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Alimentación infantil
Inmigración y alimentación de los más pequeños
Expertos reúnen datos sobre la dieta que siguen los hijos de inmigrantes menores de un año para mejorar su atención nutricional
25/06/2008 Consumer.es eroski
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El primer año de vida es crítico desde el punto de vista nutricional, ya que el crecimiento y desarrollo son los más rápidos del ciclo vital y el bebé es más inmaduro y vulnerable de lo que va a serlo nunca. La falta de trabajos científicos que hayan estudiado la dieta y los hábitos alimentarios de los hijos de familias inmigrantes en nuestro país motivó a expertos de la Sección de Gastroenterología y Nutrición del Hospital Infantil Universitario Miguel Servet de Zaragoza a realizar un estudio sobre este tema.
Desde hace unos años, y debido a la gran recepción de inmigrantes, España cuenta con un número importante de niños procedentes de otros países. El objetivo principal del estudio del Miguel Servet fue averiguar si la alimentación de los pequeños es correcta en nuestro entorno y valorar la influencia que tiene su residencia en España en sus cambios nutricionales. Todo ello se hizo con el propósito de intentar mejorar la atención nutricional que se da a estos niños, tarea muchas veces difícil debido a las barreras idiomáticas y culturales existentes.
La alimentación en el primer año de vida está influida por los hábitos alimentarios de los países de origen de los padres, como referencia principal. Según Luís Ros Mar e Ignacio Ros Arnal, autores de la investigación, en ella se observó cómo el establecimiento en nuestro país motiva cambios favorables en las costumbres alimentarias de la mayoría de la población inmigrante.
Cambios favorables
Parece ser que la alimentación de los pequeños en el nuevo entorno es mejor que la recibida por sus hermanos en los países de origen. También se ha visto que las madres no alargan tanto la lactancia materna exclusiva e introducen la alimentación complementaria cuando es el momento; los primeros cereales se administran, cada vez en mayor proporción, como marcan las pautas, es decir, sin gluten, además de seguir en general una dieta más variada.
Las pautas nutricionales para esta edad vienen marcadas por las recomendaciones e informes técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Comité de Nutrición de la Academia Europea de Pediatría y el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Nutrición y Gastroenterología Pediátrica (ESPGAN).
Se adaptan a tres etapas bien diferenciadas: el periodo lácteo, que se da desde el nacimiento hasta los seis meses aproximadamente; el periodo de transición o destete, en el que se van introduciendo con prudencia alimentos no lácteos a partir del quinto o sexto mes de vida, y el período de maduración digestiva, en el que la alimentación se debe adaptar a la capacidad del aparato digestivo y al estado de desarrollo fisiológico, haciendo paulatina la introducción de nuevos alimentos.
La leche
Pese al cambio positivo de costumbres alimentarias que provoca la residencia en nuestro país, se han observado ciertos errores importantes en algunas poblaciones concretas. Por ejemplo, los inmigrantes subsaharianos siguen manteniendo en la mayoría de casos, la lactancia materna exclusiva hasta los 18 meses. El problema radica en que la leche como alimento único, a partir de los seis meses, no proporciona la energía y nutrientes necesarios. Además, al madurar las funciones digestivas del lactante, ya se deben incluir nuevos alimentos en la dieta, siguiendo unas normas regladas.
En casi todas las poblaciones de inmigrantes la introducción de la leche de vaca entera se hace incorrectamente antes del segundo semestre de vida. La digestión y absorción de proteínas funcionan eficientemente en recién nacidos y en prematuros, sin embargo, debe evitarse una ingesta excesiva porque implica un sobreesfuerzo renal con consecuencias negativas. La capacidad para absorber proteínas en los primeros meses permite el paso de anticuerpos que pasan de la madre al bebé (inmunoglobulinas) de la leche materna, pero si se incorporan proteínas como las de la leche de vaca (caseínas, con gran capacidad alergénica), se aumenta el riesgo de desarrollo de alergias alimentarias.
Errores frecuentes
Las poblaciones árabes y subsaharianas destacan por la introducción a partir del cuarto mes de alimentos como el cuscús (sémola de trigo), cuando el bebé aún presenta un sistema digestivo inmaduro. La digestión de hidratos de carbono ocurre principalmente en el intestino delgado gracias a enzimas que permiten digerir azúcares sencillos como la lactosa, sacarosa y algunos oligosacáridos. Sin embargo, los recién nacidos poseen bajos niveles de la enzima amilasa salival y sólo un 10% de la actividad de amilasa pancreática, lo que limita la capacidad para digerir hidratos de carbono complejos (harinas, cereales) antes de los cuatro meses de edad.
Además, el cuscús contiene gluten, proteína que puede provocar una reacción del organismo que provoque celiaquía. Otro error observado es que un importante número de niños subsaharianos y árabes no comen carne ni frutas ni verduras durante su primer año de vida, con las consiguientes deficiencias nutritivas para su salud.
Lo cierto es que no está justificado introducir nuevos alimentos antes de los tres meses, aunque tampoco es aconsejable hacerlo más allá de los seis, porque la falta de diversificación es motivo frecuente de pérdida de apetito a la vez que se desaprovecha una época muy válida para la educación del gusto y el conocimiento de los alimentos básicos, que permitirán al bebé adaptarse a una alimentación equilibrada, variada y suficiente.
Además, la función renal es óptima cuando la alimentación aporta suficiente cantidad de agua y una baja carga renal de solutos (sales minerales o glucosa), como es el caso de la leche materna. Sin embargo, la ingesta de leche de vaca o de fórmulas infantiles mal preparadas en los primeros meses de vida puede afectar negativamente al funcionamiento renal.