Más de 30 tambos cerraron en Trenque Lauquen desde 2007; faltan pasturas Carlos Brandes, productor tambero de Trenque Lauquen, recorre con tristeza las instalaciones de los dos tambos que cerró en enero de este año.
El paso de los meses ya empezó a deteriorar lo que Brandes construyó con sus manos hace cinco años. Corrales, alambrados, media sombra y hasta una casa donde vivían dos empleados con sus familias están abandonadas.
La sequía, que castiga desde hace tres años la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, afectó particularmente a la cuenca tambera de Trenque Lauquen: los pastos no crecen y esto aumentó los costos en alimentos. Según la Sociedad Rural local, cerraron 30 tambos en 2007 y, en lo que va del año, a razón de uno por mes.
''Venir acá me da mucha tristeza, me pone muy mal'', reconoce Brandes, al entrar en uno de los tambos abandonados. En enero pasado, tomó la decisión de cerrar los dos tambos luego de perder 2200 pesos por día durante noviembre y diciembre de 2007.
Como Brandes, Carlos Turchi va a cerrar uno de sus dos tambos dentro de un mes. ''Me duele en el alma cerrarlo, pero en este momento hay un costo de estructura muy alto'', dijo Turchi. Antes, quiere ''ubicar'' a los cinco empleados del establecimiento, pero aún no hay certezas.
Tambos que se achicaron, algunos que subsisten gracias a la renta de las zonas cultivadas, otros que por ahora ''se aguantan'', y también los que ya cerraron: éste es el panorama en Trenque Lauquen, en un contexto que muestra el precio del litro de leche congelado desde mayo de 2007 en $ 0,85, el alza de las cotizaciones internacionales de los alimentos y de insumos, la agricultura cada vez más rentable que la ganadería. Y, para completar el panorama, ''la seca''.
El promedio de lluvias de los últimos tres años estuvo por debajo del promedio de los 30 años anteriores, según Juan Carlos Cristo, de la estación local del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En los últimos tres años cayeron entre 700 y 750 milímetros por año, cuando lo normal era entre 1000 y 1200 mm, y con una mala distribución.
Por la sequía fue prácticamente imposible sembrar alfalfa este año. Los que se aventuraron tuvieron malos resultados. En su lugar, optan por el sorgo y los silos de cebada. Santiago Galeassi, dueño del establecimiento Monte Unión, contó a LA NACION que antes gastaba el 30% de su facturación en alimentos, pero hoy gasta el 50 por ciento.
Osvaldo de la Mata, de la sociedad rural local, dijo que, ''por la falta de lluvias de los últimos tres años, es muy difícil llegar al presupuesto de alimentos; el nivel de reservas es muy bajo y la oferta de pastos, nula''.
Explicó que uno de los fenómenos que habían provocado esta situación era la adopción de sistemas intensivos de producción; hay cada vez más animales encerrados y esto les genera a los productores mayor necesidad de capital para comprar alimento.
''Mi papá instaló el primer tambo mecánico de la zona en 1958'', contó, orgulloso, José Grippo, que ya perdió dos tambos con la inundación de 1987 y ahora se lamenta por las 50 vacas que tuvo que vender hace tres días. Una vaca de ordeñe cuesta entre 2000 y 2500 pesos, pero en el frigorífico las venden a 1000, dijo José, que trabaja con su hijo Juan.
''Estamos obligados a hacer agricultura para poder sobrevivir; gracias a la soja subsidiamos el tambo'', contó José.
Migración
La mayoría de las actividades de esta ciudad de 45.000 habitantes tiene que ver con el campo y, principalmente, con la lechería. Según la Sociedad Rural, hay 180 tambos.
''El pueblo venía con mucho empuje, pero se pinchó en los últimos seis meses: los comercios venden un 50 por ciento menos'', sostuvo De la Mata, y explicó que, por el cierre de tambos, se daba un fenómeno de migración del campo a la ciudad. ''Es gente que se viene del campo al pueblo y acá no saben hacer nada, terminan con planes sociales.''
Esta enviada intentó, sin éxito, comunicarse con el intendente o algún funcionario municipal.
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