''Por vez primera, los agricultores de los países pobres se verán recompensados al amparo de un tratado internacional vinculante para la conservación y difusión de variedades de cultivos que pueden salvaguardar la seguridad alimentaria mundial en las próximas décadas'', afirma la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que anuncia la puesta en marcha de un nuevo esquema de distribución de beneficios gracias a las ''generosas donaciones'' de diversos gobiernos destinadas a algunos proyectos en este ámbito dentro del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.
Los detalles serán explicados en la reunión de esta semana del Órgano Rector del Tratado en Túnez, en la que participarán delegados de 120 países. Los proyectos han sido seleccionados entre más de 300 propuestas enviadas por campesinos, organizaciones de agricultores y centros de investigación, sobre todo de África, Asia y América Latina.
''Es la primera vez que se transfieren beneficios económicos en aplicación del Tratado acordado en 2004'', asegura la FAO. Este acuerdo creó un fondo común mundial formado por 64 cultivos alimentarios que suman más de un millón de muestras de recursos fitogenéticos conocidos. Estos cultivos representan el 80% de todo el consumo humano. El arroz, el trigo, el maíz y la patata suponen por sí solos casi el 60%.
250.000 DÓLARES
El texto estipula que siempre que un producto comercial patentado haya utilizado un gen de este fondo común, el 1,1 % de sus ventas debe destinarse al fondo de distribución de beneficios del Tratado. El primer grupo de proyectos recibirá unos 250.000 dólares. Noruega, Italia, España y Suiza han aportado el capital inicial a este fondo para la distribución de beneficios.
''Estamos agradecidos a los gobiernos que han realizado aportaciones voluntarias para poder hacer estos proyectos realidad'', señaló el doctor Shakeel Bhatti, secretario del Órgano Rector del Tratado. ''Si los campesinos y otras partes implicadas -añadió- no reciben ninguna ayuda para conservar y desarrollar las diferentes variedades, esta diversidad de cultivos que tienen en sus manos podría perderse para siempre''.
La fitogenética es un proceso lento y pueden transcurrir diez o más años desde que se produce la transferencia de genes hasta que llega a un producto patentado. Las iniciativas seleccionadas tendrán que respetar una serie de criterios en apoyo a los agricultores pobres que conservan diferentes variedades de semillas y ayudan a reducir el hambre en el mundo.
La FAO recuerda que ningún país es autosuficiente en recursos fitogenéticos; todos dependen de la diversidad genética de los cultivos de otros países y regiones. Por lo tanto, la cooperación internacional y el libre intercambio de estos recursos ''son esenciales para la seguridad alimentaria''.
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