En el futuro, cuando una persona vaya a la compra, un sensor leerá su mapa genético en el supermercado y, con esa información, una voz robotizada le indicará qué alimentos de la estantería son los más adecuados para su salud. Esta ficción tiene una parte de ciencia y se llama nutrigenómica. Este nuevo campo de investigación (tanto que aún hay división entre los científicos sobre su nombre) estudia las interacciones entre los alimentos y las características genéticas de las personas. Un estudio dibuja ahora como podría ser la alimentación del futuro gracias a esta disciplina.
La Fundación del Observatorio de Prospectiva Tecnológica e Industrial (OPTI), en el que participa el Ministerio de Industria, presentó ayer su estudio Nutrigenómica, Alimentación y Salud. Fruto de la colaboración de 72 expertos, el trabajo muestra como será la investigación alimentaria en las próximas décadas.
Como recordó la presidenta de la OPTI, Ana Morato, en pocos años, secuenciar el genoma de cada persona será tan barato como un análisis de sangre. Al mismo tiempo, la investigación en los compuestos bioactivos (presentes de forma natural en muchos alimentos) irá descubriendo su influencia en determinados genes. El nexo de unión entre ambos fenómenos es el hecho de que muchas enfermedades tienen un componente genético.
De hecho, la investigadora Amelia Martí, del departamento de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología de la Universidad de Navarra, cifró ''entre el 25% y el 70% las enfermedades que podrían evitarse con una alimentación adecuada''. Ahora hay que descubrir las bondades de cada compuesto bioactivo de los alimentos.
Según el estudio, en cuya elaboración también ha participado el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Sector Agroalimentario (AINIA), hasta 2014 los avances irán en la línea de descubrir marcadores genéticos para identificar compuestos bioactivos beneficiosos. Esta información será de gran utilidad a la industria alimentaria para estudiar aspectos como la absorción, metabolismo o toxicidad de estos materiales y ensayarlos in vitro e in vivo antes de su explotacióncomercial.
El director de Investigación y Desarrollo de Puleva Biotech , José Carlos Quintela, aseguró que las empresas necesitan grandes cambios tecnológicos para competir. ''Y el gran salto tecnológico serán los alimentos funcionales'', añadió.
ALIMENTOS MEDICINA
Como recordó Martí, el concepto de alimento está cambiando. A sus funciones tradicionales (nutrición y gastronomía) se le añadirá su capacidad como medicamento. Los alimentos funcionales, gracias el conocimiento del ADN de la persona, ayudarán a su desarrollo, procesos metabólicos y rendimientos físico y cognitivo.
El estilo de vida será clave en los caminos que tome la investigación nutrigenómica. En los próximos años, el envejecimiento de la población hará muy atractivo para las empresas y las administraciones el diseño de dietas que mejoren las funciones cerebrales y atajen el deterioro óseo. Por el mismo motivo, la importancia del aspecto físico animará a estudiar los factores genéticos y nutricionales con efectos estéticos.
El estudio de la OPTI destaca que el futuro dibujado por los expertos dependerá de cambios legales que faciliten la creación de alimentos funcionales. Otro peligro es el rechazo de los consumidores. El trabajo menciona que el uso de organismos modificados genéticamente para combatir enfermedades podría ser un buen banderín de enganche, rebajando la desconfianza actual.
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