La dieta mediterránea puede ser más saludable pero también más cara. Así se desprende del análisis de los costes de este patrón dietético comparado con los de una dieta ''americanizada''. Los datos proceden de un estudio elaborado dentro del Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), en marcha desde 1999 con el objetivo de evaluar la relación entre dieta, enfermedades y condiciones crónicas como la obesidad. Los resultados de la investigación, realizada en el departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública del centro académico, se acaban de publicar en la edición on line de la revista ''Journal of Epidemiology and Community Health''.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores evaluaron los patrones dietéticos de más de 17.000 graduados universitarios en 2008. ''Los voluntarios rellenaron un cuestionario semi-cuantitativo de frecuencia de consumo de alimentos, en el que se incluían 136 alimentos agrupados en 30 categorías, y se especificaba la cantidad consumida en gramos por día. A partir de esta información, calculamos los costes de los alimentos con los datos oficiales disponibles'', explica la investigadora principal, Maira Bes-Rastrollo.
Los autores recurrieron a un sistema validado de puntuación para identificar si los participantes seguían una dieta mediterránea -rica en aceite de oliva, pescado, legumbres, frutas, verduras y hortalizas- o un patrón denominado ''americanizado'' -con predominio de grasas, azúcar, carne roja, comida rápida, bebidas azucaradas carbonatadas y bollería industrial-. ''La conclusión fue que una mayor adhesión al patrón mediterráneo se asocia con mayores costes. Y al contrario'', destaca la autora. Además, menos gasto en la cesta de la compra se asoció con un mayor consumo de alimentos con densidad energética alta y con el picoteo, agrega Bes-Rastrollo.
La investigadora recuerda que cada vez existe más evidencia científica sobre los beneficios de la dieta mediterránea. ''Al mismo tiempo constatamos los efectos adversos de la comida basura, por eso podría compensar subir los impuestos de estos alimentos y subvencionar los saludables, para evitar que el ciudadano descarte una dieta sana por ser más cara'', mantiene Bes-Rastrollo.
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