Según el diario ''South China Morning Post'', el mercado de vinos de imitación está en pleno auge y, como consecuencia, registra un fuerte incremento del número de productores de falsificaciones vinícolas.
Situada en la provincia de Hebei, el distrito costero de Changli, con condiciones climatológicas comparables a las de la región francesa de Burdeos, ha centrado su actividad económica en el sector vinícola. Por esta razón, dicho municipio se ha convertido en sede de las bodegas chinas más importantes, entre las que destacan Great Wall, Maotai y Dragon Seal. Además, muchas de las familias tienen viñas o están empleadas en industrias relacionadas con el sector.
Debido a la creciente demanda de vino, en China ha proliferado el número de empresas dedicadas a la fabricación de botellas de imitación. El proceso es sencillo: basta con mezclar agua, alcohol, productos químicos y colorantes al zumo de uva -existiendo, incluso, algunos casos en los que las botellas no contienen ni siquiera dicho zumo-.
La falsificación de vino es una actividad tan habitual que muchas bodegas dividen su producción en dos áreas de negocio: una de vino de imitación y otra dedicada a la producción de vino original, producto que se venderá a precios más elevados. Al mismo tiempo, otras industrias relacionadas con el mercado de imitación, como imprentas y productores de aditivos químicos, están viendo incrementar sus ventas exponencialmente.
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