Las nueces de macadamia son poco populares, aunque apreciadas como frutos secos selectos debido a su sabor cremoso con un toque dulce. El color blanquecino y la forma redondeada les confiere un aspecto más similar al de las avellanas, que a las nueces. Comparten con la mayoría de frutos secos su capital nutritivo (proteínas vegetales, fibra, grasas insaturadas, magnesio, ácido fólico, fitosteroles, vitamina E antioxidante), que las convierte en alimentos muy saludables, en particular, para la prevención de trastornos cardio y cerebrovasculares.
Fruto seco desconocido e interesante
Las nueces de macadamia (Macadamia integrifolia y M. Tetraphilla) y las comunes tan sólo comparten el nombre. Si bien no hay una diferencia sustancial en su composición nutricional con respecto al resto de frutos secos, el sabor difiere por completo. En cuanto a la parte comestible, es de color blanco cremoso, con un diámetro de entre 2 y 3 centímetros, tiene forma redonda y recuerda más a una avellana, aunque más grande, que a una nuez.
Se conocen también como nueces australianas, ya que las regiones de mayor producción son los bosques húmedos tropicales y subtropicales de Australia, junto con los de Nueva Zelanda, Hawai y Sudáfrica. El fruto crece en forma de racimo, que acumula alrededor de 10 a 12 unidades. Es poco frecuente encontrar más de 20.
Estas nueces han entrado en el mercado como un fruto selecto. En su composición destaca un 80% de aceite y un 4% de azúcares, de ahí que la particularidad nutritiva sea su riqueza en calorías y grasas, al igual que el resto de frutos secos. Pero a pesar de ser un alimento graso, el perfil de lípidos es saludable, ya que las grasas insaturadas sobresalen sobre el resto. Las nueces de macadamia se pueden considerar alimentos recomendados para la salud del corazón y de los vasos sanguíneos. Entre sus características químicas, figura su aporte proteico (7,8 g/100 g), aunque inferior al del resto de frutos secos, su aporte de fibra (2,5 g/100 g) y su contenido en sales minerales como calcio (48 mg), fósforo (161 mg), potasio (264 mg) y hierro (2 mg).
Nueces, corazón y cerebro
Numerosos ensayos clínicos han analizado los efectos positivos del consumo de frutos secos (almendras, nueces, pistachos, nueces de Macadamia) sobre el perfil lipídico, al disminuir el colesterol total y las lipoproteínas de baja densidad (LDL).
Reciente y completo es el trabajo desarrollado por el Departamento de Nutrición de la Universidad Loma Linda, en Estados Unidos, que resume el análisis epidemiológico llevado a cabo hasta la fecha sobre el papel de los frutos secos en la salud en más de 40 estudios de intervención dietética. Como dato relevante, algunas investigaciones informan sobre la reducción del 8,3% en el riesgo de muerte por enfermedad cardiaca coronaria asociada al consumo semanal de una ración de frutos secos, que equivale a unos 25 gramos netos, al natural. Según adelantan, queda por dilucidar si los efectos salutíferos se deben en exclusiva a su composición de ácidos grasos insaturados o a la combinación con otros compuestos bioactivos como alfa-tocoferol (vitamina E), fitosteroles, ácido fólico, magnesio, proteína vegetal y fibra.
SACAR PARTIDO EN LA COCINA
Las nueces de macadamia, por su delicado sabor, resultan un aperitivo muy apreciado. Aunque se venden solas, a granel o empaquetadas, es posible encontrarlas mezcladas como parte de los cócteles de frutos secos o como ingrediente de productos de confitería y repostería (tostada garrapiñada, tostada salada, galletas, helados, pan), chocolatería y aceites. Al natural, aportan todo su compendio de nutrientes, sin el exceso de sal que a menudo tienen los frutos secos salados envasados.
Por su sabor y su textura, conjugan muy bien con platos de arroz, pasta y ensaladas, a los que aporta un toque exótico muy agradable. Pueden ser sustitutos de otros frutos secos en distintas recetas. Sirven de complemento de una ensalada con queso, una crema de calabaza, cualquier plato de arroz o de pasta, así como en unos tallarines o unos raviolis. Además, la combinación de frutos secos con recetas de cereal (arroz, pasta, cuscús...) supone una ventaja nutricional, ya que mejora la calidad proteica del plato. Este aspecto es fundamental si se sigue una dieta vegetariana.
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