Los platos fríos y refrescantes son los principales candidatos del menú veraniego. En esta época, la balanza se inclina hacia preparaciones de consistencia líquida u otros alimentos ligeros como frutas y hortalizas, con un elevado contenido en agua. Una práctica habitual es decantarse por las ensaladas. No obstante, aunque este hábito es muy saludable, conviene ampliar las opciones para conseguir una dieta variada. Las cremas frías son una alternativa refrescante y nutritiva para los días de calor.
LAS CREMAS FRÍAS REFRESCAN Y NUTREN
Se elaboran con verduras, cereales, legumbres, tubérculos e, incluso, frutas y lácteos. Son platos ligeros y ricos en nutrientes, antioxidantes y fibra, que se mantiene gracias al uso de la batidora. Este aparato tritura las hortalizas y conserva su aporte de fibra, frente al colador chino, que la retiene. Además, su alto contenido en agua convierte a las cremas en platos de escaso aporte calórico y ayuda a mantener una buena hidratación.
RIQUEZA NUTRITIVA
La consistencia de las cremas resulta muy ligera para el estómago: no son tan líquidas como los caldos, ni tan espesas como los purés. Se pueden tomar frías o calientes y son sencillas de elaborar. En estos meses de calor, es posible prepararlas en gran cantidad y conservarlas en la nevera para tomar en los días siguientes. En las comidas, son una forma excelente de abrir el apetito, como entrante o aperitivo. En las cenas, en cambio, pueden sustituir al primer plato.
DESCUBRIR NUEVOS SABORES
Las posibilidades culinarias que ofrecen estos platos son incalculables. Se elaboran cremas de verduras, hortalizas, legumbres, mariscos e, incluso, cremas de frutas.
Cremas de hortalizas. Se preparan a partir de verduras frescas y hortalizas. En general, reciben el nombre del alimento que les da carácter y sabor. Las más habituales se componen de puerro, calabacín, champiñón, remolacha y espárragos. Una crema vichyssoise o un tradicional gazpacho con hortalizas y aceite de oliva son otras de las múltiples opciones. Algunas sugerencias son: crema de calabacín con pipas de calabaza, crema de apio, zanahoria y judías verdes y crema de calabaza con nueces y avellanas.
Cremas de legumbres. En su composición intervienen un elemento de mojado (agua, caldo, leche o una mezcla de todos), otro de condimentación (hortalizas y verduras) y legumbres secas, cuyo almidón sirve de ligazón. Éstas se cuecen o, si ya están cocinadas, se separan de la guarnición (costilla, chorizo, etc.), se tamizan y se mezclan con el elemento de mojado. Después, se rectifican los puntos de sal y de espesor y se añade un chorrito de aceite de oliva para suavizar la crema. La guarnición se agrega en el momento de servir.
Cuando la crema no se vaya a consumir tras prepararla, hay que guardarla en el frigorífico en el menor tiempo posible. Luego se puede servir fría, templada o caliente. Es preferible cocinarla al baño maría o en el microondas, ya que al fuego aumentan las posibilidades de que se pegue. Ésta es una forma ligera de incluir legumbres en la dieta. Algunas sugerencias son: crema fría de garbanzos con tomate y jamón cristalizados, crema de alubias rojas y patata con crujiente de chorizo, capuchino de lentejas con pancenta crujiente, crema fina de habas frescas con crujiente de jamón o crema fina de guisantes a la plancha con almejas.
Cremas de marisco. Con pescados y mariscos se elaboran exquisitos platos, como la crema fría de marisco con gambas salteadas, la crema de cigalas y la sopa de gambas y fideos chinos. Para hacer más apetecible la presentación, se puede servir la crema en vasos pequeños o en copas de cóctel recién sacadas del congelador y adornadas con una rueda de pepino en el borde, un palito de cebollino o una pajita.
Cremas de frutas. Algunas frutas como el melón, la sandía y la naranja se emplean como ingrediente principal de cremas frías y se pueden servir como entrante. Es el caso de la crema de melón o la sopa de melón con jamón.
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