CAFÉ Y PESO CORPORAL
1. Introducción.
2. Café y grasa corporal.
3. Efecto del café sobre la termogénesis.
4. Bibliografía.
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1. INTRODUCCIÓN.
La epidemia de obesidad en nuestra sociedad actual, así como las enfermedades y mortalidad asociadas a ella, son motivo de preocupación. Como ya se explicó, el exceso de peso corporal es un aspecto clave en el desarrollo de la diabetes tipo II y la cafeína, al tener un efecto beneficioso sobre el control de peso, podría contribuir a la prevención de esta enfermedad. La hipótesis de que la cafeína puede tener efectos beneficiosos en el control de peso se apoya en los estudios previos a corto plazo que demuestran que tras su ingesta se produce un aumento de la tasa metabólica y de la termogénesis, es decir, un aumento del consumo de calorías, lo que puede redundar en la disminución del peso corporal. Esta hipótesis está sustentada además por un estudio epidemiológico prospectivo de cohortes. En el denominado First National Health and Nutrition Examination Survey Epidemiologic Follow Up Study (NANHES I) se incluyeron 7.000 sujetos y se realizó una encuesta dietética. El riesgo de diabetes tipo II disminuía con el consumo de café y de cafeína de forma dosis-dependiente. Es además destacable que la disminución del riesgo de diabetes tipo II se producía sólo en aquellos que habían perdido peso previamente. Como ya se señaló en el capítulo anterior, en el estudio realizado a las 85.000 enfermeras americanas del Nurses Health Study se observó que el aumento en la ingesta de cafeína, café y café descafeinado se asociaba inversamente con la ganancia de peso durante un periodo de 12 años, aunque los efectos eran relativamente modestos. Sin embargo, dada la enorme prevalencia actual de la obesidad en la población general, este hallazgo podría tener importantes implicaciones de Salud Pública. Asimismo, se han realizado estudios clínicos randomizados en los que se ha concluido que la combinación de cafeína y efedrina tiene una relativa, aunque modesta, eficacia para la pérdida de peso a corto plazo. |
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2. CAFÉ Y GRASA CORPORAL.
Cada vez más se intenta diferenciar dentro del peso corporal la cantidad de
materia que corresponde a los depósitos de grasa. Esto es, sobre todo,
porque existen individuos que, aún con pesos correctos, presentan riesgos
asociados a un exceso de grasa que no queda reflejado en la báscula, pero
que puede determinarse con exploraciones sencillas como la medición del
perímetro abdominal.
Perímetros abdominales alrededor del ombligo superiores a 102 centímetros
en el varón o de 88 centímetros en la mujer suponen en sí mismos, aún
con pesos correctos, un exceso de grasa abdominal capaz de aumentar el
riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo II, entre otras
patologías.
Hoy en día se sabe que el tejido adiposo no es un mero almacén de energía
en forma de triglicéridos, sino que supone una verdadera fábrica de substancias
-algunas con actividad inflamatoria y otras antiinflamatoria, como
la adiponectina-, que condicionan en gran medida la actividad de hormonas
como la insulina y favorecen, además, la hipertensión, el aumento de ácido úrico y de colesterol.
La grasa especialmente peligrosa es la llamada visceral o profunda y se
correlaciona con niveles circulantes elevados de substancias inflamatorias que
aumentan en gran medida el riesgo de enfermedad cardiovascular. Aunque
la pérdida de peso conseguida con el consumo de café a largo plazo es
modesta, la cantidad de grasa corporal y los efectos que tiene ésta sobre
la salud pueden estar influenciados por el consumo de esta bebida.
El estudio denominado Women's Health Study, llevado a cabo con 27.312
mujeres de entre 55 y 69 años durante 15 años de seguimiento, ha encontrado
relación entre el consumo de café y la disminución de mortalidad
cardiovascular. Este beneficio se asocia a una disminución de los niveles
de substancias inflamatorias en plasma del tipo de la Proteína C reactiva
PCR o el TNF-alfa. Dicho efecto positivo ha sido también confirmado en
estudios in vitro en los que se ha apreciado cómo la cafeína disminuye la
liberación de estas substancias fabricadas por los macrófagos en repuesta
al exceso de grasa y su depósito excesivo en el abdomen.
La grasa de localización abdominal y profunda está dispuesta entre las
vísceras y dificulta el adecuado funcionamiento del hígado, páncreas etc.
Recibe también el nombre de “androide” por ser más típicamente masculina,
aunque con la edad y disminución de los estrógenos va apareciendo también
en la mujer. En mujeres jóvenes la disposición de grasa localizada en muslos
o glúteos, llamada de tipo “ginoide”, es subcutánea o superficial y está ligada
directamente a los niveles de estrógenos, lo que supone un cierto papel
protector frente a la enfermedad cardiovascular.
Las mujeres con grasa de tipo ginoide presentan unos niveles más elevados
en sangre de substancias beneficiosas para la salud fabricadas por este
tejido adiposo, como la “adiponectina”, si se comparan con los niveles en
sangre de hombres o mujeres que presentan grasa abdominal. La adiponectina
es una hormona endógena que ejerce un efecto protector sobre la
resistencia a la insulina; es decir, es un marcador de mejor respuesta o
sensibilidad de las células a esta hormona, lo que ayuda a regular la glucemia.
Como ya se señaló en el capítulo anterior, en un subgrupo de población de
enfermeras (de las cuales 982 eran diabéticas y 1.058 no diabéticas sin
enfermedad cardiovascular) en las que se estudiaron los marcadores inflamatorios,
se observó que las mujeres con y sin diabetes que bebían más
de 4 tazas de café al día tenían concentraciones más altas de adiponectina
circulante que las que no bebían café de forma regular.
Los niveles de la hormona “leptina” en sangre de hombres o mujeres con
grasa abdominal son más elevados que los de las mujeres sin acúmulo
abdominal de grasa. Se ha dicho que estas personas tendrían una cierta
resistencia central a la leptina. La pérdida de grasa abdominal se acompaña
de disminución de leptina y aumento de la adiponectina, así como de mejora
en la sensibilidad a insulina.
En resumen, la desregulación de la producción de estas hormonas según
el contenido de tejido adiposo abdominal puede derivar en los trastornos
metabólicos que se asocian a la obesidad.
Cada vez se implican más componentes del café en los posibles efectos
beneficiosos sobre el control de peso y la grasa corporal. Una revisión
de Greenberg et al, (2005) sugiere que es posible que tanto la cafeína
como los otros constituyentes del café del tipo del ácido clorogénico y los ácidos quínicos estén involucrados en ello. En este estudio, un extracto del
café verde que contiene compuestos de la familia del ácido clorogénico se
utilizó en 50 individuos voluntarios con Índice de Masa Corporal (IMC)
mayor de 25, a los que se les pautó dieta hipocalórica y el suplemento del
extracto de café verde o placebo dos veces al día durante 60 días. Al cabo
de este tiempo, los individuos tratados bajaron más peso y mantuvieron
su componente muscular en mayor proporción, potenciando los efectos de
la dieta hipocalórica sobre todo a base de perder tejido adiposo y no masa
muscular.
Otro estudio realizado en población japonesa adulta con IMC entre 25-30
(indica sobrepeso) y presencia de obesidad abdominal de tipo visceral, concluyó que el consumo de un café rico en ácido clorogénico durante 12 semanas,
comparativamente con un café que contiene esta substancia en cantidades
muy pequeñas, disminuye marcadamente la grasa abdominal, el perímetro
de cintura y el IMC. Esta grasa abdominal, como hemos dicho, aumenta en
gran medida con la edad y se asocia a mayor número de enfermedades.
Asimismo, en otro trabajo realizado también con café rico en ácido clorogénico,
los autores observaron una reducción en la absorción de la glucosa
en un 6,9% con respecto al café no enriquecido. Además, tras 12 semanas
de estudio, los individuos con sobrepeso que tomaron dicho café perdieron
más peso que los del café control. Concretamente, 5,4 kg frente a 1,7 kg. Estos
resultados animan a seguir estudiando los efectos metabólicos de los distintos
componentes del café y sus indicaciones concretas para cada situación.
En algunos casos, el control de la obesidad implica una disminución
del riesgo de determinados tipos de cáncer de carácter hormonal, como
puede ser el de mama o el de endometrio. Un estudio epidemiológico
reciente señala otro de los posibles beneficios del café en mujeres obesas
con resistencia a la insulina asociado directamente con el cáncer de
endometrio. Se trata de un estudio prospectivo de cohortes realizado en
Suecia con 60.634 mujeres durante 17,6 años de seguimiento en el que
se observó la relación del consumo de café con un menor riesgo de padecer
la enfermedad.
Por otro lado, los estudios de experimentación en animales también sugieren
que el consumo a largo plazo de cafeína y de café podría disminuir el peso
corporal. Extractos de café verde en experimentos con ratas disminuyen de
una manera marcada los triglicéridos y estimulan las vías lipolíticas frente a
las lipogénicas. Los estudios de laboratorio muestran que el consumo de
cafeína a largo plazo, cola con cafeína, y té con cafeína, disminuye el peso
corporal en roedores. En algunos estudios se ha encontrado disminución en
el tejido adiposo pardo y en el número de adipocitos, a veces sin una disminución
de las calorías diarias ingeridas. Bukowiecki et al., (1983) encontraron
que la adición de cola en la dieta incrementaba la ingesta energética total en
un 50% pero que, pese a ello, la tasa de ganancia de peso corporal en ratas
disminuyó. Estos hechos parecen indicar que los hallazgos se deben a un
efecto termogénico o aumento del metabolismo basal.
En los estudios en humanos es más difícil extraer conclusiones. En un ensayo
controlado con placebo de 24 semanas en humanos, la cafeína ingerida
no indujo pérdida significativa del peso en sujetos obesos. Sin embargo,
es posible que la cafeína pueda inducir pérdida de peso en los sujetos
no obesos, ya que se ha demostrado que aumenta más la termogénesis,
la lipolisis, la oxidación de grasa y la secreción de la insulina. Por otro lado,
la ganancia de peso no parece ser ralentizada por el café, puesto que Kovacs
et al., (2004) no encontraron ninguna diferencia significativa en la recuperación
del peso durante 13 semanas después de un tratamiento con dieta
hipocalórica entre los participantes que consumieron cafeína en forma de té verde y los que consumieron placebo.
3. EFECTO DEL CAFÉ SOBRE LA TERMOGÉNESIS.
Se ha demostrado que el efecto térmico de la ingesta de comida, denominado
termogénesis, aumenta tras la ingesta de cafeína y de café instantáneo
con cafeína. Por ello, podría concluirse que la cafeína es el ingrediente del
café responsable de su efecto termogénico, pero no sería preciso ya que lo
cierto es que no se ha realizado ningún estudio sobre la influencia del café descafeinado en el efecto térmico de la comida.
En los estudios realizados por Astrup et al., (1990) se encontró un aumento
de la termogénesis en bebedores habituales de café. Estos autores midieron
el gasto energético, la presión arterial, el ritmo cardíaco, y las concentraciones
de sustrato y hormonales en plasma tras la ingesta de cafeína.
Con técnicas
de regresión, concluyeron que una parte importante del efecto termogénico
de la cafeína puede ser debido al aumento del trabajo cardiovascular y a los
procesos termogénicos asociados a la producción del lactato. El aumento del
trabajo cardiovascular está probablemente debido a que la cafeína aumenta
las resistencias periféricas, que a su vez aumentan la presión arterial. El
aumento de lactato podría implicar el ciclo de Cori para reciclarlo a glucosa
en hígado. Según esta hipótesis, la termogénesis aumentaría por la energía
adicional necesaria para estos procesos y otros como la re-esterificación
hepática para producir el triacilglicerol (TG). La re-esterificación parece
que se induce por el aumento de los ácidos grasos libres en el plasma debido
al efecto lipolítico de la cafeína.
La habituación al consumo de cafeína parece conducir a un menor efecto
termogénico, quizás por una menor respuesta de los receptores adrenérgicos,
que también parece estar atenuada en individuos obesos con respecto a
individuos normopeso. En efecto, el incremento del gasto metabólico parece
ser menor en individuos obesos: 5 ± 2% frente a 7,6 ± 1,3% en individuos
delgados. En personas delgadas es también mayor el efecto termogénico
en subsiguientes ingestas, es decir, que la energía gastada en digerir y
absorber dichas comidas se mantiene elevada.
El aumento de la energía diaria gastada cuando se toma café puede proceder
de grasa acumulada en el tejido adiposo. En este sentido, un incremento de
la oxidación o utilización lipídica también jugaría un papel en el aumento
de la termogénesis, habiéndose demostrado una mayor oxidación grasa en
humanos tras el consumo de cafeína y café con cafeína.
Algunos autores dudan de la efectividad de la cafeína en el tratamiento de la
obesidad ya establecida, pues consideran que aunque la cafeína moviliza
grasa desde el tejido adiposo, esto no siempre supone que vaya a ser utilizada
en mayor proporción por las células. Además, encuentran que la propia
obesidad y exceso de grasa en los tejidos -como, por ejemplo, el músculose
acompaña paradójicamente de una menor utilización de la misma.
El obeso que ingiere cafeína y moviliza grasa del tejido adiposo presenta
niveles sanguíneos elevados de ácidos grasos libres. Sin embargo, estos ácidos grasos dan lugar a una cierta “lipotoxicidad” que dificulta más la
pérdida de peso en el obeso. Adicionalmente, hay factores individuales
como la forma física, la dieta que acompaña al café, etc., que hacen que
unos individuos oxiden y utilicen mejor las grasas que otros.
En resumen, parece que la cafeína es capaz de aumentar la termogénesis,
la oxidación grasa, y la lipólisis, aunque con variabilidad entre individuos.
También es posible que la cafeína ayude a largo plazo a controlar el peso.
No obstante, los mecanismos específicos por los cuales la cafeína u otros
componentes del café inducen estos efectos no están del todo claros.
Sin embargo, en estudios agudos la ingesta de cafeína (5 mg/kg) produce
una disminución de la sensibilidad a la insulina cuando se realiza una
sobrecarga oral de glucosa, tanto en individuos sanos como obesos o en
diabéticos de tipo II.
Se ha realizado un estudio agudo en voluntarios sanos para evaluar si la
ingesta de café con cafeína y de café descafeinado una hora antes de realizar
una comida rica en hidratos de carbono podría afectar al metabolismo de
la glucosa. La sensibilidad a la insulina disminuyó significativamente tras la
ingesta de café frente a la ingesta de café descafeinado. Por ello, los autores
concluyeron que el café podría ser un factor que influyese en la resistencia
a la insulina.
Otro mecanismo por el que el café podría contribuir a disminuir el peso es
a través de un efecto en la sensación de saciedad. Pero la posibilidad de
que la ingesta de café influya en la saciedad en humanos no ha sido bien
estudiada. Es posible que la cafeína u otros componentes del café puedan
aumentar esta sensación y, por lo tanto, el consumo continuado de cafeína
y/o café puede ayudar a perder peso. En un estudio realizado por Westerterp-
Plantenga et al., (2005) en 76 sujetos la saciedad se correlacionaba positivamente
con el consumo de cafeína. Kovacs et al., (2004) reportaron que la
mayor sensación de saciedad y la menor concentración de leptina (hormona
de la saciedad) la presentaban las personas que ingerían cafeína de forma
habitual.
El efecto prebiótico del café puede ser también un factor a tener es cuenta,
ya que, como se explicó en el segundo capítulo, en el café hay carbohidratos
no digeribles que ejercen un efecto de fibra que modifica positivamente la
flora o bacterias intestinales y los productos metabólicos de dichas bacterias.
Existen cada vez más estudios en los que se menciona que un tipo u otro
de “microbiota”, o conjunto de bacterias intestinales, pueden actuar como
reguladores del metabolismo energético y del control de la ingesta.
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Autor/es
EDIMSA
Mª Antonia Lizaraga.
Pilar Riobó.
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