Ante la noticia del fallecimiento reciente en Castilla y León de dos pacientes de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, variante humana de la enfermedad de las ''vacas locas'', ASAJA recuerda a los consumidores que no hay motivo para la alarma ya que ésta es una enfermedad de larga incubación que nada tiene que ver con el consumo actual de carne o productos cárnicos. Estos lamentables fallecimientos son consecuencia de una enfermedad contraída antes del año 2000 cuando se detectaron los primeros animales enfermos y se puso en marcha toda una serie de medidas para erradicar la enfermedad y evitar el consumo de carne de animales enfermos.
Las medidas excepcionales que se pusieron en marcha en el año 2000 y 2001, que siguen en vigor al día de hoy, pues nunca se ha bajado la guardia, fueron absolutamente eficaces, a la vez que costosas, y han evitado cualquier riesgo de contagio al ser humano. Por todo ello, los dos fallecimientos de los que se ha informado, y de otros si fuera el caso, son consecuencia de haber contraído la enfermedad antes de la puesta en marcha de las medidas de salud pública y sanidad animal más radicales y efectivas que jamás se han conocido.
Recordar que la utilización de harinas cárnicas en la alimentación animal, principal fuente de contagio de la enfermedad para el ganado vacuno que a su vez es el trasmisor a la especie humana, se prohibió en toda Europa el 1 de enero de 2001. La mayoría de la cabaña de vacuno que tenemos en estos momentos son animales nacidos después de la prohibición de utilizar harinas cárnicas, lo que es un factor más de seguridad a todos los controles que se llevan a cabo tanto en granjas como en la cadena de sacrificio.
La enfermedad de las vacas locas, salvo en estos casos de fallecimientos humanos, ha tenido consecuencias sobre todo económicas, afectando sobre todo al sector ganadero, quién ha sido la víctima de la falta de controles de las administraciones a los piensos que se estaban vendiendo al sector por parte de la industria. En estos año, y particularmente en la primera mitad de la década en la que estamos, se produjo una severa crisis de confianza en el consumidor que hundió el mercado e hizo caer los precios acarreando pérdidas millonarias en las explotaciones, a lo que se ha sumado los costes de renovar parte de la cabaña enferma o con riesgo de estarlo a raíz de los estudios epidemiológicos.
La enfermedad de las vacas locas marcó un antes y un después en los controles sanitarios. Las medidas puestas en marcha en 2000, y otras posteriores relacionadas o no con esta enfermedad, garantizan la absoluta salubridad de lo que consumimos, y garantizan que los productos de la región están a la altura de las normas más exigentes de los países más desarrollados.
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