El alza de los precios del crudo y la reciente y precipitada reducción de las existencias globales de cereales podrían apuntar a una crisis de suministro, dijo el director de la FAO, Jacques Diouf, durante una visita a Emiratos Árabes Unidos.
«Los precios altos son preocupantes y tenemos una fuerte disminución de existencias. Durante años advertimos que lo que se necesita es más productividad e inversión en agricultura», dijo.
La lectura de febrero del índice de precios alimentarios de la ONU mostró el octavo incremento consecutivo, a sus niveles más altos desde por lo menos 1990, cuando se introdujo el índice.
Diouf dijo que hasta hace pocos meses, las existencias globales de cereales estaban en niveles mucho más saludables que el suministro reducido que desencadenó la crisis en 2007 y 2008.En julio, los niveles de los inventarios estaban 100 millones de toneladas arriba de los de 2007, pero el rápido crecimiento de los países en desarrollo y un retorno a la expansión en las economías más industrializadas llevaron a nuevas disminuciones.
Un número de países en África del Norte y Oriente Medio hizo grandes compras de cereales para calmar la ola de malestar, en parte estimulada por los elevados precios de los alimentos, que llevó al derrocamiento de los líderes de Túnez y Egipto.
Corea del Sur busca establecer una reserva estratégica de cereales y planea comprar cargamentos de maíz y otros alimentos básicos, sumándose a esfuerzos similares de otros países asiáticos preocupados por los precios de los alimentos y el malestar social.
Por otra parte, la FAO informó ayer que los precios de los alimentos en América Latina y el Caribe suben menos que a nivel mundial. Durante enero se observó una atenuación de la tendencia al alza, ya que los precios internacionales no se transmiten automáticamente a los de la región.
Los precios de los alimentos en América Latina y el Caribe han subido a un ritmo menos acentuado que el que se observa a nivel internacional, y al que caracterizó la crisis alimentaria de 2007-2008.
En enero de 2011, los precios de los alimentos en 11 países de América Latina y el Caribe, que representan el 95% del PBI regional, subieron menos que la tendencia que se observa a nivel mundial.
«Sigue habiendo presiones inflacionarias en la región, debido fundamentalmente a las alzas en los precios de la energía y los alimentos. Sin embargo, los precios internacionales no se transmiten de manera automática a los países, y en enero de 2011 el índice de precios alimentarios en la región mostró un crecimiento moderado», explicó Alan Bojanic, oficial a cargo de la Oficina Regional de la FAO.
En enero de 2011, Chile, Honduras y Nicaragua experimentaron una atenuación en los aumentos de los precios alimentarios, aunque ésta no llega a marcar un cambio significativo en la tendencia al alza que se vive desde hace al menos 12 meses. La revalorización de la tasa de cambio en muchos países ha funcionado como un factor de amortiguación frente a los impactos inflacionarios mundiales, como se puede constatar en Brasil y Chile, lo que contribuye a explicar que la región «no esté siguiendo paso a paso los aumentos de los precios internacionales».
Asimismo, Bojanic alertó sobre la alta volatilidad de los precios, y que esta reducción observada durante enero se da en un contexto de alza de inflación durante los últimos 12 meses. Según los monitoreos realizados por la Oficina Regional de la FAO en 16 países de América Latina y el Caribe, los precios del pan, los cereales, las pastas, las tortillas, los aceites y grasas y los azúcares han aumentado de manera generalizada. Para otros productos, como carnes, lácteos y huevos, la tendencia es variada.
Los mayores efectos negativos de estas subas de precios los sufren los segmentos más pobres de la población, que pueden gastar en torno de un 60%-70% de sus ingresos en estos productos. Especialmente se trata de aquellos países importadores netos de alimentos y de petróleo, porque la cuenta de compras externas se eleva considerablemente.
«El alza de los precios impacta principalmente a la población más pobre, reduciendo su acceso a los alimentos o haciendo que cambien su dieta, reemplazando alimentos nutritivos por otros más baratos, lo que puede traer efectos negativos en la nutrición,» señaló Bojanic.
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