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Desaparición tambos
En 12 meses cerraron casi 100 tambos
Por falta de incentivos, los productores alquilaron el campo o se pasaron a la soja
22/04/2008 La Voz del Interior
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Por falta de incentivos, los productores alquilaron el campo o se pasaron a la soja. Algunas vacas van a tambos más grandes. Pero se duplicó el envío de animales a faena.
Aunque no hay un registro oficial que le ponga cifras el fenómeno, la desaparición de tambos hace rato que es un proceso estructural en la lechería que, en el último año y según distintas fuentes del sector, forzó la salida de casi 100 establecimientos en Córdoba.
Esa cifra representa el 3,1 por ciento de los 3.200 tambos que, se calcula, existen en la provincia (40 por ciento menos que hace 10 años). A nivel nacional, los últimos datos del indicador mensual de la Secretaría de Agricultura revelan la desaparición del 4,4 por ciento de tambos entre enero y noviembre de 2007.
Semanas atrás, el paso cansino de las vacas Holando por lo corrales del Mercado de Liniers fue la postal que sirvió para sintetizar la crisis que atraviesa el sector primario, el eslabón sobre el que finalmente recaen los efectos de la política interna de precios, el alza de costos, las restricciones para exportar y la falta de incentivos y de previsibilidad para el sector.
''En el último año se han rematado muchos tambos, incluso de primera línea. Antes siempre eran los más pequeños, pero ahora hay establecimientos de 300 vacas en ordeñe, con una productividad de 28 a 30 litros por vaca'', comentó Raúl Savena, socio Scaglia SA, con fuerte presencia en la cuenca de Villa María y el sur provincial.
Sólo esa firma se encargó de bajarle el martillo a unos 60 tambos que se cerraron en su área de influencia. ''Hemos notado que hubo un fuerte incremento en los remates de liquidación y también en ventas particulares'', apuntó Ider Peretti, presidente de la Sociedad Rural de Morteros, aunque en el nordeste provincial el impacto no es tan grande como en otras zonas.
Ocurre que la mayoría de los tambos ubicados al norte de San Francisco son pequeñas explotaciones y las lluvias erráticas elevan el riesgo para los planteos agrícolas. No pasa lo mismo en áreas donde los productores lecheros suelen perder en la competencia con los márgenes que deja la agricultura.
''Hay una incertidumbre generalizada y los productores siguen evaluando la posibilidad de irse de la actividad. Y si bien no tenemos datos finos, coincido que en el último año han cerrado unos 100 tambos en la provincia'', confirmó Juan Trossero, de la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec).
Destino. Una especie de ley no escrita indica que, tambo que se cierra, tambo que no vuelve. Sobran los dedos de la mano para contar a los productores que, tras resignar años de inversión en genética, insisten con el primer amor.
El nuevo destino es alquilar el establecimiento o dedicarlo a la agricultura. Días atrás, la firma Daniela Borgogno y Cía remató 1.200 piezas Holando Argentino en Morteros, de las cuales 550 fueron vacas en ordeñe de tres tambos que cerraron. ''Eran de Porteña y Morteros, en Córdoba y Humberto Primero, en Santa Fe. Son productores que se pasaron a soja'', contó Peretti.
Hay dos relaciones de precios que determinan la viabilidad de un tambo. Una es la comparación entre leche y soja. Lo ideal es que un litro de leche valga más que un kilo de soja. El año pasado, la oleaginosa llegó a cotizar arriba de un peso por kilo, mientras que el litro de leche quedó estancado entre 82 y 85 centavos.
Además, influyen los alquileres -se pactan según el valor de la soja-, ya que el 40 por ciento de los tambos funciona en campos arrendados. Ahora, con las retenciones móviles, la relación parece tender a estabilizarse y hasta motivó que varios productores no hayan confirmado fecha de remate. Claro que también alejó a potenciales compradores.
Pero en el desequilibrio también se suma el desfasaje en la comparación entre leche y alimento (concentrado y maíz) que, en números, debería ser de dos a uno. ''El año pasado, más allá de las inundaciones, la debacle fue porque la leche y el maíz estaban casi uno a uno'', explicó Augusto Tamagnini, productor y asesor en Ucacha.
Impacto. El cierre de un tambo no significa que todas las vacas desaparezcan, pero se ha duplicado el porcentaje que se destina a faena. ''Antes, el 80 por ciento de las vacas volvía a los tambos. Hoy, sólo 60 por ciento retorna y lo demás va a faena'', dijo Savena.
La mitad de las vacas que se reinserta pasa a formar parte de rodeos de alta producción en grandes tambos, mientras que el resto queda en manos de medianos productores.
Si se toma un promedio de 170 vacas por tambo liquidado (un establecimiento chico), eso significa que en el último año salieron a remate 170 mil piezas y 6.800 terminaron en el frigorífico. A una producción promedio baja -10 litros diarios por animal-, los vacas que fueron sacrificadas representan una pérdida de 25 millones de litros de leche al año, que hubieran servido para alimentar a 120 mil personas, a un promedio de consumo de 210 litros anuales por habitante.