobrecarga.
Dentro de estas dietas podemos mencionar: régimen de Scardale, dieta de
Hollywood, de Cooley...
Régimen de Scardale
Inventada por el cardiólogo Hermann Tarnower, de Scardale, en el Estado de Nueva
York, es una dieta en la que principalmente se eliminan las grasas. Se apoya en el
consumo proteico y es, por tanto, un dieta hiperproteica a base de carne magra,
frutas y verduras y, que prohíbe leche, pan, arroz, patatas y dulces. No se puede usar
aceite como condimento; está totalmente prohibido el alcohol, leche o zumos de
frutas; entre horas, se pueden tomar sólo zanahorias y apio en la cantidad que se
desee; no se debe consumir patatas, pasta o pan común, dulces ni helados; el café
y té se deben tomar sin azúcar.
Se especifica lo que hay que comer, durante 14 días, no pudiendo hacer ningún
tipo de variación. Se puede reducir el peso en un kilo diario, siempre y cuando se
haga al pie de la letra. Aporta de 1.000 a 1.200 kcal diarias.
Dieta de Hollywood
Régimen extremo que prescinde de todo tipo de hidratos de carbono y que sólo
permite un mínimo de energía, aproximadamente 600 kcal. Aunque hoy en algunas
revistas se ha relanzado, es la “tatarabuela” de las dietas ya que su origen se remonta
a los años 20. Su publicidad en estas revistas promete pérdidas de 6 kilos en 18
días. Es muy extrema con importantes déficit y puede provocar situación de cetosis
y problemas renales.
El análisis del perfil calórico de esta dieta muestra que un 90% de la energía procede
de las proteínas, un 10% de la grasa y 0% de los hidratos de carbono, lo cual
es disparatado.
Aunque afirma que se debe seguir la dieta estrictamente, no pudiendo intercambiar
los alimentos del menú, también incluye un listado de alimentos permitidos y
prohibidos:
Dieta Cooley
Permite el consumo de gran cantidad de proteínas, pero pocos hidratos de carbono
y, a ser posible, nada de grasa lo que eliminaría el aporte de los ácidos grasos
esenciales. La dieta contiene menos de 750 kcal durante 10 días, de las cuales el 50%
provienen de las proteínas.
Dieta de la USP (Universidad de Sao Paolo)
A pesar de tener este nombre, dicha universidad no confirma la autoría de esta dieta.
Se recomienda seguir una determinada combinación de alimentos durante dos
semanas. Es una dieta con un elevadísimo contenido en proteína y apenas hidratos
de carbono, así el jamón, los huevos y el café son los tres principales ingredientes.
Dieta de la Zona
Dieta hiperproteica, con un aporte limitado de hidratos de carbono. Existe un plan
individualizado para la persona según su actividad física y su porcentaje de grasa en
el cuerpo. El 40% de las calorías deben proceder de hidratos de carbono, 30% de
grasas y 30% de proteínas.
Dieta de la proteína líquida
Esta dieta, que en Estados Unidos ocasionó más de 60 muertes, se basa en el
consumo de una sustancia obtenida de la piel de vaca (hidrolizado de proteínas).
La hidrólisis de proteínas da lugar a la liberación de los aminoácidos, pero una hidrólisis ácida destruye aminoácidos esenciales como el triptófano. No se sabe la causa
certera de las muertes pero alteraciones, principalmente cardíacas, precedieron a las
mismas.
Dieta de los astronautas
Esta dieta se hizo famosa a principios de los años 80. Es una dieta en polvo hiperproteica
que se complementa con tabletas y polvos de vitaminas y minerales.
Dieta de la última oportunidad
Otra dieta hiperproteica, peligrosa, es la conocida como “the last chance diet”
(la dieta de la última oportunidad), es muy parecida a la anterior y popularizada en
América en los años 70, produjo al menos 46 muertes y aunque no fue posible determinar
la causa concreta, si se encontraron alteraciones del ritmo cardiaco, taquicardias
y fibrilaciones auriculares.
Realmente, se ha demostrado que las dietas hiperproteicas causan una supresión
del apetito debido a la movilización excesiva de grasa y a la formación de cuerpos
cetónicos. También se ha demostrado que el elevado efecto termogénico de las
proteínas, así como su bajo coeficiente de digestibilidad, reduce las calorías netas
utilizables del alimento si se comparan con una dieta equilibrada del mismo contenido
calórico. Este efecto producido por la ingestión proteica es debido principalmente
al proceso digestivo así como a una energía extra requerida por el hígado
para la metabolización de aminoácidos. Aunque desde este punto de vista las
dietas hiperproteicas podrían ser válidas, es necesario tener en cuenta otros muchos
factores: sobrecarga renal, riesgo potencial sobre el hígado, aumento de los niveles
de ácido úrico y depósitos de cristales en las articulaciones, desbalance electrolítico
o pérdida del tejido magro. Además, está demostrado que en mujeres postmenopáusicas
se podrían acompañar de una disminución en la absorción de calcio, lo que
podría contribuir a aumentar el riesgo de osteoporosis. Por otra parte, estas dietas,
al disminuir al máximo el consumo de grasa se pueden considerar como poco
placenteras.
Finalmente, una dieta hiperproteica y a la vez hipercalórica no tendría ninguna
utilidad en la pérdida de peso pues el exceso de proteínas se transforma en grasa en
el hígado y se almacena en los depósitos adiposos, es decir, también contribuyen a
un aumento de peso, efecto contrario al que se busca con ellas. En resumen, puede
afirmarse que no existe ningún experimento serio que demuestre que la cantidad de
grasa perdida dependa de la composición y no del déficit calórico de la dieta.
Una estudio, recientemente publicado (Sacks FM y col 2009), sobre el efecto de las
dietas con diferente proporción en lípidos, hidratos de carbono y proteínas confirma
todo lo anteriormente indicado, no encontrándose diferencias significativas en
ningún caso.
2.4.4. Psicológicas.
Es indudable que en muchos casos la obesidad tiene un componente psicológico
claro y, por tanto, estos planteamientos pueden ser útiles cuando la mayor ingesta
de alimentos es consecuencia de alteraciones emocionales o psíquicas. Hay que tener
en cuenta que a través de estrategias psicológicas se puede conseguir reducir el
consumo calórico, aspecto positivo y nada criticable, pero siempre sin olvidar que la
disminución en la ingesta no debe repercutir en el resto de los nutrientes, como ya
se ha comentado en repetidas ocasiones.
Sin embargo, algunas de las llamadas dietas psicológicas no tienen base psíquica
lógica ni desde luego nutricional.
Como ejemplos de algunas dietas psicológicas con nombre propio están las siguientes:
Terapia de comportamiento
Trata de controlar los estímulos que rodean a la alimentación como, por ejemplo,
comprar los alimentos después de comer, hacer las compras a partir de una lista previamente
elaborada, reemplazar las comidas entre horas por el ejercicio, guardar los
alimentos fuera de la vista, no dejar los platos sobre la mesa, evitar servir en la mesa,
quitar la mesa inmediatamente después de las comidas, etc.
Igualmente, hace hincapié en el control de la ingestión de alimentos: dejar
descansar el tenedor entre cada bocado, masticar bien antes de tragar.
Reforzar estos comportamientos con ayuda de la familia y de las amistades.
Su principal objetivo, además de perder peso, es modificar los hábitos
alimentarios, lo que es absolutamente recomendable.
Dieta de los weight watchers
Tiene su origen en los años 30 como consecuencia de la intuición de una ama de
casa americana (Jean Nidetch) que decidió invitar a algunas amigas para darse
mutuamente ánimos y seguir juntas una dieta. Es un régimen equilibrado en torno
a las 1200 kcal para las mujeres y 1500 kcal para los hombres. Los consejos dietéticos
respetan el equilibrio alimentario, aunque con una limitación en la ingesta de
grasa. Su eficacia está basada en la terapia de grupo, con control de peso semanal
y sesiones de autocrítica. Los monitores son antiguos obesos que reciben una formación
especial. Podríamos equiparar a los "weight watchers" con los "alcohólicos
anónimos". Bien organizados pueden tener resultados satisfactorios en el tratamiento
de pacientes obesos (Davidson y Passmore, 1986).
Psicodieta
Afronta los problemas psicológicos y emotivos que tienen muchas personas relacionados
con la comida. Hay diferentes alternativas según las distintas características
psíquicas de cada persona y han sido clasificadas en 4 grupos:
- Regresiva: dieta a base de alimentos de sabor dulce, indicada para personas
que tienen dificultades para renunciar al azúcar y productos dulces.
- Agresiva: dieta a base de alimentos crujientes de sabor muy definido, indicada
para personas que tienden a canalizar sus tensiones masticando.
- Defensiva: dieta ideal para aquellos que buscan en los alimentos una defensa
y compensación emocional, al tiempo que energía. Estas personas necesitarían
hidratos de carbono, preferiblemente complejos.
- Depresiva: dieta basada en platos rápidos, muchas veces preparados, que
pueden ser conservados en el frigorífico y consumidos rápidamente, ya que las
personas de este grupo no son aficionadas a la cocina.
El objetivo es común en todos los casos: reducir peso sin eliminar totalmente los
alimentos que sirven de compensación psíquica.
Dieta mental
Plan para adelgazar modificando las estructuras mentales ya que el cuerpo obedece
a la mente. Basado en la premisa "imagínese delgado, sea delgado". Según
su autor, en 21 días podrá conseguir un perfecto control de su peso de manera
definitiva.
Son técnicas basadas en la relajación y autoestima como método. Según su autor,
hay que imaginarse delgado porque una de las características de la mente subconsciente
es traducir a la realidad física las imágenes o dibujos mentales que han sido
programados.
2.4.5. Otras (monodietas, líquidas y "dietas sin fundamento").
A. Monodietas o dietas monoelementos
Son dietas que se basan en el consumo de un único tipo de alimento. En general,
todas ellas aportan un bajo contenido en energía lo que justifica su posible eficacia
que no sería, como preconizan, debida al consumo casi exclusivo de un solo tipo de
alimentos. Es decir, la manzana no tiene, en sí, poder adelgazante sino que lo que
adelgaza es una dieta sólo a base de manzanas, que es baja en calorías (<1000 kcal)
debido al bajo contenido energético de dicha fruta. Aparte de su monotonía, el principal
problema de este tipo de dietas es que, si se prolongan, pueden provocar graves
estados carenciales ya que es imposible que con un único tipo de alimentos se
cubran todas las necesidades en nutrientes. Además, en algunos casos, como las dietas
a base exclusivamente de frutas, provocan una sensación de hambre que puede
llegar a ser agobiante y dan lugar a efectos gastrointestinales indeseados: vientre
hinchado, flatulencia, cólicos intestinales y diarrea.
Dentro de ellas se encuentran: dieta del pollo, del jarabe de arce, de Harrop, de los
cereales, de los huevos, del bacón, del chorizo, del pepino, de los cacahuetes, dieta
del arroz, de la col, del tomate, del queso, de las espinacas, de la cuajada y otras
muchas, entre las que describimos las siguientes:
Dieta de la “sopa come-grasa” o sopa mágica
Es quizás la que ha adquirido más fama y seguidores. Se basa en algunas ideas de
las dietas disociadas, al prohibir mezclar hidratos de carbono con proteínas pero con
un añadido: consumir a diario, como mínimo, dos platos de sopa. Esta sopa “mágica”
debe prepararse hirviendo tomates, repollo, pimientos, cebolla, caldo de pollo y
mucho apio. Promete una pérdida de, al menos, 5 kilos en una semana, además de
reducir el colesterol, rebajar el ácido úrico, eliminar toxinas, y eliminar los líquidos
acumulados. En realidad se trata de una dieta hipocalórica y nada equilibrada en
nutrientes.
Dieta del pollo
La mitad de la dieta está constituida por pollo en todas sus variedades de preparación
(es la única carne que se puede consumir) y el otro 50% por verduras, ensaladas
y frutas.
Dieta del jarabe de arce
Además de adelgazar se le atribuyen propiedades valiosísimas como curativo de
todo tipo de dolencias. Consiste en consumir únicamente una limonada caliente
endulzada con sirope de savia, una sustancia semejante a la miel.
Dieta de la patata
La regla de oro para que esta dieta sea más efectiva
es “cuántas más patatas, mejor”. Sólo se pueden
comer patatas durante dos días y afirma ser una
dieta “diurética” y “desintoxicante”.
Dieta de Harrop
Se compone de un litro de leche y 6 plátanos al día. Según sus autores, el consumo
de estos dos alimentos juntos aumenta la función tiroidea, lo que no está en
absoluto demostrado. Si calculamos su contenido calórico no supera las 1200 kcal.
Dieta de los cereales
Se le atribuye propiedades embellecedoras.
Dieta de los huevos
Recomienda consumir 6 huevos diarios, completando la dieta con fruta y ensalada.
Esta es una dieta desequilibrada.
Dieta del bacón o el chorizo
En ambas se recomienda el consumo de grandes cantidades de estos alimentos, que
por un mecanismo cetogénico impiden que se ingieran otros productos.
Dieta del gazpacho
Se anuncia como refrescante y depurativa, promete perder más de cuatro kilos en
cinco días.
Dieta del marisco
Además de cara, es nutricionalmente muy desequilibrada.
Dieta del pomelo
Se le atribuye la propiedad de devorar grasas, eliminar toxinas y evitar el estreñimiento.
Su origen se debe a un excedente agrícola en la producción del pomelo y se
basa en consumir durante 2/3 días a la semana sólo esta fruta.
Dieta de las frutas
Dentro del grupo de las frutas, no sólo el pomelo se utiliza en monodietas. Utilizando
las Tablas de Composición de Alimentos (Moreiras y col, 2009) se ha calculado el
aporte energético de algunas dietas a base de fruta según la cantidad de alimento
que se recomienda consumir.
- Dieta del melocotón (4 melocotones en almíbar, 4 yogures y caldos): 830 kcal
- Dieta de las manzanas (12 manzanas): 966 kcal
- Dieta de la piña (2 kilos): 513 kcal
- Cura de uvas (2 kilos): 1.701 kcal
Dieta de la alcachofa
Aunque existen muchas variantes (tomar verdura en forma de zumo inmediatamente
antes de las comidas; sustituir el primer plato de comidas y cenas por alcachofas),
como monodieta consiste en tomar durante tres días única y exclusivamente
alcachofas cocinadas en todas sus variantes posibles. El aporte calórico de 100 g
comestibles de alcachofas es inferior a 20 kcal. Sus seguidores afirman que permite
que el organismo se desprenda rápidamente del agua y la grasa acumulada en
abdomen y caderas.
Dieta de la galleta
Es una de las últimas dietas de moda, aunque en realidad no es nueva y lleva más
de 30 años en el mercado. Consiste en consumir a lo largo del día, 6 “galletas” especiales
preparadas a base de pasas, avena, harina de grano integral, arroz, coco y chocolate,
cuando se quiera y se tenga hambre junto a una sola comida compuesta por
una pieza de pollo y vegetales. Según su creador (Dr. Siegel), las personas experimentan
una gran satisfacción y un gran efecto saciante al consumirlas. Realmente
si se analiza el contenido calórico de esta dieta no supera las 800 kcal/día, por lo que
parece que con este consumo calórico cualquier persona puede perder peso con o
sin galletas.
Dieta del helado
Ningún alimento escapa de la moda de las monodietas. Ésta a base de helados
promete perdidas de 2 kilos en 1 semana.
B. Dietas líquidas
Renunciar a comer y, en su lugar, sólo beber es otra manera utilizada para intentar
perder peso. En sí mismo, esto no sería un inconveniente, incluso las dietas líquidas
pueden ser completas, como es el caso de las utilizadas en nutrición artificial.
Pero su alto precio las limita a situaciones patológicas, especialmente alteraciones
digestivas. Por otro lado, su uso prolongado provocaría una ipofuncionalidad digestiva.
Dentro de este sistema, que como su nombre indica consiste en alimentarse únicamente a base de líquidos, podemos destacar:
Dieta de la cerveza
Consiste en no tomar más que cerveza (2,5 l/día) durante 2 días, lo que supone una
ingesta de energía de 800 kcal. Esta dieta aparte de la intensa sensación de hambre,
debido a su corta duración (2 días), no va a suponer ninguna pérdida de peso y, en
cualquier caso, si se produjera sería, como podemos suponer, por su efecto diurético,
lo cual no sería nada beneficioso.
Dieta de la leche
Se basa en consumir únicamente 3 litros de leche al día (durante 2 ó 3 días).
Su aporte energético será muy variable según sea leche desnatada: 990 kcal/día o
entera 1950 kcal/día respectivamente.
Dieta de los zumos o cura de zumos
Esta dieta se basa en no tomar nada más que zumos de fruta recién exprimida, afirma
estar recomendada por médicos y que se pueden perder hasta dos kilos diarios.
Entre los inconvenientes de esta dieta hay que destacar que producen una gran
sensación de hambre y, con frecuencia, flatulencias.
Dieta de las infusiones
Una semana a base de infusiones de manzanilla, té, boldo, menta y tila. Como la
sensación de hambre debe ser incontrolable, esta dieta también permite consumir
algún alimento como pollo o ternera a la plancha.
C. Las dietas sin fundamento
Dentro de este epígrafe se incluyen una serie de dietas y métodos que se basan en
ideas sin apoyo científico y que, aunque carecen de cualquier tipo de credibilidad,
de lo que no carecen en muchos casos es de originalidad. Por tanto, no creemos necesario
hacer comentarios sobre las mismas, aunque tampoco se puede olvidar su posible
efecto placebo o psicológico ya comentado.
Dieta del calendario
Dieta en la que cada día solo se pueden comer alimentos cuyo nombre empieza
por una determinada letra.
Dieta de la luna
Recomienda el consumo exclusivo de líquidos durante 24 horas, coincidiendo con
el momento en el que se produce el cambio de la fase lunar. Zumos y caldos son los únicos alimentos permitidos, y puede considerarse una dieta muy pobre en numerosos
nutrientes.
Dieta de la hora
Se basa en suponer que lo ingerido antes de una hora determinada no engorda.
Este concepto también aparecía en la dieta anteriormente comentada de Rafaella
Carra.
Dieta del ajo
También se podría incluir dentro de las monodietas pero lo curioso es que no
consiste en comer ajo, sino en ponerse un ajo pelado en el ombligo, que molestará
cuando la persona picotee o coma entre horas.
Cronodieta
Posee algunas características en común con las dietas disociativas. Permite comer
de todo pero a la hora indicada y que, según sus autores, está especialmente indicada
para adolescentes. Concebida por el médico italiano Mauro Tobisco (1991) se
basa en que un mismo alimento tiene diferente capacidad de engordar según la hora
en que sea consumido. En general, los hidratos de carbono se metabolizan de un
modo más rápido y eficaz en la primera parte del día, mientras que después son más
adecuadas las proteínas. El único alimento que según esta dieta puede consumirse
a cualquier hora son las verduras. Esta dieta habla de un "reloj alimenticio" y
después de las 5 de la tarde está prohibido comer fruta y azúcar pero se pueden
comer tantas proteínas como se quiera.
Dieta de las 3 P
Indica que los tres únicos productos que hay que evitar durante el régimen son
pasta, pan y patatas. Esta dieta no fija límites a la ingesta energética total sino sólo
al consumo de estos tres productos.
Dieta de los colores
Partiendo de la numerología metafísica, según la cual cada día vibramos con un
color determinado, habrá que emplear ese color para alimentarnos. Por supuesto,
carece de todo fundamento y lo más grave es que no tiene como única finalidad
perder peso, sino que pretende armonizar nuestros cuerpos, por lo que se explicará
más ampliamente en el apartado de dietas curalotodo.
Dieta del limón
También se podría incluir en el apartado de monodietas. Se basa en ingerir todas
las mañanas el zumo de unos cuantos limones sin azúcar ya que el ácido disuelve la
grasa. Esto es del todo falso y, además, la ingestión de un exceso de ácido puede ser
muy perjudicial, especialmente para los dientes.
Dieta de los grupos sanguíneos
Se basa en que la sangre guarda una especie de "memoria celular" que "recuerda"
su ancestral tipo de alimentación para cada uno de los tipos sanguíneos. En resumen,
clasifica los alimentos en relación con los cuatro grupos sanguíneos en beneficiosos,
neutros y desaconsejados.
Dieta cruda
Se basa en consumir todos los alimentos sin cocinar pensando que así no van a
ser digeridos y se adelgazará. El consumo de alimentos crudos, como se comenta
posteriormente ("alimentos naturales"), puede implicar graves riesgos para la salud,
ya que son vehículo de un gran número de bacterias que al no ser destruidas en el
proceso de cocinado, pueden provocar numerosas enfermedades infecciosas. Estos
aspectos serán más ampliamente comentados en el apartado de dietas naturales.
Dieta Beverly Hills
Preconiza la idea de que la absorción de los alimentos sólo existe si se combinan
con otros ricos en enzimas (ptialina, pepsina y ácido clorhídrico). Estas enzimas digestivas
se encuentran en cantidades muy altas en la papaya y la piña por lo que estos
alimentos son vitales para la dieta.
Dieta Humplik
Esta dieta para adelgazar no recomienda una reducción de calorías sino un considerable
aumento de las mismas (con 6000 kcal diarias se pueden perder hasta 15
kilos en un mes), y asegura que el organismo tiene unas necesidades energéticas
notablemente aumentadas cuando tiene que ingerir más de 6000 kcal diarias, y toma
de las reservas grasas la energía que necesita para el aumento metabólico. Como puede
imaginarse, la prometida pérdida de peso no está ni mucho menos garantizada.
Dieta de la bailarina Margaret
Similar a la anterior; preconiza que consumiendo alimentos con alto contenido en
calorías y mucho alcohol, se puede adelgazar.
Obviamente ambas dietas caen de lleno dentro del mundo de la magia y pueden
tener unas consecuencias totalmente contrarias a las pretendidas.
Método Pakistaní
Es otro método natural y mágico que se aconseja para adelgazar y que consiste en
llevar, a imitación de las mujeres del Pakistán, en el brazo derecho un delgado brazalete
de hilo enérgicamente apretado durante toda la vida, que les permite conservar
el mismo peso. La posible explicación que sus seguidores dan a este "eficaz
método", es que en el antebrazo existen unos minúsculos centros nerviosos a los que
este brazalete somete a una presión débil pero constante, emitiendo unos influjos
que estimulan las glándulas tiroides y suprarrenales. Por supuesto, no conocemos tal
efecto ni la existencia de esos posibles influjos sobre el funcionalismo endocrino.
Obesitest y Test de ALCAT
Se presenta como un tratamiento para curar la obesidad basado en el principio de
que sólo ciertos alimentos, distintos en cada persona, son los culpables de no poder
bajar de peso. Con este sistema, mediante un análisis de sangre, se podrían identificar
los alimentos que hacen engordar y al eliminarlos de la dieta, se conseguiría
adelgazar. Asegura que se perderán hasta 4-6 kg la primera semana de tratamiento.
El test de ALCAT nos da la posibilidad de conocer la intolerancia a 100 alimentos
distintos.
No existen evidencias ni trabajos cientificos claros que avalen este sistema.
También dentro de este apartado podríamos incluir a una serie de dietas basadas
en la idea totalmente errónea de que un alimento tomado en grandes cantidades o
combinado con otro hace adelgazar. Así, se ha pensado que la combinación de
queso con vino, pomelo con huevo duro o queso con leche permiten adelgazar.
En realidad, "el único alimento que adelgaza es el que se deja en el plato".
Las dietas incluidas en este último apartado son regímenes fantasiosos que no
cumplen la mínima norma elemental de fisiología y que se basan en principios totalmente
infundados presentando, a menudo, serias complicaciones para su uso, especialmente
si éste es indiscriminado. Según algunos autores podrían denominarse"dietas de las vecinas", pues pasan de mano en mano y de boca en boca. En el resto,
las bases científicas también suelen ser incompletas, distorsionadas y en algunos
casos podrían causar serios problemas para la salud, por lo que si se simplificara la
clasificación en "dietas verdaderas" y "no verdaderas", entendiendo como verdaderas
aquellas que realmente hacen adelgazar al individuo de manera seria, rigurosa y
permanente, este grupo quedaría prácticamente vacío.
En general, cuando se habla de la eficacia de estas dietas hay que tener una idea
clara; puede decirse que casi la totalidad de las mismas tienen un aspecto común:
si se analiza su aporte de energía, este sería bastante bajo, es decir, consiguen que
se consuma menos calorías de las habituales y, aunque intenten justificarse con otros
fundamentos, es en el déficit calórico donde radica la posible pérdida de peso conseguida
pero olvidándose de la ingesta de nutrientes y sus consecuencias negativas.
Algunos autores han sido muy críticos con el tema: “El plan de dieta adelgazante de
Eilen Eatwell” es un libro que garantiza una pérdida de peso instantáneo mediante
comidas adelgazantes que “harán de la vida en la cocina una verdadera fiesta”. Dicho
libro contiene todas sus páginas en blanco, indicando el sentido crítico de sus
autores a esas posibles afirmaciones.
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página de |
Autor/es
Gregorio Varela Mosquera
Carmen Núñez Martín
Olga Moreiras Tuny
Francisco Grande de Covián
Fuente:
Fundación Española de la Nutrición (FEN)
Instituo de Nutrición y Trastornos Alimentarios (inutcam)
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