Simón Martín Mateos fundó en 1907 una fábrica de embutidos ibéricos en Guijuelo a la que dio su nombre y que fue el germen de la que se conoce hoy. Patriarca de una saga de chacineros ilustres y descendiente de habilidosos manufactureros de la matanza, Simón Martín Mateos decidió comercializar el producto que le habían enseñado a elaborar sus antepasados y creó, sin saberlo, una línea de negocio que hoy se extiende a diversos países del mundo.