La tasa de obesidad en Estados Unidos se ha duplicado desde 1980 hasta alcanzar en la actualidad a 72 millones de personas. No es de extrañar, pues, que se sucedan las iniciativas para incentivar el consumo de comida saludable. El próximo movimiento al respecto parece ser la modificación del sistema de etiquetado con objeto de homogeneizar y simplificar el acceso al contenido nutricional de los productos.
Un estudio del Instituto de Medicina (Institute of Medicine –IOM–) de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, efectuado a petición del Gobierno estadounidense, revela que las etiquetas actuales de los productos no proporcionan certeza suficiente sobre su valor nutricional. Como alternativa, la citada organización sugiere un nuevo estándar que aúne sencillez con relevancia, de forma que el consumidor pueda evaluar la salubridad del producto con un esfuerzo mínimo.
Concretamente, la iniciativa plantea la utilización de un sistema de puntuación gradual para grasas, sodio y azúcares añadidos: cuanto más puntúe un producto, más sano es. Se trataría, pues, de un programa análogo al ‘Energy Star’, que clasifica los productos electrónicos según su eficiencia energética.
Por otro lado, el IOM propone también ilustrar las calorías de los productos con una medida más cercana al consumidor: una ración doméstica.
La Administración de Alimentos y Fármacos de EEUU (Food and Drug Administration –FDA–), consciente de la necesidad de utilizar etiquetas más intuitivas, revisará estas propuestas.
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