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Olfato electrónico

Aplica una metodología estadística que posibilita que se puedan comparar las características de diferentes muestras.

16/11/2009 Consuma seguridad - Eroski

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Los sistemas de olfato electrónico permiten discriminar qué tomates, melones o cualquier otro tipo de productos tienen un aroma más atractivo. Sin embargo, las conocidas como narices electrónicas existentes hacen su trabajo en función de las condiciones del laboratorio, que cambian a lo largo del día y entre días. Con el fin de solucionar este problema, investigadores del Grupo de Mejora de la Calidad Agroalimentaria de la Universitat Jaume I (UJI) han desarrollado una metodología de tipo estadístico que posibilita que se puedan comparar de forma eficiente las características aromáticas de diferentes muestras de un producto con el fin último de seleccionar las de mejor calidad.

Las muestras analizadas hasta ahora en el día y entre días sufrían una serie de derivas, ya que influye bastante el ambiente, la temperatura del laboratorio, la humedad, etc. Para que las evaluaciones sean útiles ha habido que hacer un amplio trabajo previo de corrección a través de una metodología que es extrapolable a otros equipos y productos, según explicó el investigador de la UJI Salvador Roselló. Esta metodología permite corregir la deriva de los análisis.

El sistema de olfato electrónico es un instrumento dotado de sensores químicos y de un programa quimiométrico de reconocimiento de modelos, que es capaz de reconocer y comparar olores individuales o complejos. Al igual que el sistema olfativo humano, su objetivo es relacionar el aroma que se percibe con una respuesta que, tras ser almacenada en la memoria, sirva como modelo en posteriores análisis. Las narices electrónicas han encontrado en el sector agroalimentario uno de sus campos naturales de actuación. Este sistema permite analizar un número elevado de muestras y mantener la huella aromática de conjunto.

''En un programa de mejora para seleccionar variedades a veces tienes cientos o miles de muestras, porque seleccionas una generación segregante, donde hay individuos bastante distintos y lo que quieres es quedarte con los mejores. Eso descarta por completo una cata y la selección analítica da más información pero se pierde el conjunto'', detalló Roselló, que citó como ejemplo que en el caso de los tomates están implicados más de 40 aromas y no importa cuánto más mejor, sino que el conjunto tenga una percepción adecuada, concluyó.

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