''Llueve sobre uva mojada''. El viernes pasado hubo precipitaciones y granizo sobre una uva ya afectada por una intensa sequía, un bajo precio del dólar, los altos valores de los combustibles y otros insumos, y una apretada situación laboral.
El agro -y en particular la uva de mesa- pasa por una situación difícil, y ni un recorte al impuesto de las bencinas ni el ''estreno'' de la ministra de la cartera, Marigen Hornkohl, a fines de enero, con la inyección de $1.333 millones a las zonas de emergencia parecen ayudar al panorama frutícola.
''Desde que tengo recuerdos, no existía una situación así''. Las palabras del gerente general de Decofrut, Manuel José Alcaíno, dan cuenta de la apremiante situación para la industria.
Si bien Alcaíno sostiene que es muy temprano para hacer un catastro del impacto que va a tener la lluvia en ese rubro, afirma que agricultores de sectores periféricos de la zona central, o que les cayó más agua, ''lo van a pasar mal, van a tener precios que no van a cubrir sus gastos''.
Por eso, el gerente de Decofrut hace un llamado a todos los agricultores a no exportar la uva que se haya partido o que esté en un rango peligroso. ''Mandar esa uva tiene un costo más alto, porque no sólo se perjudican ellos mismos, sino que a los demás''. Según la empresa, las mayores pérdidas en volumen de exportación son las ocurridas respecto de la uva que se manda a EE.UU.
En general, representa una baja de 24% a febrero, en relación al mismo mes del año pasado. Pero en la uva ''reina'', la Thompson Seadless (uva que se encuentra a un precio de US$ 18 la caja, US$ 2 por sobre el promedio de venta del año anterior), la caída alcanza a 45% en menores exportaciones a EE.UU.
Para el fin de la temporada se espera reducir esa pérdida a 15%.
Por otro lado, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Luis Schmidt, visitó algunos parrones de Rancagua y asegura que los agricultores están preparados para este tipo de emergencias. ''La lluvia en esta época siempre ha existido (...) no es necesario alarmarse (...) los agricultores han tenido que gastar para protegerse'', dice Schmidt. Y es que la alternativa principal para paliar esta lluvia es la fumigación, que cuesta aproximadamente $150 mil la hectárea.
El presidente de Fedefruta, Rodrigo Echeverría, opina que el efecto de la lluvia podría hasta ''no ser nada'', y que esta semana se podrá ver el resultado de las precipitaciones, no antes.
Sin embargo, Echeverría confía en que -considerando el factor de atraso de diez días en los envíos- ''deberíamos estar muy parecidos en precios'' que el año pasado.
El economista experto en agricultura Gustavo Rojas lo ve de otra manera. ''Cada lluvia de marzo en la zona central es de un gran alivio para el resto de la economía, pero muy perjudicial para los productores de fruta''.
Todos coinciden en que la logística de envío ha sido la correcta, y que se ha podido difundir con un trabajo operativo inteligente para diseminar la oferta de fruta, guardando la mejor.
Felipe Castillo Montt
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