Seis empresas agroalimentarias y cinco centros de investigación de Castilla y León se han unido para crear el proyecto Primer Diana, cuyo objetivo es el diseño y creación de ingredientes a base de antioxidantes naturales para el posterior estudio de comportamiento en diversas matrices alimentarias.
La iniciativa, auspiciada por la Asociación de Biotecnología Alimentaria de Castilla y León Vitartis, tiene una duración de cuatro años (2010-2014) y cuenta con un presupuesto de 3,8 millones de euros, de los cuales el 51,01% (1,94 millones) serán subvencionados a través de la Agencia de Inversiones y Servicios de la Junta de Castilla y León (ADE). El programa está cofinanciado con el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).
Según informaron fuentes del proyecto, el programa surge por la tendencia del mercado actual a la búsqueda de nuevos productos alimentarios enriquecidos y por la necesidad por parte de las empresas de incorporar mejoras tecnológicas a dichos alimentos. Además, destaca la actual revalorización que están adquiriendo los residuos de la industria agroalimentaria. El Proyecto de Impulso en Sectores Estratégicos Regionales (Primer) tenía como requisito la investigación industrial entre varias empresas con una motivación común y el fomento y colaboración de dichas compañías para compartir conocimientos y esfuerzos. Para ello se cuenta además con el soporte científico y técnico de los diferentes organismos de investigación industriales de la región.
El objetivo principal por tanto es encontrar y aprovechar las numerosas sinergias que existen entre el emergente sector biotecnológico de Castilla y León y el potente y ya consolidado sector agroalimentario de la Comunidad.
Como metas globales del proyecto, destaca la intención de obtener antioxidantes naturales a partir de diferentes productos o subproductos agroalimentarios, antioxidantes procedentes de la uva, de los cereales, del café o de las algas. A partir de ahí, se estudiará el diseño de ingredientes a base de esos antioxidantes para su posterior aplicación en diferentes matrices alimentarias (productos cárnicos, lácteos, piensos para animales, pastas alimentarias, café, harinas, bebida y refrescos).
La evaluación del proyecto pasará entonces por analizar el efecto conservador que evita el oxidamiento de los productos, la mejora de su estabilidad microbiológica, sus propiedades sensoriales y sus efectos nutricionales y funcionales.
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