La lechería es uno de los sectores más resentidos por la falta de políticas agropecuarias de la administración de Cristina Fernández, que a poco de cumplir un año, sólo generó una recesión general en el sector, que impactó profundamente en el ámbito lácteo. Y esto no hizo más que agravar una crisis que viene desde hace varios años y que no parece tener salida en el marco político actual.
Mientras que las exportaciones de leche en polvo, principal negocio de las industrias del sector, continúa bajando no sólo en volúmenes de venta al sino también en materia de precios, que descendieron un 23 por ciento con respecto al mes pasado, los empresarios ya dispusieron una baja en el valor de la materia prima, lo que resulta un gran prejuicio para los tamberos, que ven reducido su escaso margen de ganancia.
De este modo, en las últimas liquidaciones y en las próximas, los productores cobran no más de 80 centavos por litro de leche en boca de tambo, un precio que no alcanza para sostener los márgenes de rentabilidad regulares para continuar con el negocio, que cuesta alrededor de 83 centavos por litro.
Asimismo, las industrias vieron resentidas sus exportaciones debido a la crisis financiera global, que redujo la demanda casi a la mitad y bajó los precios de un promedio de 5 mil dólares la tonelada a 2300, lo que resiente su capacidad de pago. Y ni siquiera los industriales pueden echar mano a ganancias obtenidas en tiempos donde la tonelada duplicaba su precio actual, pues mientras se mantuvieron los precios altos en el mundo, el Gobierno nacional retuvo más del 30 por ciento de las exportaciones y durante varios meses cerró la posibilidad de vender al extranjero, con el supuesto objetivo de bajar los precios al consumidor. Esto solo no impidió que los valores en góndola se dispararan y que las ganancias del sector se vean drásticamente reducidas.
TODA LA CADENA AFECTADA
De este modo, toda la cadena láctea se encuentra afectada por una serie de problemas que se transforman en una crisis desde el momento en que el Gobierno nacional desatiende los asuntos del sector y pone en segundo lugar la búsqueda de soluciones, y priorice los asuntos políticos.
En primer lugar, el tambero apenas pudo lograr una breve mejora en el precio de la materia prima que produce. Mientras que en diciembre pasado los valores se ubicaban entre 60 y 70 centavos por litro en boca de tambo, hoy los valores oscilan en 80 centavos y el precio amenaza con decrecer las próximas semanas. Pero mientras el año pasado los gremios tamberos impulsaban crudas protestas frente a las puertas de las lácteas reclamando una suba del precio, este fin de año firman nuevos acuerdos en la secretaría de Comercio, pactos que de antemano se anuncian incumplibles.
Por otro lado, las industrias lácteas debieron ver cómo se resiente el precio de la leche en polvo en el mercado internacional, que finalmente bajó los valores históricos del producto a un promedio de 2300 dólares por tonelada, y de este modo vio resentido su principal negocio. A su vez, el volumen de exportaciones decreció considerablemente con al crisis financiera, por lo que este año el negocio exportador cierra en baja. Esto, sumado a una intervención constante de la secretaría de Comercio en la cadena, que van desde insólitas trabas burocráticas para exportar hasta amenazas telefónicas del irritable secretario de Comercio Guillermo Moreno a los principales industriales del sector, sólo llevó que las usinas lácteas no puedan pagar 1 peso por litro la leche cruda, el precio que buscan obtener los tamberos.
Y por el lado del consumidor, los valores de la leche en góndola hablan por sí solos, pues mientras el precio en diciembre pasado oscilaba en 1,90, el mismo litro de leche hoy cuesta en la misma góndola 2,80, demostrando el fracaso del Gobierno nacional por contener una inflación que hoy se encuentra detenida sólo por la recesión.
Mientras el producto aumentó de precio casi en un cien por ciento para el consumidor, tanto el tambero como el industrial encuentran su rentabilidad en el mismo estado que el año pasado o aún más resentido que entonces.
Es así como el 2008 se convirtió en un año donde la lechería no logró recomponer su cadena, dañada tanto por las intervenciones del Gobierno en ciertos ámbitos como por su ausencia en otros. Y mientras los actores prioricen los asuntos políticos por sobre la búsqueda de soluciones efectivas para el sector, la crisis difícilmente podrá ser superada.
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