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DIETAS Y PRODUCTOS MÁGICOS

1. Introducción.
2. Dietas de adelgazamiento.
     2.1. Algunos antecedentes históricos del miedo a engordar.
     2.2. Bases nutricionales para un correcto adelgazamiento.
     2.3. Fórmulas dietéticas como coadyuvantes de las dietas de adelgazamiento.
     2.4. Clasificación de las dietas estudiadas.
          2.4.1. Hipocalóricas desequilibradas.
          2.4.2. Disociativas.
          2.4.3. Excluyentes.
          2.4.4. Psicológicas.
          2.4.5. Otras (monodietas, líquidas y "dietas sin fundamento")

3. Productos y remedios supuestamente adelgazantes.
     3.1. Productos milagro.
     3.2. Plantas medicinales.
          3.2.1. Laxantes.
          3.2.2. Diuréticos.
          3.2.3. Plantas lipolíticas.
          3.2.4. Estimulantes del metabolismo.
          3.2.5. Saciantes y retardantes de la absorción.
     3.3. Otros.
     3.4. Bibliografía del capítulo.
4. Dietas, productos y alimentos "panacea".
     4.1. Introducción.
     4.2. Alimentos naturales.
     4.3. Dietas "panacea".
     4.4. Productos y alimentos "panacea".
     4.5. Alimentos funcionales.
     4.6. Bibliografía del capítulo.
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1. INTRODUCCIÓN.

En todos los países desarrollados, y el nuestro no es una excepción, la nutrición está de máxima actualidad. La sociedad contemporánea muestra un interés creciente por los problemas que presenta la alimentación del hombre y va tomando conciencia de su estrecha relación con la salud, puesta de relieve por el impresionante progreso que han experimentado los conocimientos científicos sobre la naturaleza de los procesos nutritivos en los últimos años. Sin embargo, estos avances realmente espectaculares son, en ocasiones, difíciles de transmitir como mensaje y pueden resultar, a veces, incluso contradictorios.

Por otra parte, y desgraciadamente, este interés motivado sin duda por el legítimo deseo de disfrutar de una vida larga y sana, se acompaña de la proliferación de toda suerte de recomendaciones basadas en mitos y creencias irracionales con completo olvido de los principios establecidos por el estudio científico de la Nutrición y, en no pocos casos, en flagrante contradicción con los conocimientos sólidamente documentados que actualmente poseemos. Así, han surgido una serie de falacias, mitos,"dietas mágicas", etc, que constituyen uno de los mayores problemas de la nutrición en las sociedades industrializadas. Aunque no existe duda de que muchas personas de buena fe pueden divulgar información inadecuada, también es cierto que apoyados en estas doctrinas existen negocios muy lucrativos que pueden conducir a situaciones patológicas irreversibles. El problema se agrava si tenemos en cuenta que la tendencia a consumir este tipo de alimentos y dietas se ha incrementado notablemente en los últimos años. Una información a la población que no llegue por los cauces adecuados puede dar lugar a un grave problema de salud.

En este trabajo nos proponemos hacer una revisión crítica de las diferentes "dietas mágicas", incluyendo en este término a todas aquellas que, sin ninguna base científica, pretenden poseer cualidades indemostrables que no están de acuerdo con los conocimientos actuales de la Ciencia de la Nutrición o exageran propiedades y efectos que no son evidentes ni probados y de los productos y remedios supuestamente adelgazantes. Es indiscutible que la magia se opone al concepto de ciencia.

Dentro de las "dietas mágicas", las que tienen una mayor popularidad son las de adelgazamiento que pueden constituir en la mayoría de los casos no sólo un fraude sino también un peligro para la salud. Estas dietas son consecuencia de la actual obsesión por perder peso y conseguir el llamado "peso ideal" que tanto preconizan los medios de comunicación, llegando a anteponerse el aspecto físico a la salud. Es preciso recordar que aunque la obesidad es un problema de primer orden, la delgadez por debajo de ciertos límites, juzgada por el índice más utilizado actualmente el índice de masa corporal [peso (kg)/talla2 (m)], inferior a 18,5- está asociada con una mayor prevalencia de ciertas enfermedades y con un aumento de la tasa de mortalidad. Muchas personas preocupadas por perder peso se encuentran, paradójicamente, dentro de los rangos de peso adecuados e incluso inadecuados por bajos.

En este trabajo, al hablar de "dietas mágicas", no nos estamos refiriendo exclusivamente a las de adelgazamiento, aunque les concedamos una gran extensión justificada por la realidad de su problema, sino también a todas aquellas que pretenden incrementar la longevidad y la curación de diversas patologías -cuyos tratamientos muchas veces son incompatibles con dichas dietas- y que analizamos dentro del capítulo de "dietas, productos y alimentos curalotodo". También se estudian las virtudes atribuidas a alimentos o productos "naturales" no debidamente contrastadas. Es obvio recordar que sería difícilmente imaginable que después del exhaustivo estudio de los productos naturales de la tierra o de las aguas, tal y como se conocen hoy en día, pudieran surgir unas cualidades tan importantes como las que se atribuyen a estos alimentos que no hubieran sido tenidas en cuenta por los que los investigaron y que, lógicamente, fijaron sus propiedades en un marco científico y con unos aspectos positivos y negativos que deben ser tenidos en cuenta. El secretismo no es aceptable en ciencia y la comunidad científica está abierta y muy receptiva a cualquier novedad siempre que sea de garantía y publicada en revistas o presentada a congresos oficiales que tengan un adecuado comité de aceptación que garantice su calidad pero, sobre todo, que respondan a la verdad, y que ésta se pueda demostrar. Aunque desde los tiempos más remotos, nuestros antepasados han atribuido a algunos alimentos las virtudes más extraordinarias que, sorprendentemente,aparecen más o menos disfrazadas en un buen número de los sistemas dietéticos actualmente en circulación.

Aunque el papel de las vitaminas y minerales en la salud está fuera de toda discusión y por supuesto del concepto de magia, el mal uso de los mismos se basa, a veces, en expectativas infundadas. Es cierto que una dieta variada vehiculiza todos los nutrientes necesarios, pero también lo es, como hemos comprobado repetidamente para la población española y grupos de la misma, al igual que en otros países desarrollados, que por debajo de 2000 kcal/día tiene lugar una disminución lineal en el aporte de prácticamente todos los nutrientes, por lo que es difícil que se puedan cubrir las recomendaciones dietéticas. En situaciones de baja ingesta energética sería de gran utilidad un complemento mineral-vitamínico "personalizado", es decir, que aporte aquellos nutrientes realmente deficitarios para el individuo. Esta situación de complementación o suplementación adecuada a las circunstancias personales tiene un soporte científico y, por supuesto, nada que ver con la magia.

La credulidad del hombre en materia de alimentación es ilimitada. Muchos de nuestros conciudadanos creen a "pies juntillas" en las virtudes sobrenaturales que, se atribuyen a ciertos alimentos. Por otra parte, el consumidor se ve literalmente bombardeado por toda clase de opiniones infundadas y contradictorias y se encuentra, de hecho, en un estado de confusión que lo incapacita para distinguir la fantasía de la realidad. Informar a los ciudadanos de las falsedades que encierra en muchos casos una propaganda dietética es fundamental pero es, además, preciso idear un sistema capaz de impedir que este tipo de propaganda errónea llegue al público, imponiendo como condición necesaria la presentación de pruebas fehacientes sobre la veracidad de sus afirmaciones, evitando métodos de publicidad subliminal o desleal y garantizando la cualificación profesional de las personas que los promocionan.

Esperamos que este trabajo contribuya a aclarar conceptos erróneos que, desgraciadamente, prevalecen hoy en un campo tan interesante y con tanta repercusión como es la Nutrición.

2. DIETAS DE ADELGAZAMIENTO.

Escribir este capítulo no ha sido fácil ni alegre. Por un lado, la obesidad, que afecta en los países industrializados a un número creciente de personas, da lugar a mayor riesgo de desarrollar gran variedad de alteraciones (enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, diabetes, hiperlipemias, litiasis, hipertensión, etc.) por lo que puede considerarse como uno de los problemas médicos más graves de las sociedades desarrolladas y, por supuesto, como tal hay que prevenirlo y tratarlo.

La obesidad es consecuencia, en la inmensa mayoría de los casos, de un balance positivo entre la ingesta real de energía y el gasto. Por ello, cualquier programa efectivo de pérdida de peso debe de cumplir este requisito: dar la vuelta al balance, disminuyendo la ingesta y/o aumentando el gasto energético.

Por otro lado, frecuentemente, el concepto de "gordos" y "delgados" tiene más connotaciones con la moda que con verdaderos riesgos médicos. La obsesión por adelgazar es una realidad en la sociedad actual, estamos invadidos por imágenes de“cuerpos perfectos” que invitan continuamente a reducir peso y emular al modelo. Esta presión social puede motivar en muchos casos, el que se sienta una especie de obligación de adelgazar. Así, perder peso ha dejado de ser un problema exclusivo de los obesos. Esta preocupación extendida y generalizada, incluso a aquellas personas que por su índice de masa corporal (IMC) pudieran considerarse con un peso normal o bajo, puede tener repercusiones para la salud. Por otra parte, esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios adelgazantes accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a menudo serias complicaciones.

En este sentido y después de publicada la primera edición de este libro, nuestro grupo con objeto de obtener información sobre estos aspectos publicó un trabajo sobre índice de masa corporal y deseo de perder peso (Núñez C y cols, 1998), cuyo resumen reproducimos a continuación.

Con el fin de conocer si el deseo de perder peso responde a criterios de salud o si es únicamente una cuestión estética, se ha analizado la relación entre el índice de masa corporal (IMC), como indicador de obesidad, y algunas actitudes respecto al peso en un grupo de 254 mujeres aparentemente sanas de 14 a 55 años con diversas ocupaciones (estudiantes, amas de casa y mujeres que trabajan fuera del hogar) mediante un cuestionario diseñado para el estudio. Se han analizado igualmente los tipos de métodos usados para la pérdida voluntaria de peso, así como otros aspectos
del adelgazamiento. La muestra fue clasificada según el IMC de cuatro grupos:

 

Del total de mujeres estudiadas, sólo un 42% estaban satisfechas con su peso. De aquéllas con bajo peso, un 35% manifestaron descontento y, de éstas, un 69 % querían perder peso y sólo un 19% habían intentado aumentarlo. Entre mujeres con IMC adecuado, un 71% indicó no estar conforme con su peso deseando reducirlo un 95%. En el grupo de mujeres con sobrepeso, sólo un 13% se mostraron satisfechas y todas las restantes mostraron deseos de adelgazar. El tamaño y volumen de los muslos (28%), caderas (22%), nalgas (20%) y abdomen (19%) eran los que producían mayor descontento.

Los métodos más habituales para reducir peso fueron: no comer entre horas (54%), realizar ejercicio físico (53%) y consumir dietas bajas en calorías (33%). Sólo un 19% afirmó acudir al especialista. El uso de laxantes (1,5%) y de otros productos de adelgazamiento (3,5%) fue minoritario.

Por otra parte, esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios adelgazantes accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a menudo serias complicaciones.

Como ejemplo de esta propaganda y publicidad desbordada, todos los años durante muchos meses, y especialmente en primavera, revistas dedicadas fundamentalmente a la mujer incluyen páginas especiales e incluso números monográficos sobre el tema adelgazar. Aparecen igualmente numerosas revistas dedicadas exclusivamente al tema de perder peso. De igual manera, las librerías tienen secciones en las que la gran mayoría de los libros dedicados a la dietética son descripciones de dietas o remedios para adelgazar. Por último, no podemos olvidar el importante efecto que Internet, la mayor fuente de información en la actualidad, puede tener sobre este tema, son numerosos los portales así como los anuncios y reclamos publicitarios que sin ningún tipo de control y rigor aparecen en la red. Es frecuente encontrar frases del tipo: “pierde hasta 3 kg por semana”, “adelgaza 12 kg en dos semanas”....

Con el fin de aclarar y/o contrarrestar estas informaciones y presiones tan generalizadas, es necesario hacer estudios serios sobre la efectividad o posibles peligros de las numerosísimas dietas que circulan accesibles a cualquier persona con el consiguiente riesgo que pudieran implicar. De ahí el interés de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) para que, dentro del estudio sobre "Dietas mágicas", se incluyera un amplio apartado dedicado a las de adelgazamiento ya que, como explica Bender (1994): "quizás donde más se engaña a la gente es en el campo del tratamiento de la obesidad. Hay millones de personas esperanzadas que siguen las dietas más increíbles y absurdas". De cualquier manera, aunque muchas de las que aquí se comentan puedan hacer sonreír, hagámoslo con la mayor consideración ya que, en muchos casos, son consecuencia de una sociedad que nosotros también hemos contribuido a crear.

2.1. Algunos antecedentes históricos del miedo a engordar.

Los cánones o patrones de belleza, variables y pasajeros, han respondido a motivos sociales y económicos. Así, por ejemplo, las mujeres ricas de antaño debían ser gordas para demostrar que no tenían por qué trabajar y que comían abundantemente. Hoy en día, en los países desarrollados, la obesidad provoca miles de muertes debido a enfermedades derivadas del exceso de peso. Y eso “no vende”. Lo que hoy tiene éxito y se vende es un cuerpo delgado, ágil y esbelto que demuestre a los demás que puede consumir alimentos escogidos y tiene tiempo suficiente para ir al gimnasio o hacer deporte. Distintos autores indican que siempre ha habido motivos ocultos detrás de cada prototipo de belleza: si se quería incrementar el índice de la natalidad el ideal de belleza se formaba con caderas anchas y senos grandes; si se quería ostentar la condición de clase social dominante se mostraba la gordura en tiempos de hambruna o crisis; si se quiere mostrar cuidado de la imagen, selección de alimentos, exaltación de la juventud y tiempo libre para cuidarse físicamente se muestra un cuerpo con unas dimensiones de 90-60-90 con cabellos rubios y aspecto frágil, o cuerpos delgados, casi infantiles; si se quiere mostrar dinamismo, fortaleza física, aventuras y exploraciones se presenta un cuerpo más musculoso y una tez más curtida.

Parece ser que estos tres primeros modelos se han alternado en la historia, aunque quizá por distintos motivos y con leves variantes. El último es una variante del tercero, del contemporáneo, igual que existen otras variantes como el de la belleza tecnológica. Existe un modelo más, el postmoderno. El modelo postmoderno parece haberse liberado de la estética para transformarse en bienestar físico, mental, intelectualidad y educación en valores. No obstante, el modelo postmoderno no se ha impuesto en la publicidad. Los ideales estéticos de hombres y mujeres han seguido unos pocos patrones, de modo que el hombre ideal de la Antigüedad grecolatina, el del Renacimiento y el contemporáneo son similares. Ahora bien, hablamos de unos pocos patrones en el ámbito de nuestra cultura, ya que si nos asomamos a otras quedaríamos atónitos ante el ideal de belleza que existe en cada una de ellas.

Si en la antigua Grecia la dieta era un componente del arte del buen vivir, una técnica de la existencia cuyos secretos podían ser conocidos y practicados por cada persona en particular, en las sociedades contemporáneas el individuo suele ignorar los pilares de la dietética, una disciplina que fue convertida en un conjunto mecánico de instrucciones destinadas a evitar enfermedades y a conformar un cuerpo que responda estrictamente a los cánones del modelo hegemónico establecido por los medios de comunicación. Los antiguos no concibieron a la dieta como una obediencia ciega al saber de otro. Si bien se consideraba conveniente escuchar los consejos del médico, el aprendizaje adoptaba la forma de la persuasión: a la larga cada quien debía observarse a sí mismo y anotar qué alimento, qué bebida y qué ejercicio le resultaban más convenientes. Así fue como Platón distinguió dos tipos de médicos: los que son buenos para los esclavos y se limitan a prescribir dietas sin dar explicaciones, y los que se dirigen a los hombres libres, que conversan y dan razones mediante argumentos.

El miedo a engordar podría describirse como un síndrome ligado a la cultura ya que parece limitarse a ciertas civilizaciones con características psicosociales semejantes. En la actualidad los factores que favorecen esa fobia a engordar prevalecen en las culturas occidentales o en las que están muy influidas por ellas. Pero hay distintos informes que sugieren que esta fobia no es un fenómeno moderno. Algunos señalan como la reina María de Escocia (1542-1587) y la emperatriz Isabel de Austria (1837-1898) podrían encontrarse entre las mujeres con esta fobia. Esta última tenía el enfermizo objetivo de mantener su peso en 50 kilos y su cintura de tan sólo 47 centímetros, con una altura de 1,72 metros. Ella misma inventó sus propias dietas para adelgazar consistentes en jugo de carne y algo de fruta, y en largas caminatas diarias de más de 10 kilómetros que agotaban a todas sus damas de compañía, que tenían que ser relevadas al poco tiempo. La fobia a engordar podría explicarse, en gran parte, por el desprecio de la obesidad, que no es exclusivo de las sociedades occidentales actuales. En la época medieval y en el contexto budista se consideraba que la obesidad era la consecuencia kármica de un fallo moral, mientras que en Europa el desprecio de la gordura se debía a que en la religión cristiana se consideraba pecado grave de glotonería. Los casos de anorexia del siglo XVI y anteriores se describían como la bendita anorexia ya que la restricción dietética se asociaba preferentemente con la vida religiosa.

Los imperativos de salubridad del siglo XX, presentes en la preocupación por imponer una alimentación más ligera, han ido de la mano de un nuevo ideal de belleza. El imperativo de valerse de las dietas para adelgazar, producto de este cambio de mentalidad que comienza a observarse particularmente en el período de entreguerras, acaso sea uno de los medios de disciplina fundamentales de las sociedades contemporáneas y, en particular, de las mujeres menores de cuarenta años.

Esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios adelgazantes accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a menudo serias complicaciones.

La información de remedios y dietas para adelgazar se amplía día a día y procede de prensa, revistas especializadas y divulgativas, libros que tratan sobre el tema y también folletos publicitarios recogidos en herbolarios y farmacias.

Antes de entrar a estudiar monográficamente este apartado, vamos a realizar una serie de consideraciones en cuanto a las dietas de adelgazamiento. El estado actual de la ciencia nos indica, como ya se ha comentado, que una dieta de adelgazamiento ha de ser la consecuencia de un menor consumo calórico en relación con el gasto y hoy se sabe que debe conseguirse mediante una serie de condiciones:

1. Que esta disminución ha de hacerse hasta alcanzar el peso adecuado y luego mantenerlo durante toda la vida. Es cierto que en esta afirmación cabe hacer dos matizaciones. La primera será que, lógicamente, la dietas de adelgazamiento serán de mayor intensidad en el período en el que se quiera perder peso para llegar al que corresponda de acuerdo con los índices marcados como, por ejemplo, el IMC. Ahora bien, una vez obtenido éste, la dieta de mantenimiento, aunque menos estricta, ha de ser para siempre, para ello se deben conseguir cambios permanentes en los hábitos alimentarios que ayuden a mantener el control del peso.

2. Que el menor aporte calórico vaya acompañado de un incremento en la densidad de nutrientes, es decir, que la disminución de las calorías no suponga una concomitante disminución del resto de nutrientes, lo que originaría verdaderas carencias.

3. Que la planificación de una dieta de adelgazamiento se realice sobre las bases del conocimiento de la ingesta calórica previa habitual del individuo al que va destinada. No hacer una valoración de la misma puede conducir a programar dietas cuyo contenido calórico sea mayor que el que se venía consumiendo. Es bien sabido que hay personas que mantienen sus condiciones ponderales con dietas de 4000 kcal mientras que otras no adelgazan con 1500 kcal.

4. Que la dieta programada esté de acuerdo, hasta donde sea posible, con los hábitos alimentarios del individuo a quien va dirigida y produzca placer o, al menos, no debe producir rechazo lo que haría difícil su seguimiento, aún cuando es obvio que al ser la grasa el principal agente palatable y también la principal fuente de energía, la pérdida de placer puede llegar a dificultar la pérdida de peso.

5. En algunos casos no es conveniente realizar una dieta de adelgazamiento, por ejemplo, en el proyecto HALE se vio que en el grupo de personas de edad estudiada, en principio, la pérdida de peso era predictiva de una menor supervivencia (Bogers RP y col, 2005). Por otro lado, a la hora de describir o criticar una dieta de adelgazamiento no se puede olvidar el efecto psicológico de la misma, es decir, en muchas ocasiones actúa simplemente como un placebo. De hecho, algunas dietas, por supuesto sin decirlo, se basan en dicho efecto que, en definitiva, no es más que un truco- y en este caso este calificativo no es necesariamente peyorativo- para lograr un adelgazamiento que sigue los principios de la termodinámica. Así, mediante una dieta repetitiva y monótona a base de una única clase de alimentos, se puede lograr disminuir la ingesta lo que, indudablemente, supondría un menor consumo de calorías pero, como ya se ha comentado, esta disminución iría acompañada de déficits o desequilibrios de los nutrientes necesarios dando lugar a estados carenciales y patologías. Este aspecto es el que básicamente va a ser analizado en la mayoría de las dietas que se van a describir en nuestro trabajo junto con la literatura de la que las mismas se rodean y a las pretendidas acciones fisiológicas con que tratan de sustituir los medios con los que se llega a una disminución de la ingesta. En definitiva, lo que postulamos es que no haría falta seguir ninguna de estas dietas concretas y "con nombre propio" ya que un balance energético negativo y una dieta equilibrada en nutrientes es la única manera sensata y existente, hoy por hoy, de disminuir y mantenerse en el peso adecuado.

Aunque en este apartado se van a incluir las "fórmulas dietéticas" para adelgazar, éstas, lógicamente, encajan dentro del criterio científico básico disminuyendo la ingesta calórica con un contenido en nutrientes adecuado, y por tanto, no tienen nada de mágicas. El problema de este tipo de preparados, como luego comentaremos, es la tendencia a que puedan dar lugar a un consumo prolongado, aunque la mayoría de ellas aconsejan que se consuman en ciclos, tratando de completarlos con las dietas habituales. Además, con este tipo de dietas no se logra cambiar o corregir unos hábitos alimentarios incorrectos que es, en definitiva, la mejor forma de disminuir de peso definitivamente.

De cualquier manera, todo lo que se ha dicho hasta aquí y lo que se comentará en este trabajo se refiere a personas sanas no obesas pues la obesidad es un trastorno clínico y, como tal, debe ser el especialista quien dirija al enfermo y el encargado de programar la dieta ajustada según las características del paciente.

2.2. Bases nutricionales para un correcto adelgazamiento.

El sobrepeso es un estado en el cual las reservas de energía, principalmente en forma de grasa, son excesivas respecto al peso adecuado, considerando éste como el que da lugar a una mayor expectativa de vida. El organismo humano no es una excepción a las leyes universales de la energética y esta situación sólo puede producirse cuando la cantidad de energía ingresada con la dieta es mayor que la gastada como actividad física, tasa metabólica basal y acción termogénica de los alimentos. Por tanto, y volviendo a la idea ya subrayada en la introducción de este capítulo, la situación de sobrepeso u obesidad no puede corregirse a menos que el balance se invierta, logrando que el gasto energético del individuo sea mayor que el ingreso (Garrow, 1988).

A modo de resumen, las características de una buena dieta para perder peso deben ser:

Como señala Garrow (1994), si no se cumple el primer requisito, no se podrá reducir peso; si no se cumpliese el segundo de ellos, el resultado a largo plazo sería una malnutrición y, en caso de incumplirse el tercero, no se va a seguir la dieta.

Por todo lo anteriormente comentado, las bases para el diseño de una dieta de adelgazamiento correcta debe tener en cuenta los siguientes aspectos:

- Conocer la dieta habitual del individuo para poder establecer el déficit calórico según la ingesta previa de energía.
- Conocer los hábitos alimentarios. Es importante la información sobre el status económico y familiar, el modelo usual de comidas y las preferencias y aversiones para poder hacer una elección específica de los alimentos ya que, cuanto más variada y parecida a la habitual del individuo sea la dieta, mejor será aceptada.
- Orientar sobre el valor nutritivo de los alimentos.
- Apoyo psicológico.
- Fragmentar la ingesta diaria. La distribución fragmentada en varias comidas del total de alimentos que componen la dieta es muy importante. En primer lugar, para evitar períodos prolongados de ayuno que pudieran provocar un hambre intensa, posibles atracones y comportamientos compulsivos. Una buena dieta es aquella en la que no se llega muy hambriento a la siguiente comida. Por otra parte, no se puede olvidar que el gasto por la acción termogénica de la dieta y por los procesos digestivo y metabólico, aunque proporcional a los alimentos que se ingieran, es superior si la ingesta total de energía se distribuye a lo largo del día.

La base ineludible de una dieta de adelgazamiento es disminuir su contenido en grasa porque, automáticamente, se convertirá en hipocalórica ya que, como es sabido, el valor energético de la grasa es 2,25 veces mayor que el de las proteínas o hidratos de carbono.

La formulación de una dieta de adelgazamiento, que debe tener menos energía pero igual concentración del resto de los nutrientes, no es fácil y requiere de experiencia e imaginación, por la dificultad que conlleva vehiculizar en una pequeña cantidad de alimentos todos los nutrientes y, por tanto, es necesario que los alimentos que formen parte de una dieta de adelgazamiento tengan una alta densidad de nutrientes, por supuesto y suprimir o restringir el alcohol. Debido a que este tipo de alimentos son limitados y dada la necesidad de que estas dietas sean variadas para poder ser aceptadas, es en muchas ocasiones necesario tener en cuenta la utilización de suplementos o complejos mineralvitamínicos personalizados para su diseño.

En algunas ocasiones existen ayudas didácticas para conseguir la disminución de energía; por ejemplo la "Dieta de los Nutripoints" que se basa en evaluar todo lo que se come dándole una puntuación, los nutripoints, facilitando el diseño de la dieta hipocalórica. Según sus autores (Vaterbedian & Mathews, 1991), los alimentos con una alta densidad de nutrientes y pocas calorías, tienen muchos nutripoints positivos, mientras que el azúcar, alcohol o alimentos muy calóricos pero con baja densidad de nutrientes por unidad de energía tienen muchos nutripoints negativos. Es necesario compensar los nutripoints positivos y los negativos y alcanzar 100 al día.

El ejercicio es un buen medio de prevenir la ganancia de peso. Aparte de su valor intrínseco (movilidad, agilidad, función cardiaca), un pequeño exceso en la ingesta puede ser compensado con un pequeño incremento de la actividad física. El valor del ejercicio es, sin embargo, controvertido para perder mucho peso aunque está bien establecido en el tratamiento de personas moderadamente obesas con buena salud. Hay que recordar, solamente, que el ejercicio es la otra gran variable en el gasto energético y que este gasto es proporcional a la duración del mismo y al peso del sujeto. Es decir, una persona con sobrepeso gasta más energía para una misma tasa de actividad que una delgada. Por otro lado, el ejercicio es la única forma en la que el individuo puede influir voluntariamente y sin necesidad de fármacos en el incremento del gasto.

2.3. Fórmulas dietéticas como coadyuvantes de las dietas de adelgazamiento.

Las fórmulas dietéticas consisten en reemplazar toda la dieta (dieta rápida) o una comida (dieta progresiva) por un preparado comercial (en forma de presentación variada: batidos, galletas, consomé, chocolatinas, natillas e incluso en forma de sándwich) que aporta suficiente cantidad de nutrientes pero con un bajo contenido energético, entre 600-900 kcal/día según las diferentes marcas. Existen más de 20 firmas que comercializan este tipo de preparados que tienen una gran aceptación entre las mujeres, especialmente durante primavera y verano y su uso está tan extendido que pueden adquirirse, en ocasiones, de modo indiscriminado, en cualquier canal de distribución.

Estas fórmulas pueden ser nutricionalmente correctas cubriendo las necesidades de nutrientes, sin embargo, suelen ser preparados muy ricos en fibra, que por su alto poder saciante reducen la sensación de apetito, lo que podría disminuir la biodisponibilidad de algunos nutrientes. Pueden presentar además varios problemas:

Son monótonas y totalmente alejadas de los hábitos alimentarios de la persona. Por ello, es necesario que se integren en un proyecto dietético global pues se podrá perder peso pero no se logrará modificar los hábitos inadecuados. Tampoco podemos olvidar el semi-vacío legal que ha rodeado a este tipo de productos respecto a algunos de los aspectos nutricionales. Afortunadamente, la directiva 96/8 CE de la Comisión de 26- Febrero-96 se ocupa de los alimentos destinados a ser utilizados en dietas de bajo valor energético para reducción de peso, marcando estas directrices, lo cual indica la preocupación que existe en la Unión Europea hacia el problema del adelgazamiento incontrolado.

2.4. Clasificación de las dietas estudiadas.

La información de remedios y dietas para adelgazar que vamos a comentar, se amplía día a día, procede de prensa, revistas especializadas y divulgativas, Internet, libros que tratan sobre el tema y folletos publicitarios recogidos en herbolarios y farmacias.

Existen sistemas para todos los estilos y gustos; se han encontrado más de 60 dietas específicas distintas, además de todas aquellas combinaciones de alimentos o menús a los que se atribuye la cualidad de adelgazar y que, prácticamente en cada revista y cada mes, se nos presentan.

Aunque la clasificación de las dietas encontradas puede hacerse desde múltiples y variados puntos de vista (características de sus componentes, efecto conseguido, procedencia, composición, etc.), se ha elegido como criterio para su clasificación, el fundamento al que atribuyen su eficacia. Así, se podrían dividir en diversos subgrupos:

2.4.1. Hipocalóricas desequilibradas.

Hay una serie de dietas, con nombre propio que, de hecho, contienen un bajo contenido en energía y son desequilibradas.

Entre ellas se encuentran las dietas de: la clínica Mayo, toma la mitad, Victoria Principal, gourmet, cura Waerland, dieta cero o ayuno terapéutico.

Dieta de la Clínica Mayo

En primer lugar, hay que señalar que esta dieta no tiene nada que ver con la prestigiosa clínica, pero utiliza su nombre con el fin de obtener prestigio y seriedad. Es muy baja en calorías: aporta 600-800 kcal y se caracteriza por un elevado consumo de huevos (de 4 a 6 al día) y la exclusión absoluta de productos lácteos. El menú tipo de esta dieta consistiría en un desayuno compuesto por té o café, un pomelo y dos huevos duros (1ª semana) y una tostada (2ª semana).

Las comidas se componen de 2 huevos duros o carne con verdura (apio, tomates y pepinos). El té y café son las únicas bebidas autorizadas.

Es una dieta muy desequilibrada que puede provocar un grave déficit de calcio, ya que no llega a cubrir ni siquiera el 30% de las ingestas recomendadas (IR). Por supuesto tampoco sería recomendable para personas con elevados niveles de colesterol.

Dieta toma la mitad

Tras un lema tan simple como es "coma la mitad", mucha gente ha adelgazado pero, al mismo tiempo, ha reducido a la mitad las ingestas de todos los nutrientes, lo que a largo plazo podría conducir a numerosos déficits. Se ha comprobado que con menos de 2000 kcal es poco probable que se puedan cubrir las IR para muchos nutrientes. El consumo prolongado de este tipo de dieta debería ir siempre acompañado de una suplementación vitamínica y mineral.

Dieta de Victoria Principal

Programada para siete días, y con el fin de perder 4-5 kg, es una dieta muy baja en calorías pues está compuesta de ensaladas. Su autora, una conocida actriz de cine cuyos conocimientos en nutrición desconocemos, aconseja no realizar la dieta durante la menstruación.

Dieta gourmet

Inspirada en la dieta mediterránea y diseñada por un grupo de dietistas y cocineros de un centro de salud y belleza italiano, ha sido elaborada con la intención de hacer adelgazar a sus clientes sin excesivos sacrificios. Puede definirse como una dieta hipocalórica para paladares exquisitos, diseñada a base de ensaladas exóticas, pollo a la sal, mariscos, ensalada de carne de cangrejos, carpacho de carne cruda al apio blanco, etc. No hay que abusar del pan (40 g/día, 10 palitos o 8 biscotes) y consumir raciones pequeñas. Sus creadores afirman que con un poco de ejercicio y estas exquisiteces se podrán perder hasta 4 kilos en una semana.

Como es comprensible, el factor económico juega un papel fundamental en esta dieta no sólo por el precio de sus ingredientes, sino también por el coste del curso acelerado de cocina que deberán hacer muchas personas antes de comenzar a realizarla.

La cura Waerland

Una cura de hambre muy drástica es la que propone Ake Waerland, algunos autores la denominan como "sauna para el estomago y el intestino", y que consiste en que durante dos días no se puede tomar otra cosa que agua fresca de manantial, patatas, apio, semillas de lino y hortalizas. Supone un consumo calórico total que no supera las 600 kcal.

Dieta cero o ayuno terapéutico

La dieta hipocalórica extrema sería la dieta cero en la que, como su nombre indica, no hay que comer nada, habitualmente conocida como ayuno terapéutico o ayuno total. Podría considerarse como un método verdaderamente heroico para perder peso y, aunque su eficacia es indudable en sujetos con obesidad mórbida, puede resultar peligroso e incluso mortal, como consecuencia de pérdidas proteicas y de electrolitos. Existen casos en la literatura de muertes por ayunos prolongados causadas por una debilidad del músculo cardíaco (Garrow, 1988) por lo que, por supuesto, es una medida que nadie debería de adoptar sin la consulta del especialista. Sin embargo, un estudio reciente demuestra que más de un 5% de las mujeres americanas utilizan el ayuno drástico cuando quieren perder peso (Serdula y col, 1994).

Por otra parte, en el ayuno, la rápida disminución de peso que se produce es consecuencia de una pérdida de masa magra junto a la grasa en la primera etapa. Además, se ha comprobado que, en personas obesas, la ganancia de peso al suspender el tratamiento es muy rápida (Bouchard, 1991).

El ayuno total, cuando se realice, debe ser siempre sin privación de agua pues aunque el ser humano puede afrontar hasta 60 ó 70 días sin consumir alimentos, sin agua la muerte se produce en pocos días (Grande Covián, 1993). A continuación, se resumen los efectos secundarios de una restricción energética drástica:

En general, las dietas hipocalóricas, si son desequilibradas, no son inofensivas, pueden dar lugar a una serie de alteraciones. Provocan un efecto rebote que se traduce en un aumento de masa grasa y pérdida de masa muscular (NIH, 1993). Por otro lado, suelen ser monótonas y su principal peligro es que es muy difícil cubrir las necesidades de todos los nutrientes consumiendo menos calorías de las necesarias (Fishler & Drenick, 1987). Además, es bien sabido que al reducir la cantidad de energía, el organismo también reduce su gasto metabólico basal. También se ha demostrado que las dietas con un contenido muy bajo en calorías pueden ocasionar una hipoglucemia reactiva e intolerancia a la glucosa cuando los sujetos son sometidos a una sobrecarga de la misma, e incluso complicaciones más serias como arritmias cardiacas (NIH, 1993). Otras complicaciones pueden ser problemas gastrointestinales, malestar general, mareos, intolerancia al frío, sequedad en la piel, caída del pelo, contracturas musculares, amenorrea, insomnio, ansiedad, irritabilidad y depresión.

Otro problema del consumo de dietas hipocalóricas es que su utilización de modo crónico es un factor de riesgo para la aparición de trastornos alimentarios tan frecuentes en nuestras sociedades desarrolladas como la anorexia nerviosa y la bulimia (Story et al, 1991).

2.4.2. Disociativas.

Se basan en la teoría de que los alimentos no engordan por sí mismos sino al consumirse según determinadas combinaciones, por lo que se puede comer de todo pero no durante la misma comida. Estas dietas reniegan de las calorías e incluso pretenden desafiar el primer principio de la termodinámica. No limitan la ingesta de alimentos energéticos sino que tratan de impedir la absorción y utilización de la energía y nutrientes procedentes de los mismos y ello dicen conseguirse no consumiéndolos a la vez (disociación de los alimentos).

Conviene recordar que, generalmente, en los tratados de fisiología, los autores se ven obligados, debido a la enorme complejidad de esta ciencia, a parcelarla, fronterizarla y estudiar por separado cada uno de los sistemas que forman y actúan en el organismo, por ejemplo, en sistemas circulatorio, digestivo, respiratorio, renal, nervioso, etc, lo que podría llevar a pensar que dichos sistemas actúan independientemente cuando en realidad, como es bien sabido, no es así, sino que existe un todo armonizado y en el que tienen lugar las diferentes funciones perfectamente sincronizadas e interdependientes.

De igual manera, al concretar en el estudio del sistema digestivo y, dada su complejidad, pudiera parecer que los procesos que tienen lugar en el mismo se realizan de manera aislada existiendo una digestión independiente para los diferentes nutrientes, que es lo que preconizan las dietas disociativas. Así, existiría una digestión para los hidratos de carbono, otra para las grasas y otra para las proteínas, minerales o vitaminas, independientes entre sí, cuando la realidad es que la digestión actúa como un todo y los procesos que la componen están absolutamente armonizados siendo su función, precisamente, digerir una dieta en la que van a aparecer estos componentes conjuntamente. Nuestro digestivo se ha ido adaptando, desde los comienzos del proceso evolutivo hasta nuestros tiempos, a las combinaciones más o menos complejas de distintos alimentos que el hombre viene consumiendo. Los enzimas digestivos encargados de modo específico de hidrolizar los macronutrientes contenidos en los alimentos en moléculas mucho más pequeñas que puedan ser absorbidas - monosacáridos en el caso de los hidratos de carbono, aminoácidos en el caso de las proteínas y ácidos grasos o glicerina en el caso de las grasas, actúan conjuntamente.

Por otra parte, todas las dietas disociativas podrían criticarse en cuanto a la clasificación que hacen de los alimentos. Así, por ejemplo, se considera al pan blanco como un elemento exclusivamente hidrocarbonado cuando también tiene entre un 7-10% de proteína y cierta cantidad de grasa. La leche no se puede considerar como un alimento exclusivamente proteico, ya que aún la descremada es una alimento mixto, rico en proteínas pero también en hidratos de carbono (lactosa); y en las verduras, aunque en general destaca su contenido vitamínico y mineral, también aparecen hidratos de carbono y proteínas.

Pero el éxito inicial de estas dietas es fácil de comprender, pues "ordenan" los hábitos de personas habituadas a comer desordenadamente y, lo que es más importante, la estimación de su contenido calórico indica que la mayoría de ellas se podrían clasificar en el apartado de hipocalóricas. Las dietas disociadas podrían conducir a deficiencias temporales, aunque en realidad la disponibilidad de nutrientes no suele verse excesivamente afectada. Se puede decir que la reducción de la ingesta calórica en la dieta es la responsable de la pérdida de peso, independientemente de la composición en macronutrientes de ésta (Sacks FM y col, 2009).

Dentro de ellas se pueden incluir: Dieta disociada de Hay, régimen de Shelton, dieta del ejército israelí, de Montignac, de las tres columnas, la antidieta, dieta de Rafaella Carra, de Kohnlechner, de Marianne Laconte.

Dieta disociada de Hay

Es la pionera y la precursora de todas ellas pues apareció en los años 20. Se basa en que las proteínas y los hidratos de carbono no pueden ingerirse simultáneamente, ya que no pueden ser digeridos y asimilados juntos, pues las proteínas requieren para su digestión un medio ácido, y los hidratos de carbono, un medio alcalino. Establece una serie de incompatibilidades que, según su autor, son las que hacen aumentar de peso.

En principio, la dieta Hay es un buen ejemplo de un sistema dietético inofensivo pero basado en conceptos completamente erróneos. Cualquiera que tenga un conocimiento elemental de la fisiología de la digestión sabe que nuestro aparato digestivo es capaz de digerir sin la menor dificultad los innumerables alimentos que contienen proteínas e hidratos de carbono en las más variadas proporciones. La digestión de las proteínas comienza en el medio ácido del estómago y continúa en el medio alcalino del intestino. La fase final de la digestión proteica y de los hidratos de carbono se verifica simultáneamente en el medio alcalino del intestino. Además, los enzimas encargados de las distintas actividades digestivas son exquisitamente específicos y nada indica que los que actúan sobre las proteínas sean menos activos en presencia de hidratos de carbono y viceversa.

Régimen de Shelton

Realiza la división de grupos de alimentos por comidas: en el desayuno consumir lácteos, en la comida carnes y en la cena verduras. Este régimen también se puede clasificar dentro del apartado de las dietas hipocalóricas.

Régimen de Antoine

Cada día está dedicado a un grupo de alimentos, durante el cual se puede tomar la cantidad que se desee de los alimentos de dicho grupo con la única condición de no mezclarlos con otros alimentos. Ej: los lunes sólo carne, la cantidad que se desee; los martes, verduras; los miércoles, sólo huevos, etc. Este régimen debe realizarse durante una semana y se debe repetir una vez al mes. Promete una pérdida de 3-4 kilos por semana.

Es una dieta disparatada y carente de toda base científica que, finalmente, resulta bastante hipocalórica. Pero puede llegar a deteriorar el funcionamiento normal del intestino ya que el régimen incluye días en los que prácticamente no hay aporte de fibra o hidratos de carbono (como el día a carnes) y otros con una sobrecarga de los mismos.

Dieta del ejército israelí

Muy similar a la anterior y basada también en el principio de disociación, es otra dieta que puede presentar riesgo. Consiste en "sobrevivir" durante períodos consecutivos de dos días, comiendo un único tipo de alimento: dos días sólo queso, dos días ensaladas, dos carne de ave, etc. Es una dieta monótona y, considerando la alta actividad realizada por el ejército israelí, estamos seguros que no ha sido diseñada ni consumida por él.

Método para adelgazar de los Doctores Eades

Este método se basa en que el organismo se equilibra o desequilibra dependiendo de la combinación de alimentos que llevemos a nuestra mesa, y que hay que combinarlos adecuadamente para que adelgacen en lugar de engordar.

Dieta de Montignac

La idea fundamental es evitar las mezclas de lípidos e hidratos de carbono eliminando todos aquellos alimentos que en su composición tengan estos dos macronutrientes (por ejemplo, la leche, excepto la desnatada).

Limita las fuentes de aporte glucídico estrictamente a los alimentos ricos en fibra. Prohíbe el azúcar, el pan (excepto el integral, en el desayuno), patatas, pastas y arroz.

La fruta debe consumirse sola pues si se consume con lípidos o proteínas queda retenida en el estómago y no es digerida; al contrario, por efecto del calor y la humedad se fermentará, perderá sus vitaminas y alterará el metabolismo de las proteínas. La fruta al final de las comidas puede ser considerada como un verdadero "veneno".

Es un régimen basado en premisas falsas, como que la causa de un exceso de peso es en todos los casos un funcionamiento defectuoso del páncreas. Si éste cumple su función secretará dosis de insulina necesaria para tratar la glucosa; si está en mal estado provocará un hiperinsulinismo, transformando la glucosa en grasas de reservas. Como es sabido, para personas sanas que quieran perder algunos kilos de peso, existen mecanismos homeostáticos que regulan toda la funcionalidad hepática y pancreática y que nada tienen que ver con el desarrollo de obesidad.

Actualmente esta dieta vuelve a estar de moda, ya que su autor Michel Montignac, afamado hombre de negocios, ha publicado un nuevo trabajo, durante el año 2008, basándose en las mismas bases erróneas.

Dieta de las tres columnas

Divide los alimentos en tres grupos: el grupo I incluye alimentos fundamentalmente proteicos, carnes de todo tipo, pescados, mariscos, huevos, lácteos, frutos secos; el grupo II té, verduras, aceite y mantequilla, agua y el grupo III, fundamentalmente alimentos ricos en hidratos de carbono: pan, harina, patatas, arroz, azúcar, chocolate, etc. Se puede comer de todo sin combinar alimentos de los grupos I y II.

La antidieta

Esta dieta se puede encuadrar también dentro de las dietas disociadas ya que se basa en el principio de que lo importante no es sólo lo que se come sino también cuando y en qué combinaciones, por lo que pertenece al tipo de dietas disociativas en las que los hidratos de carbono y las proteínas no se consumen juntos y la grasa se utiliza con sobriedad. Además, tiene en cuenta una serie de ciclos naturales del cuerpo:

Según los autores de la antidieta, para rebajar de peso "el secreto reside en liberarse de los desechos tóxicos, ya que una situación de toxemia en el sistema constituye la base para ir ganando peso en forma excesiva. Los excesos de toxinas corporales son los precursores de la obesidad. La primera manera en que se produce la toxemia es por mediación del proceso de metabolismo. Las células viejas son tóxicas y deben ser retiradas del sistema tan pronto como sea posible mediante cuatro vías de eliminación: intestino, vejiga, pulmones y piel. Mientras haya una cantidad suficiente de energía a disposición del cuerpo, los desechos serán eliminados. La segunda forma es por subproductos de alimentos que no han sido adecuadamente digeridos. Nada favorece tanto al ciclo de apropiación como la adhesión estricta a los principios de la adecuada combinación de alimentos. El estómago humano no es capaz de digerir más de un alimento concentrado a la vez".

Según los autores de la antidieta hay otros principios que ayudan a eliminar toxinas y que nos permiten perder peso:

- "Alimentos con alto contenido en agua: sólo 2 alimentos responden a esta exigencia
- Frutas y verduras-. Cualquier otro alimento puede considerarse concentrado (se ha eliminado el agua). Nuestro cuerpo es 70% de agua". Por eso, según los autores de la antidieta, "la dieta debe estar constituida por un 70% de frutas y verduras y 30% de alimentos concentrados: pan, carne, lácteos, legumbres. No basta con beber agua, que además si es ingerida durante las comidas ejerce un efecto debilitante, ya que en el estomago hay jugos digestivos que están actuando sobre la comida. Si al comer se bebe agua, se diluyen estos jugos y se impide una correcta digestión de los alimentos".

Entre otras orientaciones de la antidieta, sin ningún tipo de justificación científica, están las siguientes: "si se tiene hambre se puede comer fruta 3 horas después del almuerzo ó 3 horas después de la cena". "Es importante usar aderezos y condimentos que no lleven aditivos, conservantes químicos, azúcar o glutamato pues estos sólo agregan toxinas al cuerpo". "Evitar vinagre: es un fermento que suspende la digestión salival y retarda la digestión de almidones". "Sólo consumir pan hecho de harina integral".

También se cuestiona la utilidad de los lácteos y aconseja el consumo de otros alimentos que contienen calcio: verduras de hoja verde, nueces crudas, semillas de sésamo.

Dieta de Rafaella Carra

Se basa en no mezclar jamás hidratos de carbono y proteínas y con ideas pintorescas, como que todo lo que se consuma antes de las 8 de la mañana (límite improrrogable) no va a engordar; así, se puede tomar un suculento desayuno con pastas, azúcar, pan, mantequilla, mermelada, fruta, café, huevos, jamón, yogur, chocolate, en resumen, todo lo prohibido, pero es fundamental acabar el desayuno antes de las 8 de la mañana. También mantiene otras ideas infundadas como que la fruta debe ingerirse como mínimo 2 horas antes ó 2 horas después de las comidas para que no engorde.

Dieta de Kohnlechner

Basada en la teoría de que los lípidos por sí solos no hacen engordar sino únicamente cuando se toman al mismo tiempo que los hidratos de carbono, por lo que prescinde del azúcar y todo lo dulce y restringe el consumo de hidratos de carbono a un 10% del total calórico, ingiriéndose sólo con el desayuno en forma de panecillos. Esta dieta también la podríamos encajar, por tanto, como una dieta excluyente, de las que luego se hablará.

Dieta de Marianne Laconte

Su lema es "adelgace sin privarse de calorías". En esencia, indica que no se deben mezclar jamás en una misma comida féculas y proteínas o azúcares y frutas.

2.4.3. Excluyentes.

Se basan esencialmente en eliminar de la dieta algún nutriente. Desde un punto de vista teórico, el hecho de que una dieta suprima determinado alimento no supone ningún problema ya que lo que el individuo necesita es energía y nutrientes y estos se pueden conseguir a través de las más variadas combinaciones de alimentos así, si no obtuviéramos la proteína de los alimentos de origen animal se podría suplir a partir de la de leguminosas, aunque sería necesaria una mayor cantidad de las mismas para cubrir los requerimientos. Sin embargo, el hecho de eliminar un nutriente es contrario a su propia definición: "sustancia que el organismo necesita y no puede sintetizar, por lo que debe ser aportada por la dieta, y cuya carencia producirá una determinada patología que sólo se corregirá administrando dicho nutriente". Por tanto, una dieta basada en la exclusión de un nutriente no tiene justificación desde el punto de vista nutricional y sí, por el contrario, ocasionará graves problemas de salud que conducirían, si la situación se prolonga, a la muerte irreversiblemente. Dentro de este apartado se pueden diferenciar tres grupos:

A. Dietas cetogénicas.

Ricas en grasas, sin hidratos de carbono. Entre estas dietas podemos mencionar la de Atkins, de Pemmington, de Lutz, de South Beach, …

Dieta de Atkins

A pesar de ser la más famosa e imitada de este tipo de dietas, la dieta Atkins no es ni mucho menos original, pues su precursora, la "Dieta de Banting", procede del siglo pasado (1863). Es una dieta cetógena que consiste en reducir al máximo el consumo de hidratos de carbono (cereales, féculas, leche y derivados -por la lactosa, excepto el queso y la nata- legumbres, azúcar y productos azucarados) pero sin marcar ninguna limitación sobre lípidos (margarina y aceites) y proteínas.

Un día de la dieta Atkins consistiría en:

DESAYUNO: compuesto por huevos con jamón o tocino, tortilla, pescado ahumado y un filete.
COMIDA: bistec con ensalada, asado de cerdo con verduras, trucha con espinacas, filete de ternera recubierto de queso y tomates rehogados.
CENA: pollo asado con ensalada, chuleta de cordero con guisantes, cóctel de gambas con mantequilla.

Además, se deben hacer 6 pequeñas comidas o "tentempiés", cada 3 ó 4 horas. Todos los alimentos deberán contener alguna cantidad de proteína. No debe omitirse el desayuno.

Se debe reducir la ingestión de cafeína (café y cola): como máximo 3 cafés al día. Eliminar el alcohol, "actuaría como hidrato de carbono, impidiendo la movilización de la grasa".

Se debe realizar el máximo ejercicio posible.

Si analizamos su perfil calórico, el 67% de la energía procedería de las grasas, un 30% de las proteínas y sólo un 3% de los hidratos de carbono, lo que se aleja en gran medida del perfil ideal recomendado para una dieta equilibrada. Sería altamente hipercolesterolémica.

Según Atkins, la dieta a base de grasas estimula la secreción de acetona y de movilizadores de las mismas, suprimiendo la sensación de hambre y provocando una disminución de peso. Como ejemplo, se fundamenta en la imposibilidad de que los lípidos se transformen en grasas de reserva sin un aporte glucídico. Su principio es el siguiente: "cuanto menor disponibilidad tenga el organismo de los combustibles más fáciles (alcohol e hidratos de carbono), más plenamente utilizará el combustible de almacenamiento: la grasa orgánica". "Hay que contar los hidratos de carbono en vez de las calorías. En este sentido, en estudios como los llevados a cabo por Yang & Van Itallie (1976) en sujetos obesos comparando una dieta mixta y una dieta con una alto contenido en grasa, ambas del mismo valor energético (800 kcal/día) durante 10 días, se observó una pérdida de peso de 278 g/día para la dieta mixta y 462 g/día para la cetógena. Pero la pérdida de grasa fue la misma para las dos dietas (165 g/día). La dieta con un alto contenido en grasas produjo una mayor pérdida de nitrógeno, además de una mayor pérdida de agua. Para Atkins "la insulina es la hormona responsable del incremento de peso", "la ingestión de azúcar o de cualquier hidrato de carbono, no hace sino agravar todavía más la insuficiencia de azúcar en la sangre, alterando el ya desequilibrado metabolismo insulínico". "El azúcar es el aditivo alimentario más peligroso del mundo. Nuestra adición más común: puro, blanco y mortífero".

Es decir, considera a la obesidad un trastorno puramente metabólico común que se debe a los hidratos de carbono y olvida por completo que en el 90% de los casos, como ya hemos comentado, la obesidad es producida por un desbalance energético. Realmente, si analizamos esta dieta se observa que tiene una densidad de nutrientes muy baja y es muy pobre en fibra, por lo que el propio Atkins recomienda consumir megadosis de vitaminas y minerales, lo que el denomina "dieta supervitamínica" ya que las dosis diarias recomendadas no bastan, y la utilización de laxantes para paliar la falta de
fibra.

Dieta de Pemmington

Permite un libre consumo de proteínas y lípidos con una baja ingesta de hidratos de carbono. Es esencialmente cárnica complementada con mantequilla y zumos de fruta.

Dieta Lutz

Limita los hidratos de carbono, aunque no de manera tan drástica como la dieta Atkins que los excluye totalmente, y aconseja consumir carnes y grasas sin limitaciones. Según Lutz el hombre se ha desarrollado como cazador y carnívoro durante milenios y, por tanto, su metabolismo se ha orientado hacia la nutrición animal por lo que nuestros enzimas digestivos no pueden haber evolucionado. Su obra se titula"Vivir sin pan" ya que, para Lutz, "el elevado consumo de hidratos de carbono al que nos hemos acostumbrado está en contra de nuestra fisiología, y con el consumo habitual de hoy en día se va a producir un exceso de glucosa que puede transformarse en grasa".

Dieta de South Beach

La dieta de South Beach fue creada por un cardiólogo Arthur Agatston y se basa en los planteamientos de la dieta Atkins, pero realizando menos restricciones. Según su creador esta dieta nos permite perder 3 kilos a la semana sin pasar hambre. Se divide en tres fases, en cada una de ellas existe un lista de alimentos permitidos y prohibidos. En la primera de ellas se excluyen pan, azúcar, arroz, frutas, etc, y poco a poco, en las siguientes fases se van introduciendo algunos de los alimentos restringidos, hasta llegar a la tercera fase, de mantenimiento, en la que la exclusión de alimentos es menor, esta última fase comienza cuando se ha alcanzado el peso ideal y se debe mantener de manera habitual.

¿Por qué las dietas cetogénicas suelen tener tantos seguidores?:

Con estas dietas se puede comer casi todo lo que las demás prohíben y, por el contrario, se puede prescindir de todo aquello que hace a las dietas aburridas (verduras, ensaladas..) y poco palatables, ya que la grasa es el agente palatable por excelencia.

El origen de la pérdida de peso provocada por estas dietas se debe principalmente a una gran pérdida de agua y a una disminución de las reservas de glucógeno, que también se almacena hidratado. Es bien sabido que en el ayuno o cuando la energía de la dieta deriva principalmente de grasa y proteínas existe una pérdida del glucógeno hepático y muscular, que además está hidratado, lo que hace que se pueda conseguir una importante pérdida de peso, de hasta 3 kilogramos, a expensas del mismo y de su agua de hidratación, aunque esta pérdida puede originar un estado de fatiga e incluso una deshidratación relativa. Otra causa de la posible pérdida de peso que producen es que, al cabo de unos días, conducen al aburrimiento entre sus consumidores, lo que hace que el sujeto autolimite el propio consumo de alimentos.

Así, estudios realizados sobre personas sometidas a diferentes tipos de dietas, ricas en grasa o dietas mixtas, demostraron que la pérdida de grasa corporal era muy similar y por tanto la rica en grasa no produce, como preconiza Atkins, mayor pérdida de la misma que una dieta mixta del mismo valor calórico, pero sí, por el contrario, una mayor pérdida de agua corporal.

Dentro de los principales inconvenientes se encuentra que la dieta cetogénica implica una sobrecarga funcional muy importante para el hígado al producirse en esas circunstancias un gran aumento de la gluconeogénesis para poder suministrar la cantidad de glucosa mínima que el organismo requiere al no ingerir suficientes hidratos de carbono con la alimentación (Cabo, 1995). Pero este proceso va a dar lugar a la producción de una excreción considerable de residuos metabólicos provenientes de la combustión de grasa o desdoblamiento de proteínas (alteraciones metabólicas: acidosis metabólicas). Otra consecuencia común de estas dietas es producir cetosis (aumento de concentración de cuerpos cetónicos en sangre y su eliminación por la orina y de acetona por el aire expirado), de ahí el nombre de dietas cetogénicas.

Además, debido al contenido excesivo en grasa de la dieta, es muy frecuente que se produzca un aumento del colesterol sanguíneo, un aumento de ácido úrico y una sobrecarga renal de solutos, a la vez que una disminución en los niveles de potasio, lo que puede provocar indeseables arritmias cardíacas. También pueden originar déficits en varios nutrientes así como falta de fibra e incluso obstrucciones intestinales (Balabansky, 1985). Estas dietas son especialmente peligrosas durante el embarazo por que para el buen desarrollo del feto es muy necesario un metabolismo de hidratos de carbono adecuado.

Se puede concluir que las dietas cetogénicas no tienen ninguna base científica sólida y sí muchos datos en contra de su utilización pues, además, no fomentan unos hábitos alimentarios correctos y, lo que es peor, se ha demostrado reiteradamente su fracaso en mantener la pérdida de peso lograda cuando se vuelve a la alimentación habitual, dando lugar a un efecto rebote, a veces pavoroso.

B. Ricas en hidratos de carbono, sin proteína ni grasa

Entre estas dietas se recogen: dieta del Dr. Hass, de Ornish, de Pritikin, saciante, detox, del arroz integral, del plátano, Plan F...

Dieta del Dr. Haas

Un 80% de la energía procede de los hidratos de carbono (cereales, legumbres, hortalizas y frutas) con bajo aporte calórico (excepto si se cae en la tentación de comer tartas, bombones, etc., lo que, por supuesto, invalidaría el sistema del Dr. Haas). Su consumo continuado puede ocasionar carencias vitamínicas y proteicas.

Dieta de Ornish

Limita al máximo las grasas, permitiendo que sólo un 10% de las calorías provengan de dicho nutriente, un 20% de las proteínas y un 70% de los hidratos de carbono. Se trata de una dieta prácticamente vegetariana, que elimina la carne y los derivados lácteos. Además, como aspecto controvertido prohíbe el consumo de pescados y nueces pero, por otra parte, considera necesaria la suplementación de la dieta con ω-3 para mejorar el perfil lipídico. No limita las calorías, promueve las comidas ricas en fibra y el ejercicio físico junto a la meditación.

Dieta del Dr. Pritikin

Dieta de hidratos de carbono extremadamente pobre en grasa, compuesta esencialmente de cereales integrales, frutas y verduras, etc. Sus principales limitaciones son no contener ácidos grasos poliinsaturados y aportar una cantidad de proteína escasa. Además de una dieta hipocalórica, el sistema Pritikin añade un programa adicional de ejercicio con lo que se puede conseguir una mayor pérdida de peso. En América, ha adquirido un gran éxito, hasta tal punto que algunos restaurantes ofertan "menús Pritikin" especiales para quienes desean también fuera de casa permanecer fieles a su dieta.

Dentro de las dietas ricas en hidratos de carbono, también se encuentran las que se fundamentan en un elevado consumo de fibra como, por ejemplo, el Plan F, basado en cereales, legumbres, frutas y cereales o la dieta del plátano -que consiste en consumir 5 plátanos al día junto con leche desnatada, verduras, ensalada y carne de ave. Hay que tener en cuenta que un aporte excesivo de fibra puede provocar trastornos intestinales (flatulencia, diarrea) y fenómenos carenciales (disminución de la biodisponibilidad de determinados nutrientes como hierro y zinc). Otro problema de este tipo de dietas, aparte de las posibles carencias nutricionales, especialmente a nivel proteico, es que aunque los hidratos de carbono sacian rápidamente, enseguida se vuelve a tener hambre.

C. Ricas en proteína, sin hidratos de carbono ni grasas

En general, la reducción del valor calórico de la mayor parte de las dietas de adelgazamiento consiste en una limitación de su contenido en grasas, seguido de los hidratos de carbono, por lo que la mayor parte de dichas dietas tiene un porcentaje de proteínas superior a las dietas habituales. Pero, en concreto, hay un grupo de dietas que aportan cantidades más elevadas con objeto de evitar pérdidas de proteínas corporales.

Se basan en el mayor efecto saciante de las proteínas e incluso en la posibilidad de que su exceso provoque la supresión del apetito al producir una movilización de cuerpos cetónicos. En general, los únicos alimentos permitidos son las carnes y pescados a la plancha junto con ensaladas y verduras. Pueden afectar al hígado y al riñón produciendo una sobrecarga.

Dentro de estas dietas podemos mencionar: régimen de Scardale, dieta de Hollywood, de Cooley...

Régimen de Scardale

Inventada por el cardiólogo Hermann Tarnower, de Scardale, en el Estado de Nueva York, es una dieta en la que principalmente se eliminan las grasas. Se apoya en el consumo proteico y es, por tanto, un dieta hiperproteica a base de carne magra, frutas y verduras y, que prohíbe leche, pan, arroz, patatas y dulces. No se puede usar aceite como condimento; está totalmente prohibido el alcohol, leche o zumos de frutas; entre horas, se pueden tomar sólo zanahorias y apio en la cantidad que se desee; no se debe consumir patatas, pasta o pan común, dulces ni helados; el café y té se deben tomar sin azúcar.

Se especifica lo que hay que comer, durante 14 días, no pudiendo hacer ningún tipo de variación. Se puede reducir el peso en un kilo diario, siempre y cuando se haga al pie de la letra. Aporta de 1.000 a 1.200 kcal diarias.

Dieta de Hollywood

Régimen extremo que prescinde de todo tipo de hidratos de carbono y que sólo permite un mínimo de energía, aproximadamente 600 kcal. Aunque hoy en algunas revistas se ha relanzado, es la “tatarabuela” de las dietas ya que su origen se remonta a los años 20. Su publicidad en estas revistas promete pérdidas de 6 kilos en 18 días. Es muy extrema con importantes déficit y puede provocar situación de cetosis y problemas renales.

El análisis del perfil calórico de esta dieta muestra que un 90% de la energía procede de las proteínas, un 10% de la grasa y 0% de los hidratos de carbono, lo cual es disparatado.

Aunque afirma que se debe seguir la dieta estrictamente, no pudiendo intercambiar los alimentos del menú, también incluye un listado de alimentos permitidos y prohibidos:

Dieta Cooley

Permite el consumo de gran cantidad de proteínas, pero pocos hidratos de carbono y, a ser posible, nada de grasa lo que eliminaría el aporte de los ácidos grasos esenciales. La dieta contiene menos de 750 kcal durante 10 días, de las cuales el 50% provienen de las proteínas.

Dieta de la USP (Universidad de Sao Paolo)

A pesar de tener este nombre, dicha universidad no confirma la autoría de esta dieta. Se recomienda seguir una determinada combinación de alimentos durante dos semanas. Es una dieta con un elevadísimo contenido en proteína y apenas hidratos de carbono, así el jamón, los huevos y el café son los tres principales ingredientes.

Dieta de la Zona

Dieta hiperproteica, con un aporte limitado de hidratos de carbono. Existe un plan individualizado para la persona según su actividad física y su porcentaje de grasa en el cuerpo. El 40% de las calorías deben proceder de hidratos de carbono, 30% de grasas y 30% de proteínas.

Dieta de la proteína líquida

Esta dieta, que en Estados Unidos ocasionó más de 60 muertes, se basa en el consumo de una sustancia obtenida de la piel de vaca (hidrolizado de proteínas). La hidrólisis de proteínas da lugar a la liberación de los aminoácidos, pero una hidrólisis ácida destruye aminoácidos esenciales como el triptófano. No se sabe la causa certera de las muertes pero alteraciones, principalmente cardíacas, precedieron a las mismas.

Dieta de los astronautas

Esta dieta se hizo famosa a principios de los años 80. Es una dieta en polvo hiperproteica que se complementa con tabletas y polvos de vitaminas y minerales.

Dieta de la última oportunidad

Otra dieta hiperproteica, peligrosa, es la conocida como “the last chance diet” (la dieta de la última oportunidad), es muy parecida a la anterior y popularizada en América en los años 70, produjo al menos 46 muertes y aunque no fue posible determinar la causa concreta, si se encontraron alteraciones del ritmo cardiaco, taquicardias y fibrilaciones auriculares.

Realmente, se ha demostrado que las dietas hiperproteicas causan una supresión del apetito debido a la movilización excesiva de grasa y a la formación de cuerpos cetónicos. También se ha demostrado que el elevado efecto termogénico de las proteínas, así como su bajo coeficiente de digestibilidad, reduce las calorías netas utilizables del alimento si se comparan con una dieta equilibrada del mismo contenido calórico. Este efecto producido por la ingestión proteica es debido principalmente al proceso digestivo así como a una energía extra requerida por el hígado para la metabolización de aminoácidos. Aunque desde este punto de vista las dietas hiperproteicas podrían ser válidas, es necesario tener en cuenta otros muchos factores: sobrecarga renal, riesgo potencial sobre el hígado, aumento de los niveles de ácido úrico y depósitos de cristales en las articulaciones, desbalance electrolítico o pérdida del tejido magro. Además, está demostrado que en mujeres postmenopáusicas se podrían acompañar de una disminución en la absorción de calcio, lo que podría contribuir a aumentar el riesgo de osteoporosis. Por otra parte, estas dietas, al disminuir al máximo el consumo de grasa se pueden considerar como poco placenteras.

Finalmente, una dieta hiperproteica y a la vez hipercalórica no tendría ninguna utilidad en la pérdida de peso pues el exceso de proteínas se transforma en grasa en el hígado y se almacena en los depósitos adiposos, es decir, también contribuyen a un aumento de peso, efecto contrario al que se busca con ellas. En resumen, puede afirmarse que no existe ningún experimento serio que demuestre que la cantidad de grasa perdida dependa de la composición y no del déficit calórico de la dieta.

Una estudio, recientemente publicado (Sacks FM y col 2009), sobre el efecto de las dietas con diferente proporción en lípidos, hidratos de carbono y proteínas confirma todo lo anteriormente indicado, no encontrándose diferencias significativas en ningún caso.

2.4.4. Psicológicas.

Es indudable que en muchos casos la obesidad tiene un componente psicológico claro y, por tanto, estos planteamientos pueden ser útiles cuando la mayor ingesta de alimentos es consecuencia de alteraciones emocionales o psíquicas. Hay que tener en cuenta que a través de estrategias psicológicas se puede conseguir reducir el consumo calórico, aspecto positivo y nada criticable, pero siempre sin olvidar que la disminución en la ingesta no debe repercutir en el resto de los nutrientes, como ya se ha comentado en repetidas ocasiones.

Sin embargo, algunas de las llamadas dietas psicológicas no tienen base psíquica lógica ni desde luego nutricional.

Como ejemplos de algunas dietas psicológicas con nombre propio están las siguientes:

Terapia de comportamiento

Trata de controlar los estímulos que rodean a la alimentación como, por ejemplo, comprar los alimentos después de comer, hacer las compras a partir de una lista previamente elaborada, reemplazar las comidas entre horas por el ejercicio, guardar los alimentos fuera de la vista, no dejar los platos sobre la mesa, evitar servir en la mesa, quitar la mesa inmediatamente después de las comidas, etc.

Igualmente, hace hincapié en el control de la ingestión de alimentos: dejar descansar el tenedor entre cada bocado, masticar bien antes de tragar. Reforzar estos comportamientos con ayuda de la familia y de las amistades. Su principal objetivo, además de perder peso, es modificar los hábitos alimentarios, lo que es absolutamente recomendable.

Dieta de los weight watchers

Tiene su origen en los años 30 como consecuencia de la intuición de una ama de casa americana (Jean Nidetch) que decidió invitar a algunas amigas para darse mutuamente ánimos y seguir juntas una dieta. Es un régimen equilibrado en torno a las 1200 kcal para las mujeres y 1500 kcal para los hombres. Los consejos dietéticos respetan el equilibrio alimentario, aunque con una limitación en la ingesta de grasa. Su eficacia está basada en la terapia de grupo, con control de peso semanal y sesiones de autocrítica. Los monitores son antiguos obesos que reciben una formación especial. Podríamos equiparar a los "weight watchers" con los "alcohólicos anónimos". Bien organizados pueden tener resultados satisfactorios en el tratamiento de pacientes obesos (Davidson y Passmore, 1986).

Psicodieta

Afronta los problemas psicológicos y emotivos que tienen muchas personas relacionados con la comida. Hay diferentes alternativas según las distintas características psíquicas de cada persona y han sido clasificadas en 4 grupos:

- Regresiva: dieta a base de alimentos de sabor dulce, indicada para personas que tienen dificultades para renunciar al azúcar y productos dulces.
- Agresiva: dieta a base de alimentos crujientes de sabor muy definido, indicada para personas que tienden a canalizar sus tensiones masticando.
- Defensiva: dieta ideal para aquellos que buscan en los alimentos una defensa y compensación emocional, al tiempo que energía. Estas personas necesitarían hidratos de carbono, preferiblemente complejos.
- Depresiva: dieta basada en platos rápidos, muchas veces preparados, que pueden ser conservados en el frigorífico y consumidos rápidamente, ya que las personas de este grupo no son aficionadas a la cocina.

El objetivo es común en todos los casos: reducir peso sin eliminar totalmente los alimentos que sirven de compensación psíquica.

Dieta mental

Plan para adelgazar modificando las estructuras mentales ya que el cuerpo obedece a la mente. Basado en la premisa "imagínese delgado, sea delgado". Según su autor, en 21 días podrá conseguir un perfecto control de su peso de manera definitiva.

Son técnicas basadas en la relajación y autoestima como método. Según su autor, hay que imaginarse delgado porque una de las características de la mente subconsciente es traducir a la realidad física las imágenes o dibujos mentales que han sido programados.

2.4.5. Otras (monodietas, líquidas y "dietas sin fundamento").

A. Monodietas o dietas monoelementos


Son dietas que se basan en el consumo de un único tipo de alimento. En general, todas ellas aportan un bajo contenido en energía lo que justifica su posible eficacia que no sería, como preconizan, debida al consumo casi exclusivo de un solo tipo de alimentos. Es decir, la manzana no tiene, en sí, poder adelgazante sino que lo que adelgaza es una dieta sólo a base de manzanas, que es baja en calorías (<1000 kcal) debido al bajo contenido energético de dicha fruta. Aparte de su monotonía, el principal problema de este tipo de dietas es que, si se prolongan, pueden provocar graves estados carenciales ya que es imposible que con un único tipo de alimentos se cubran todas las necesidades en nutrientes. Además, en algunos casos, como las dietas a base exclusivamente de frutas, provocan una sensación de hambre que puede llegar a ser agobiante y dan lugar a efectos gastrointestinales indeseados: vientre hinchado, flatulencia, cólicos intestinales y diarrea.

Dentro de ellas se encuentran: dieta del pollo, del jarabe de arce, de Harrop, de los cereales, de los huevos, del bacón, del chorizo, del pepino, de los cacahuetes, dieta del arroz, de la col, del tomate, del queso, de las espinacas, de la cuajada y otras muchas, entre las que describimos las siguientes:

Dieta de la “sopa come-grasa” o sopa mágica

Es quizás la que ha adquirido más fama y seguidores. Se basa en algunas ideas de las dietas disociadas, al prohibir mezclar hidratos de carbono con proteínas pero con un añadido: consumir a diario, como mínimo, dos platos de sopa. Esta sopa “mágica” debe prepararse hirviendo tomates, repollo, pimientos, cebolla, caldo de pollo y mucho apio. Promete una pérdida de, al menos, 5 kilos en una semana, además de reducir el colesterol, rebajar el ácido úrico, eliminar toxinas, y eliminar los líquidos acumulados. En realidad se trata de una dieta hipocalórica y nada equilibrada en nutrientes.

Dieta del pollo

La mitad de la dieta está constituida por pollo en todas sus variedades de preparación (es la única carne que se puede consumir) y el otro 50% por verduras, ensaladas y frutas.

Dieta del jarabe de arce

Además de adelgazar se le atribuyen propiedades valiosísimas como curativo de todo tipo de dolencias. Consiste en consumir únicamente una limonada caliente endulzada con sirope de savia, una sustancia semejante a la miel.

Dieta de la patata

La regla de oro para que esta dieta sea más efectiva es “cuántas más patatas, mejor”. Sólo se pueden comer patatas durante dos días y afirma ser una dieta “diurética” y “desintoxicante”.

Dieta de Harrop

Se compone de un litro de leche y 6 plátanos al día. Según sus autores, el consumo de estos dos alimentos juntos aumenta la función tiroidea, lo que no está en absoluto demostrado. Si calculamos su contenido calórico no supera las 1200 kcal.

Dieta de los cereales

Se le atribuye propiedades embellecedoras.

Dieta de los huevos

Recomienda consumir 6 huevos diarios, completando la dieta con fruta y ensalada. Esta es una dieta desequilibrada.

Dieta del bacón o el chorizo

En ambas se recomienda el consumo de grandes cantidades de estos alimentos, que por un mecanismo cetogénico impiden que se ingieran otros productos.

Dieta del gazpacho

Se anuncia como refrescante y depurativa, promete perder más de cuatro kilos en cinco días.

Dieta del marisco

Además de cara, es nutricionalmente muy desequilibrada.

Dieta del pomelo

Se le atribuye la propiedad de devorar grasas, eliminar toxinas y evitar el estreñimiento. Su origen se debe a un excedente agrícola en la producción del pomelo y se basa en consumir durante 2/3 días a la semana sólo esta fruta.

Dieta de las frutas

Dentro del grupo de las frutas, no sólo el pomelo se utiliza en monodietas. Utilizando las Tablas de Composición de Alimentos (Moreiras y col, 2009) se ha calculado el aporte energético de algunas dietas a base de fruta según la cantidad de alimento que se recomienda consumir.

- Dieta del melocotón (4 melocotones en almíbar, 4 yogures y caldos): 830 kcal
- Dieta de las manzanas (12 manzanas): 966 kcal
- Dieta de la piña (2 kilos): 513 kcal
- Cura de uvas (2 kilos): 1.701 kcal

Dieta de la alcachofa

Aunque existen muchas variantes (tomar verdura en forma de zumo inmediatamente antes de las comidas; sustituir el primer plato de comidas y cenas por alcachofas), como monodieta consiste en tomar durante tres días única y exclusivamente alcachofas cocinadas en todas sus variantes posibles. El aporte calórico de 100 g comestibles de alcachofas es inferior a 20 kcal. Sus seguidores afirman que permite que el organismo se desprenda rápidamente del agua y la grasa acumulada en abdomen y caderas.

Dieta de la galleta

Es una de las últimas dietas de moda, aunque en realidad no es nueva y lleva más de 30 años en el mercado. Consiste en consumir a lo largo del día, 6 “galletas” especiales preparadas a base de pasas, avena, harina de grano integral, arroz, coco y chocolate, cuando se quiera y se tenga hambre junto a una sola comida compuesta por una pieza de pollo y vegetales. Según su creador (Dr. Siegel), las personas experimentan una gran satisfacción y un gran efecto saciante al consumirlas. Realmente si se analiza el contenido calórico de esta dieta no supera las 800 kcal/día, por lo que parece que con este consumo calórico cualquier persona puede perder peso con o sin galletas.

Dieta del helado

Ningún alimento escapa de la moda de las monodietas. Ésta a base de helados promete perdidas de 2 kilos en 1 semana.

B. Dietas líquidas

Renunciar a comer y, en su lugar, sólo beber es otra manera utilizada para intentar perder peso. En sí mismo, esto no sería un inconveniente, incluso las dietas líquidas pueden ser completas, como es el caso de las utilizadas en nutrición artificial. Pero su alto precio las limita a situaciones patológicas, especialmente alteraciones digestivas. Por otro lado, su uso prolongado provocaría una ipofuncionalidad digestiva. Dentro de este sistema, que como su nombre indica consiste en alimentarse únicamente a base de líquidos, podemos destacar:

Dieta de la cerveza

Consiste en no tomar más que cerveza (2,5 l/día) durante 2 días, lo que supone una ingesta de energía de 800 kcal. Esta dieta aparte de la intensa sensación de hambre, debido a su corta duración (2 días), no va a suponer ninguna pérdida de peso y, en cualquier caso, si se produjera sería, como podemos suponer, por su efecto diurético, lo cual no sería nada beneficioso.

Dieta de la leche

Se basa en consumir únicamente 3 litros de leche al día (durante 2 ó 3 días). Su aporte energético será muy variable según sea leche desnatada: 990 kcal/día o entera 1950 kcal/día respectivamente.

Dieta de los zumos o cura de zumos

Esta dieta se basa en no tomar nada más que zumos de fruta recién exprimida, afirma estar recomendada por médicos y que se pueden perder hasta dos kilos diarios.

Entre los inconvenientes de esta dieta hay que destacar que producen una gran sensación de hambre y, con frecuencia, flatulencias.

Dieta de las infusiones

Una semana a base de infusiones de manzanilla, té, boldo, menta y tila. Como la sensación de hambre debe ser incontrolable, esta dieta también permite consumir algún alimento como pollo o ternera a la plancha.

C. Las dietas sin fundamento

Dentro de este epígrafe se incluyen una serie de dietas y métodos que se basan en ideas sin apoyo científico y que, aunque carecen de cualquier tipo de credibilidad, de lo que no carecen en muchos casos es de originalidad. Por tanto, no creemos necesario hacer comentarios sobre las mismas, aunque tampoco se puede olvidar su posible efecto placebo o psicológico ya comentado.

Dieta del calendario

Dieta en la que cada día solo se pueden comer alimentos cuyo nombre empieza por una determinada letra.

Dieta de la luna

Recomienda el consumo exclusivo de líquidos durante 24 horas, coincidiendo con el momento en el que se produce el cambio de la fase lunar. Zumos y caldos son los únicos alimentos permitidos, y puede considerarse una dieta muy pobre en numerosos nutrientes.

Dieta de la hora

Se basa en suponer que lo ingerido antes de una hora determinada no engorda. Este concepto también aparecía en la dieta anteriormente comentada de Rafaella Carra.

Dieta del ajo

También se podría incluir dentro de las monodietas pero lo curioso es que no consiste en comer ajo, sino en ponerse un ajo pelado en el ombligo, que molestará cuando la persona picotee o coma entre horas.

Cronodieta

Posee algunas características en común con las dietas disociativas. Permite comer de todo pero a la hora indicada y que, según sus autores, está especialmente indicada para adolescentes. Concebida por el médico italiano Mauro Tobisco (1991) se basa en que un mismo alimento tiene diferente capacidad de engordar según la hora en que sea consumido. En general, los hidratos de carbono se metabolizan de un modo más rápido y eficaz en la primera parte del día, mientras que después son más adecuadas las proteínas. El único alimento que según esta dieta puede consumirse a cualquier hora son las verduras. Esta dieta habla de un "reloj alimenticio" y después de las 5 de la tarde está prohibido comer fruta y azúcar pero se pueden comer tantas proteínas como se quiera.

Dieta de las 3 P

Indica que los tres únicos productos que hay que evitar durante el régimen son pasta, pan y patatas. Esta dieta no fija límites a la ingesta energética total sino sólo al consumo de estos tres productos.

Dieta de los colores

Partiendo de la numerología metafísica, según la cual cada día vibramos con un color determinado, habrá que emplear ese color para alimentarnos. Por supuesto, carece de todo fundamento y lo más grave es que no tiene como única finalidad perder peso, sino que pretende armonizar nuestros cuerpos, por lo que se explicará más ampliamente en el apartado de dietas curalotodo.

Dieta del limón

También se podría incluir en el apartado de monodietas. Se basa en ingerir todas las mañanas el zumo de unos cuantos limones sin azúcar ya que el ácido disuelve la grasa. Esto es del todo falso y, además, la ingestión de un exceso de ácido puede ser muy perjudicial, especialmente para los dientes.

Dieta de los grupos sanguíneos

Se basa en que la sangre guarda una especie de "memoria celular" que "recuerda" su ancestral tipo de alimentación para cada uno de los tipos sanguíneos. En resumen, clasifica los alimentos en relación con los cuatro grupos sanguíneos en beneficiosos, neutros y desaconsejados.

Dieta cruda

Se basa en consumir todos los alimentos sin cocinar pensando que así no van a ser digeridos y se adelgazará. El consumo de alimentos crudos, como se comenta posteriormente ("alimentos naturales"), puede implicar graves riesgos para la salud, ya que son vehículo de un gran número de bacterias que al no ser destruidas en el proceso de cocinado, pueden provocar numerosas enfermedades infecciosas. Estos aspectos serán más ampliamente comentados en el apartado de dietas naturales.

Dieta Beverly Hills

Preconiza la idea de que la absorción de los alimentos sólo existe si se combinan con otros ricos en enzimas (ptialina, pepsina y ácido clorhídrico). Estas enzimas digestivas se encuentran en cantidades muy altas en la papaya y la piña por lo que estos alimentos son vitales para la dieta.

Dieta Humplik

Esta dieta para adelgazar no recomienda una reducción de calorías sino un considerable aumento de las mismas (con 6000 kcal diarias se pueden perder hasta 15 kilos en un mes), y asegura que el organismo tiene unas necesidades energéticas notablemente aumentadas cuando tiene que ingerir más de 6000 kcal diarias, y toma de las reservas grasas la energía que necesita para el aumento metabólico. Como puede imaginarse, la prometida pérdida de peso no está ni mucho menos garantizada.

Dieta de la bailarina Margaret

Similar a la anterior; preconiza que consumiendo alimentos con alto contenido en calorías y mucho alcohol, se puede adelgazar.

Obviamente ambas dietas caen de lleno dentro del mundo de la magia y pueden tener unas consecuencias totalmente contrarias a las pretendidas.

Método Pakistaní

Es otro método natural y mágico que se aconseja para adelgazar y que consiste en llevar, a imitación de las mujeres del Pakistán, en el brazo derecho un delgado brazalete de hilo enérgicamente apretado durante toda la vida, que les permite conservar el mismo peso. La posible explicación que sus seguidores dan a este "eficaz método", es que en el antebrazo existen unos minúsculos centros nerviosos a los que este brazalete somete a una presión débil pero constante, emitiendo unos influjos que estimulan las glándulas tiroides y suprarrenales. Por supuesto, no conocemos tal efecto ni la existencia de esos posibles influjos sobre el funcionalismo endocrino.

Obesitest y Test de ALCAT

Se presenta como un tratamiento para curar la obesidad basado en el principio de que sólo ciertos alimentos, distintos en cada persona, son los culpables de no poder bajar de peso. Con este sistema, mediante un análisis de sangre, se podrían identificar los alimentos que hacen engordar y al eliminarlos de la dieta, se conseguiría adelgazar. Asegura que se perderán hasta 4-6 kg la primera semana de tratamiento.

El test de ALCAT nos da la posibilidad de conocer la intolerancia a 100 alimentos distintos.

No existen evidencias ni trabajos cientificos claros que avalen este sistema.

También dentro de este apartado podríamos incluir a una serie de dietas basadas en la idea totalmente errónea de que un alimento tomado en grandes cantidades o combinado con otro hace adelgazar. Así, se ha pensado que la combinación de queso con vino, pomelo con huevo duro o queso con leche permiten adelgazar. En realidad, "el único alimento que adelgaza es el que se deja en el plato". Las dietas incluidas en este último apartado son regímenes fantasiosos que no cumplen la mínima norma elemental de fisiología y que se basan en principios totalmente infundados presentando, a menudo, serias complicaciones para su uso, especialmente si éste es indiscriminado. Según algunos autores podrían denominarse"dietas de las vecinas", pues pasan de mano en mano y de boca en boca. En el resto, las bases científicas también suelen ser incompletas, distorsionadas y en algunos casos podrían causar serios problemas para la salud, por lo que si se simplificara la clasificación en "dietas verdaderas" y "no verdaderas", entendiendo como verdaderas aquellas que realmente hacen adelgazar al individuo de manera seria, rigurosa y permanente, este grupo quedaría prácticamente vacío.

En general, cuando se habla de la eficacia de estas dietas hay que tener una idea clara; puede decirse que casi la totalidad de las mismas tienen un aspecto común: si se analiza su aporte de energía, este sería bastante bajo, es decir, consiguen que se consuma menos calorías de las habituales y, aunque intenten justificarse con otros fundamentos, es en el déficit calórico donde radica la posible pérdida de peso conseguida pero olvidándose de la ingesta de nutrientes y sus consecuencias negativas.

Algunos autores han sido muy críticos con el tema: “El plan de dieta adelgazante de Eilen Eatwell” es un libro que garantiza una pérdida de peso instantáneo mediante comidas adelgazantes que “harán de la vida en la cocina una verdadera fiesta”. Dicho libro contiene todas sus páginas en blanco, indicando el sentido crítico de sus autores a esas posibles afirmaciones.

2.5. Bibliografía del capítulo.

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página de

Autor/es

Gregorio Varela Mosquera
Carmen Núñez Martín
Olga Moreiras Tuny
Francisco Grande de Covián


Fuente:

Fundación Española de la Nutrición (FEN)
Instituo de Nutrición y Trastornos Alimentarios (inutcam)


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