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ESPAÑA

Comidas frías

Cenas frías, hábito insano para la salud digestiva

Las malas digestiones y el estreñimiento son las consecuencias más comunes tras el consumo de este tipo de comidas.

23/06/2010 Consumer.es eroski

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Durante los meses de verano es frecuente que apetezca más comer platos livianos como ensaladas, zumos, frutas o yogures porque son alimentos que refrescan. Sin embargo, aunque la composición de estas preparaciones sea ligera y saludable en nutrientes, su consumo habitual puede afectar a la función digestiva, sobre todo a personas con debilidad en los órganos que toman parte en ella (estómago, intestino, hígado). Este tipo de comidas frías refleja la práctica cotidiana de cenas frugales para muchas personas, pero la sensación de tripa hinchada y el empeoramiento del estreñimiento son algunos de los posibles síntomas tras consumirlas con frecuencia. No obstante, ni el tipo de molestias ni la intensidad es igual en todas las personas.

Alimentos enfriadores

Una cena frugal compuesta por alimentos y platos ligeros y fríos es una tendencia más habitual entre mujeres, varones jóvenes y deportistas. En unos casos se consume como una forma voluntaria de cuidar las calorías de la dieta y, en otros, ante la pereza de cocinar si se llega tarde a casa o con desgana.

Son las típicas cenas compuestas por un plato de ensalada mixta, una fruta y un yogur, un bol de yogur con cereales, bocadillos de jamón serrano, de queso fresco o fiambre, sándwiches vegetales, etc.

En su libro ''Alquimia en la cocina'', la experta en alimentación energética Montse Bradford informa de que ciertos alimentos enfrían el cuerpo, por lo que pueden resultar inconvenientes para quienes sienten frío en general, tienen malas digestiones o enfriamientos e infecciones frecuentes en distintas partes del cuerpo, como la garganta, o que afectan a la orina. Según la nutricionista, cada individuo ha de valorar si, tras prescindir de ellos una temporada, su malestar se atenúa o dejan de sentirlo. Los alimentos que enfrían en extremo son los siguientes:

Alcohol: aunque al principio proporciona sensación de calor, dispersa el calor interno hacia la superficie, por lo que más tarde se siente frío.

Especias como la pimienta, el curry y la mostaza son enfriadoras, lo que explica que su uso sea común en la cocina de países calurosos. Por el contrario, se pueden emplear especias y hierbas aromáticas calentadoras como la canela, el clavo, el jengibre y la nuez moscada, y condimentos que refuerzan los órganos digestivos, muy comunes en la cocina oriental, como el miso y el tamari o salsa de soja.

Exceso de frutas tropicales como piña, papaya, mango, plátano macho, etc. Su función es refrescante, de ahí que crezcan en regiones con climas calurosos.

Leche y derivados. La energía que proporcionan es enfriadora, por lo que resulta conveniente prescindir de ellos en las situaciones descritas. El aporte de calcio está garantizado si la dieta es variada en vegetales verdes, frutos secos y alimentos integrales como el arroz.

Alimentos congelados o que se comen fríos, como ensaladas, ensaladillas o frutas, transmiten a los órganos digestivos la misma sensación refrescante que provocan al comerlos.

Generar calor interior

El enfriamiento de los órganos que intervienen en la digestión, como el estómago, los intestinos, el páncreas, la vesícula biliar y el hígado, hace que su funcionamiento sea lento, que se carezca de fuerza digestiva. Muchas personas que toman cenas frías o que comen gran parte de los alimentos de este modo notan síntomas de malestar, como vientre hinchado, flatulencia, digestiones lentas y pesadas, dolor de estómago o estreñimiento. Puede resultar chocante, ya que el estreñimiento se asocia por lo general a falta de fibra y con este tipo de comidas el aporte de este nutriente es más que suficiente. Pero en estos casos, el problema está en la necesidad de calor que necesitan los órganos digestivos.

El modo de corregir el malestar pasa por la selección adecuada de alimentos, el uso de las técnicas culinarias más convenientes y la aplicación de calor local. Una opción adecuada es cubrir el estómago con una manta o una bolsa de agua caliente después de las comidas.

La forma de cocinado influye en la salud de los órganos y, por tanto, en su funcionalidad. El calor interior se genera cuando se comen alimentos calentadores, como granos integrales, legumbres, frutos secos, verduras aderezadas con hierbas y condimentos apropiados y cocinados con tiempo, con cocciones largas, al vapor o a presión. Un estofado de verduras refuerza y calienta el interior del cuerpo, además de realzar el sabor dulce de los vegetales. Para ello, se ha de mantener la llama a fuerza media-baja, con tapa, entre 30 y 45 minutos. Estas verduras estofadas pueden servir para elaborar una sopa si se añade agua o caldo, unos fideos o una deliciosa crema.

Conviene sustituir las cenas frías por cremas y purés de verduras de la temporada, sopas naturales, verduras cocidas o estofadas, carnes y pescados guisados con verduras y sin exceso de grasas. Se consigue un plato igual de liviano, a la vez que reconfortante y equilibrador.

ALIMENTOS FERMENTADOS

Los problemas digestivos pueden deberse en gran medida a que los órganos digestivos no segregan suficiente cantidad de enzimas. Estas sustancias actúan de manera específica sobre cada uno de los macronutrientes de los alimentos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) para que estos puedan aprovecharse en funciones celulares. La deficiencia puede provocar molestias como pesadez, hinchazón o gases, además de estreñimiento.

Los alimentos fermentados son ricos en enzimas, por lo que su adición a la dieta mejora las digestiones. Algunos de ellos se conocen menos en la gastronomía occidental, si bien se usan desde la antigüedad en la cocina oriental para elaborar platos calientes. Con los granos de soja fermentados se elabora el tamari y el miso, condimentos que además de dar sabor a los platos ayudan en la digestión y la depuración del organismo. Al mismo tiempo, por su proceso natural de fermentación, estos productos se convierten en una fuente natural de lactobacilus, microorganismos que consumidos de manera habitual ayudan a regular la flora intestinal y fortalecen las defensas.

El miso es una pasta que se debe añadir al final de la cocción para que no hierva ni pierda sus propiedades. Sirve para dar sabor a sopas, caldos y variedad de platos calientes como el arroz blanco al miso o la sopa de miso con tallarines y verduritas. El tamari, más conocido como salsa de soja, se puede emplear como potenciador del sabor para elaborar diversidad de recetas, como unos muslos o alitas de pollo, albóndigas, brochetas de carne, platos de pescado, o de vegetarianos, como unos macarrones con verduras, unos fideos de arroz o unos tallarines fritos.

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