Como una de las capitales mundiales del vino, la provincia argentina de Mendoza recibe a cientos de miles de turistas que llegan seducidos por la bebida, aunque cada vez más se lanzan a comprar productos exóticos y hasta se sumergen en tinas repletas de vino tinto.
El fuerte desarrollo de la industria vitivinícola en los últimos años, junto a la avalancha de turistas que llegó después de la devaluación de la moneda local en el 2002, favoreció el desarrollo de un negocio enorme alrededor de las bodegas, que va desde restaurantes hasta la venta de obras de arte.
''La gente viene a Mendoza por el vino, pero termina consumiendo de todo,'' dijo Cecilia Andreucetti, subgerente de Spa del Hyatt de Mendoza.
''Les llama la atención encontrar productos que tienen que ver con el vino porque es algo novedoso, distinto. Es raro que te den una crema con vino, uno quiere saber qué es,'' agregó.
En el Hyatt de Mendoza se ofrece vinoterapia, tratamientos a partir de uvas que, según sus promotores, rejuvenecen y humectan la piel, tonifican los músculos y provocan una sensación de relajamiento.
En Mendoza en los últimos años se multiplicaron los spa, donde también se puede acceder a masajes exfoliantes de cabernet sauvignon, masajes relajantes de merlot o drenaje linfático con aceite de pepa de uva.
En línea con esta tendencia, desde hace alrededor de un mes, la bodega Familia Zuccardi comenzó a comercializar el primer perfume de malbec del mundo, que fue creado por la firma mendocina Aromas del Vino.
En Salentein, una bodega de capitales holandeses que se instaló en Mendoza en el 2000, luego de recorrer el predio y ver de cerca el proceso de elaboración del vino, también se pueden adquirir productos elaborados con semillas de uva como cremas y espuma y sales de baño.
Y también hay un espacio para el arte. En la bodega los visitantes pueden comprar obras de artistas argentinos, mendocinos y hay una pequeña colección de pintores holandeses.
En Bonfanti, una pequeña bodega familiar, se pueden adquirir obras de la artista Titina Contardi, que usa borra de vino para pintar acuarelas en las que recrea el paisaje que rodea a la bodega.
''El concepto es conectar las experiencias sensoriales, el arte, el vino y la gastronomía,'' dijo Matías Bauzá Moreno, gerente de Prensa y Relaciones Públicas de Salentein.
Mendoza es el cuarto destino para los turistas extranjeros y recibe cerca de 1,7 millones de visitantes por año que gastan alrededor de 1.000 millones de pesos (314 millones de dólares) en alojamiento, servicios y compras, según datos oficiales.
ENOTURISMO
La industria vitivinícola de Argentina explotó a partir del 2001, cuando una debacle económica derivó en una devaluación de la moneda local y los vinos argentinos ganaron competitividad en el mercado internacional.
De la mano de este crecimiento, el enoturismo o turismo vitivinícola se viene expandiendo rápidamente desde mediados de 1990, y vincula el vino con muchas otras actividades.
Como en otras bodegas, en Familia Zuccardi los visitantes pueden cosechar vides, probar distintos varietales y hasta cocinar en el restaurante de la bodega.
También capitalizó el crecimiento de la industria vitivinícola Almacén del Sur, una empresa familiar que tiene una línea de productos que se utilizan como ingredientes de otras preparaciones.
Los turistas pueden visitar la finca de la firma en las afueras de Mendoza y disfrutar de platos elaborados con estos productos acompañados de los famosos vinos locales.
''Diseñamos productos especialmente para acompañar el vino. El emprendimiento fue diseñado para el mercado externo, pero terminó funcionando muy bien acá (en Argentina),'' dijo Mariana Flamarique, presidenta de Almacén del Sur.
La pequeña firma vende sus productos a 17 países y desde que nació hace unos cinco años, quintuplicó su volumen de producción a 150.000 frascos. Los productos estrella son la jalea de malbec, la uva más popular de Argentina, y la confitura de pétalos de rosa.
Argentina tradicionalmente se volcó a la producción de vinos más baratos y de menor calidad destinados al consumo local con un bajo nivel de inversión.
Pero en la década de 1990, cuando regía un sistema de paridad cambiaria entre el peso y el dólar en una relación de uno a uno, se desató una ola de inversiones en el sector y el área cultivada con vides para hacer vinos pasó a ocupar más de la mitad de la superficie cultivada.
''La gran fortaleza de Argentina es que el vino es parte de la vida y la cultura de las personas, como en el viejo mundo. Estamos ganando cada vez más terreno en las exportaciones, pero también tenemos un mercado interno fuerte,'' dijo José Zuccardi, director general de Familia Zuccardi, una de las bodegas más tradicionales del país.
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