La aplicación más conocida de los vinagres en la gastronomía es, junto al aceite, el aliño de verduras y vegetales para resaltar su sabor. A pesar de que muchas veces no se le da la importancia que merece al vinagre y sí se tiene mucho en cuenta el aceite que utilizamos, una variación en el ácido que añadamos a nuestras preparaciones nos va a proporcionar matices y sensaciones nuevas.
Por otro lado, su uso va más allá, ya que se trata de un ingrediente clave en productos como escabeches, marinados, mostazas o salsas tipo mayonesa, debido a su capacidad conservadora responsable de evitar la degradación de alimentos.
AROMATIZAR EL VINAGRE
Para obtener un vinagre aromatizado basta condimentarlo con hierbas aromáticas, especias, frutas, o azúcar o miel.
Cualquier vinagre se puede aromatizar o condimentar con hierbas aromáticas (romero, tomillo, estragón o albahaca), especias (ajo, pimienta o chiles), frutas (frambuesa, manzana, plátano, naranja, piña, zarzamoras o limón) u otros condimentos como azúcar o miel. El resultado es un vinagre aromatizado que da un toque especial a los alimentos o a los platos a los que se añade.
Aromatizar un vinagre es relativamente sencillo, sólo hay que introducir el aroma escogido y dejar reposar la infusión para que la naturaleza siga su curso y ayude a dar un sabor más profundo a nuestro vinagre. Para ello podemos utilizar el líquido sobrante de las botellas abiertas, sea bien de vino tinto, bien de vino blanco o de cava, se decanta en un tarro de boca ancha, se tapa con una tela fina para que pase el aire pero no las impurezas, y se deja reposar unos 30 días a una temperatura entre 25º C y 30º C fuera de la luz. Cada dos días hay que darle unas vueltas para favorecer que se oxide todo el vinagre.
De esta manera conseguiremos lo que se conoce como ''vinagre madre'', un vinagre potente de sabor fuerte que podemos rebajar agregando un poco de vino normal. Antes de consumirlo, es conveniente filtrarlo del tarro a través de una estameña o un colador de tela como los del café.
COMPONENTE CON CARÁCTER
El principal componente que le da el carácter, el sabor ácido tan característico con poder conservante, es el ácido acético, que suele estar en una proporción del 5% al 6%. En la elaboración del vinagre se suceden dos fermentaciones: la alcohólica y la acética. En la primera de ellas, ciertas levaduras que se encuentran presentes en el aire, en el propio alimento o que se añaden, transforman el azúcar en alcohol.
Cuando estas bebidas alcohólicas se someten a una segunda fermentación, la fermentación acética, las bacterias implicadas (acetobacterias) producen ácido acético además de otros compuestos, la mayoría de ellos volátiles, dando como resultado el vinagre.
VINAGRES AROMÁTICOS
Recetas sencillas para elaborar vinagres aromáticos:
Vinagre de frambuesas:
450 gramos de frambuesas.
Una rama de canela.
Un litro de vinagre blanco.
Ponemos a calentar el vinagre en una cazuela a fuego lento con la rama de canela, sin dejar que llegue a hervir. Tapamos y dejamos enfriar durante horas. Colamos el vinagre. Ponemos las frambuesas en una botella, añadimos el vinagre aromatizado a la canela y cerramos la botella. Agitamos cada día durante una semana. Dejamos reposar tres semanas antes de su utilización.
Vinagre de menta:
4 o 5 ramitas de menta fresca.
600 mililitros de vinagre de vino blanco.
Lavamos y secamos la menta. Llevamos el vinagre al punto de ebullición y luego dejamos enfriar. Ponemos la menta en una botella y vertemos el vinagre por un embudo. Cerramos la botella y dejamos reposar en un lugar soleado de dos a tres semanas, hasta que el vinagre adquiera sabor a menta.
Vinagre de romero:
6 tallos de romero seco.
450 mililitros de vinagre de vino blanco.
Ponemos el romero con el vinagre en una botella. Cerramos y dejamos en lugar soleado durante dos o tres semanas.
Vinagre de ajo:
4 dientes de ajo.
450 mililitros de vinagre de vino blanco.
Ponemos los dientes de ajo con el vinagre en una botella. Cerramos y dejamos en lugar soleado durante dos o tres semanas.
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