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La próxima crisis será por los Alimentos
A medida que los precios de los commodities agrícolas, han subido a una velocidad sin precedentes, la agitación social y el hambre ha comenzado a aparecer en diferentes lugares del mundo
31/03/2008 Trader Lácteo de America Latina (Argentina)
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A medida que los precios de los commodities agrícolas, desde el trigo a la leche, han subido a una velocidad sin precedentes en los últimos meses, la agitación social y el hambre ha comenzado a aparecer en diferentes lugares del mundo.
Muchos observadores consideran que la sorprendente subida en los alimentos el año pasado -cercana al 40%, según datos de la FAO, la agencia de Naciones Unidas para el tema- es estructural y que los precios no regresarán a los niveles previos. Ello, porque consumidores que han visto mejorado su poder adquisitivo en naciones en desarrollo, como China e India, están mejorando sus dietas: una vez que lo hacen, rara vez hay vuelta atrás.
A esto se suma la creciente demanda por biocombustibles que compite por granos y tierras con los alimentos.
Los gobiernos se han visto obligados a tomar una variedad de medidas para hacer bajar los precios, incluyendo mayores aranceles de importación, prohibiciones de exportación y congelamiento de precios. Países importadores como Rusia y China han impuesto controles de precios sobre productos básicos como leche, pan y huevos. Francia y Australia han iniciado investigaciones a nivel nacional por el alza en los alimentos, presionando a las grandes cadenas de supermercados y a los productores para que absorban el alza en los costos. Exportadores como Argentina, Egipto o Kazajstán han impuesto onerosos gravámenes a la venta al exterior, o simplemente la han prohibido, para mantener sus mercados locales bien provistos.
Algunas de estas iniciativas pueden resultar aún más dañinas, ya que al bajar artificialmente los precios hacen la agricultura menos rentable y desincentivan la producción futura.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, se ha convertido en protagonista de la creación de conciencia entre los gobiernos de que se necesita una solución de largo plazo, y ha advertido que sin ella, el mundo verá mayor turbulencia social y un aumento en el hambre global. La organización convocó a una conferencia de alto nivel en Roma en junio para reunir a las autoridades del área. Esto pondrá a la agricultura de nuevo en la agenda política, como ocurrió en Inglaterra. John Beddington, el principal asesor científico del Reino Unido, advirtió a comienzos de marzo que el mundo se enfrentaba a un problema enorme: la seguridad alimentaria. A su juicio, ''es muy difícil imaginarse cómo el mundo va a poder producir suficientes cosechas para generar energía renovable y satisfacer, al mismo tiempo, la enorme necesidad de alimentos''.
El impacto ha sido más visible en Egipto, donde la oleada de manifestaciones de descontento ya dejó un muerto. Allí, empleados públicos, trabajadores industriales e, incluso personas consideradas privilegiadas, como médicos, han protagonizado huelgas en protesta por las alzas de hasta 50% en algunos alimentos y exigido alzas salariales. Las colas ante las panaderías que venden pan subsidiado, el único producto básico cuyo precio no ha aumentado, crecen cada día. El gobierno ha prometido subir los sueldos de empleados públicos y está revisando el salario mínimo. Además, está gastando más en subsidios alimentarios y ha añadido millones de familias a la lista de personas que pueden recibir azúcar, arroz y aceite subsidiados. El lunes, Mena, la agencia estatal de noticias, informó que el gobierno prohibió las exportaciones de arroz por seis meses a partir del 1 de abril para controlar los precios locales. Aunque pocos egipcios recuerdan las huelgas del pan de 1977, los gobiernos han hecho desde entonces una prioridad el apoyo a ciertos productos para evitar la furia popular.
En Asia, la subida de los precios del arroz a máximos de 20 años ha creado problemas a las autoridades. Más de 2.500 personas en la región dependen de un suministro abundante y barato del grano. El director del Rice Research Institute en Manila, Robert Ziegler, dijo a Financial Times que ''si la historia es un indicador, deberíamos estar preocupados porque en el pasado la falta de arroz ha llevado a la agitación civil''.
De hecho, Filipinas y Vietnam están negociando la seguridad del abastecimiento de arroz luego que por primera vez la presidenta Gloria Macapagal Arroyo pidiera a su contraparte vietnamita que garantice una cantidad no revelada de ese bien para 2008-09.
Pese a una cosecha de 420 millones de toneladas esta temporada, la oferta global va a la zaga de la demanda, que ha subido a 423 millones de toneladas. Esto ha conducido a una declinación en los inventarios a unos 70 millones de toneladas, el nivel más bajo en 25 años.
En los países donde la población depende de la ayuda alimentaria, la situación puede volverse dramática. El Programa Mundial de Alimentos (WFP, la agencia de la ONU responsable de aliviar el hambre) hizo en Semana Santa un llamado a las naciones donantes a entregarle al menos US$ 500 millones en el siguiente mes para evitar el racionamiento de los alimentos. Si el dinero llega, el presupuesto del WFP llegará a US$ 3.400 millones este año, casi el doble de los US$ 1.700 millones que la agencia gastó en 2000. El WFP provee comida a 73 millones de personas en casi 80 países.