En nueve años, el Cono Sur más Brasil elevó un 22% la cantidad de litros producidos. Mientras que Uruguay y Chile mantuvieron su porción, la Argentina cayó 8 puntos porcentuales.
La producción de leche de la Argentina se ve bastante rezagada. El año pasado, con 9.501 millones de litros, quedó 8% por debajo de la buena performance de 1999 (de 10.328 millones de litros), que ya no se volvió a dar.
Pero que, durante nueve años, la producción de leche del país no haya podido recuperarse, impacta menos en sí que si se compara con lo que le sucedió a los países vecinos.
El conjunto de la Argentina, Brasil, Uruguay y Chile incrementó en esos años un 22,1% la producción de leche, de 32.003 millones de litros a 39.081 millones. Uruguay y Chile, pequeños en este grupo, acompañaron el crecimiento y mantuvieron su participación: suman, como en 1999, el 8% del total (aunque el segundo ganó un 0,3% que perdió el primero). Brasil, que ya tenía el 59,6% de la torta, ganó 8 puntos y ahora supera los dos tercios (67,6%). Los mismos 8 puntos que perdió la Argentina, que de producir un tercio de la leche de la región en el '99 (32,3%), ahora no llega a la cuarta parte (24,3%).
Para Manuel Ocampo, gerente de la Asociación de Productores de Leche, en 1999, cuando los precios internacionales empezaron a caer, Brasil pudo atemperarlo por la reciente devaluación del real, pero la Argentina, por lo mismo, perdió competitividad frente a su vecino.
A su vez, la posterior revaluación de la moneda brasileña no afectó tanto al sector lácteo de ese país porque los precios internacionales estaban en alza nuevamente. Según Ocampo, la Argentina pudo morigerar en 2002, con la devaluación, ''la que hubiese sido la peor crisis del sector'', por la brutal caída del mercado interno y la exportación. Pero la lechería casi no pudo aprovechar el nuevo tipo de cambio, porque, de una retención inicial general, a mitad de 2005 las alícuotas a subieron a 15% para la leche en polvo y 10% para los quesos.
La caída de los precios internacionales derogó un tiempo esa suba, y así la producción repuntó en 2006, pero a fin de ese año, ante un alza de precios inédito, el Gobierno intervino fijando tanto el precio de corte para la exportación como el que se le debía pagar al tambero. ''El precio de corte equivale a fijar el nivel de crisis del sector. Y el que se paga al tambero genera una transferencia espuria del productor a las industrias, que están cartelizadas, y la intermediación, pues los lácteos se venden en góndola a cualquier precio y el productor no accede a esa ventaja. No se conoce en el mundo una regulación tan improvisada, que obtiene lo contrario de lo que se propone'', dice el experto, para quien la in dustria láctea argentina ''no tiene futuro, porque el único posible es la exportación''. Por Alejandra Groba.
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