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Dieta vegetariana
Dieta vegetariana y salud ósea
Este tipo de alimentación se asocia a una menor densidad mineral de los huesos, pero no es motivo de preocupación clínica.
20/10/2009 Consumer.es eroski
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La asociación entre las dietas vegetarianas y la densidad mineral ósea es un asunto controvertido. El debate se centra en la posibilidad de que este tipo de alimentación provoque una menor masa ósea, como afirman algunos estudios, frente a otras investigaciones que no han encontrado relevancia estadística en esta relación. El tema preocupa porque la densidad mineral ósea es el predictor más fuerte y consistente de las fracturas asociadas a la osteoporosis.
En los países occidentales, una proporción considerable de la población ha adoptado una dieta vegetariana, que no incluye alimentos reconocidos en la alimentación tradicional como los mejores para la formación y el crecimiento de los huesos. La cantidad y calidad de los nutrientes ingeridos (calcio, fósforo, magnesio, vitamina D, A, K) y el consumo de otros elementos dietéticos que favorecen o entorpecen la absorción de los minerales que nutren el hueso, tienen una impronta relevante en la salud ósea. Estos factores se suman a la predisposición genética de cada individuo para desarrollar trastornos óseos.
La última revisión sobre la posible asociación entre dieta y densidad mineral de los huesos, un tema controvertido, es un meta-análisis dirigido por el Bone and Mineral Research Program Garvan Institute of Medical Research, recogido este mes de octubre en el ''American Journal of Clinical Nutrition''.
DIFERENCIAS ENTRE DIETAS VEGETARIANAS
Uno de los criterios de esta revisión era clarificar los distintos conceptos de dieta vegetariana, puesto que podía haber diferencias interesantes entre el consumo de los nutrientes que sirven al hueso según el tipo de alimentación. Se realizaron estudios que analizaron la densidad ósea a partir de cuatro tipos de dietas vegetarianas: semivegetariana, que excluye sólo el consumo de carne como alimento animal; lacto-ovo-vegetariana, que descarta además el pescado, pero contempla la leche y los huevos; lacto-vegetariana, que sólo admite la leche y los lácteos como fuente proteica animal; y la dieta vegana, que prescinde de todos los alimentos de origen animal.
En el análisis se tuvieron en cuenta nueve estudios, con una muestra total de 869 mujeres y 1.880 varones. Los resultados más relevantes desvelaron que las personas vegetarianas tenían un 4% menos de densidad mineral ósea (en el cuello del fémur y en la columna lumbar) que las omnívoras. Este parámetro fue inferior en las veganas, con un 6% menos de espesor de hueso.
EL PAPEL DE LOS NUTRIENTES
El calcio. Se admite que los vegetarianos pueden tener una mayor ingesta global de calcio, pero el porcentaje absorbible respecto al total consumido se estima menor. Este mineral es relevante para la salud, la formación, el crecimiento y el mantenimiento de los huesos. Son varios los estudios que han encontrado asociación directa entre el consumo de calcio dietético, la densidad ósea y la reducción del riesgo de fractura. Sin embargo, el mayor meta-análisis, con 33 estudios sobre el tema, revela que la contribución del calcio dietético a la densidad ósea es modesta.
Los autores sugieren que las diferencias en la ingesta de este mineral o las fuentes de consumo animal (leche y derivados, sardinas) o vegetal (frutos secos, semillas, leguminosas) no tienen un efecto significativo sobre la variación observada en la densidad ósea. Si se atiende a estos datos, es poco probable que la menor solidez de los vegetarianos en este análisis se deba a las diferencias en la ingesta de calcio dietético.
El papel de las proteínas. La relación entre la ingesta de proteínas y la salud ósea ha sido muy discutida. La hipótesis más firme defiende que una dieta alta en proteínas de origen animal ejerce un efecto negativo sobre la salud ósea, ya que genera una carga ácida que requiere la resorción de calcio del hueso para equilibrar la homeostasis. Esta pérdida mineral se asocia con un mayor riesgo de fragilidad y de fractura. En las dietas vegetarianas, debido al menor consumo de proteína animal, éstas no se contemplarían como un nutriente negativo.
Algunos autores indican que las proteínas y el calcio actúan con sinergia en la función ósea si ambos elementos se ingieren en cantidades suficientes en la dieta. Sin embargo, las proteínas pueden ejercer efectos negativos sobre la densidad ósea cuando la ingesta de calcio es baja.
Las dietas vegetarianas, en particular las veganas, se asocian a una menor densidad mineral ósea, pero no a un nivel que se traduzca en una preocupación clínica. La densidad del hueso es un fenómeno fisiológico complejo influido por múltiples factores ambientales y genéticos. Esto explica que cualquier modificación exclusiva de la dieta no es suficiente para mejorar la salud ósea.
ISOFLAVONAS Y HUESO
Una particularidad diferencial de las dietas vegetarianas respecto a las occidentales es que las primeras contienen más fitoestrógenos. El Committee on Toxicity of Chemicals in Food, Consumer Products and the Environment (COT) del Reino Unido estima la ingesta media de isoflavonas en los veganos en 75 miligramos al día. Esta cifra supera con creces los 12 miligramos diarios de los vegetarianos no estrictos, y todavía más la media de los consumidores occidentales (2 mg/día).
Se ha sugerido que las isoflavonas pueden ayudar a prevenir la pérdida ósea después de la menopausia, aunque la asociación no está clara. El Departamento de Estadística Médica y Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sun Yat-sen, en Guangzhou (China), realizó un meta-análisis de ensayos controlados aleatorizados sobre el uso a largo plazo de suplementos de isoflavonas de la soja en la densidad ósea entre mujeres tras la menopausia.
Se repasaron diez estudios realizados entre 1990 y 2008, con una muestra total de 896 mujeres que tomaron el complemento con una dosis media de 87 mg de isoflavonas de soja durante al menos un año. La conclusión fue clara: es poco probable que el consumo de estos complementos tenga un efecto positivo significativo en la densidad mineral de la columna lumbar y la cadera en las mujeres.