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ESPAÑA

Grasas alimentos

OCU pide a los fabricantes de alimentos que vigilen las grasas que emplean

Un estudio de la organización advierte de que productos como la bollería, las salsas o las patatas fritas contienen demasiadas grasas saturadas

02/06/2008 Consumer.es eroski

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La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha reclamado a los fabricantes de alimentos ''más cuidado'' con las grasas empleadas y a la Administración una normativa más estricta al respecto, después de descubrir que más de la mitad de los 49 productos elaborados (bollos, galletas, salsas, patatas fritas, etc.) que ha analizado contiene demasiadas grasas saturadas.

Según OCU, el resultado de este trabajo es ''llamativo'' a la vez que ''preocupante''. Y es que el 52% de los alimentos analizados contiene grasas saturadas y sólo el 20% de los 49 productos informa en su etiqueta del tipo de grasa que lleva.

La legislación vigente en la actualidad permite a los fabricantes utilizar en los alimentos cualquier tipo de grasa que sea comestible, señala la organización. Además, ''esta legislación no les obliga a mencionar en la etiqueta de que grasa se trata''. Por ello, aduce OCU, los fabricantes pueden utilizar la mención ''aceites vegetales'', en la que cabe ''desde el aceite de oliva hasta el de coco''.

El estudio destaca la cantidad de grasa detectada en las patatas fritas, que asciende a un 34% de media. A continuación se sitúan los aperitivos y la bollería, cuyo contenido de grasa medio es del 24%. OCU denuncia además el caso de unas galletas que llevan un 94% de grasa saturada o un aperitivo con un 74%.

Más calidad
Ante esta situación, la organización de usuarios reclama a los fabricantes que cuiden más la calidad de las grasas que utilizan en todos sus productos, ''sobre todo en alimentos de consumo habitual, como las galletas''.

A la Administración, por su parte, le pide que modernice una legislación que permite utilizar cualquier tipo de grasa comestible y que sea obligatorio declarar qué grasa lleva cada producto por dos motivos: porque el consumidor tiene derecho a esta información, ya que no todos los aceites vegetales provocan el mismo efecto sobre la salud; y porque si se produjera otra alerta sanitaria, como la del aceite de girasol procedente de Ucrania, ''no sería posible identificar los productos que contienen un determinado ingrediente''.

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