En la actualidad el envasado de los alimentos juega un papel muy importante en la conservación y la vida útil del alimento, las empresas buscan continuamente desarrollar un envase que cumpla todos los requisitos de seguridad alimentaria, y que además reúna todas las características que demanda el consumidor: ligereza, diseño, resistencia, practicidad, etc.
En la búsqueda por mejorar estos envases alimentarios, miembros de la unidad científica de la Reserva universitaria de Case Western, han descubierto recientemente un método que permite mantener los productos frescos durante más tiempo, utilizando menor cantidad de materiales para el envasado. El óxido de Polietileno, cuando se reduce a nanocapas, cristaliza como una sola capa, compuesta por largos cristles individuales e impermeables que reducen casi en 100 veces la permeabilidad gaseosa de las aplicaciones a base de polímeros.
Utilizando un método de co-extrusión multiplicador de capas, que mezcla dos polímeros fundidos y los combina en capas, multiplica las capas hasta cuatro, doblando esa estructura tantas veces como se desee. Esta estructura emergente se hace más fina progresivamente, de forma que emplea cada vez menos material.
Este descubrimiento se declara como un paso hacia delante en el desarrollo de barreras poliméricas más flexibles, más resistentes y ópticamente transparentes, que pueden extenderse a muy diversas aplicaciones.
Con el uso de nanopartículas, las botellas y demás envases que se utilizan en la industria de la alimentación pueden hacerse más fuertes y más ligeros, con mejor rendimiento térmico y menor absorción de gases. Estas propiedades resultan en beneficio de las industrias alimentarias, ya que pueden hacer aumentar la vida útil de los productos y simplificar el proceso de producción del mismo, suponiendo un ahorro sustancial.
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