En el ámbito nacional, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) tiene publicado el manual ''La alimentación de tus niños y niñas'', mediante el cual ''se pretende inculcar pautas de comportamiento alimentario y de estilo de vida saludable en el conjunto de la población, con especial atención a la población infantil''.
Desde el Comité de nutrición de la ESPGHAN se han emitido declaraciones y recomendaciones, en formato resumido, sobre los factores dietéticos y de hábitos alimentarios que tienen mayor relevancia en el desarrollo de la obesidad en niños y adolescentes y sobre las que más se ha de incidir. Dar opciones sobre cómo comer mejor es la clave para que la sociedad aprenda mejores hábitos alimenticios, los cuales redundarán en una vida más sana y un mayor bienestar.
- Debe promocionarse el consumo de hidratos de carbono de absorción lenta y limitarse los de absorción rápida y los azúcares.
Los alimentos del grupo de los cereales como el arroz, el cuscús, la pasta y el pan, además de las legumbres, proporcionan energía progresiva y duradera dada su abundancia en hidratos de carbono complejos o de absorción lenta. Estos alimentos, y mejor aún, sus versiones integrales, deben promocionarse en la dieta de niños y adolescentes. Algunas sugerencias:
- Desayunos, almuerzos y meriendas: pan integral tostado con aceite y jamón; tazón de arroz con leche y canela (mejor si es integral); pan integral untado con tomate, atún y queso fresco; yogur con muesli y frutos secos; ''sopas de pan'' o pan integral remojado en leche con frutas desecadas y escamas de chocolate; sándwich vegetal con salmón ahumado y queso fresco; pastel dulce de cuscús con frutas desecadas y frutos secos.
- Comidas y cenas: sustituir el pan blanco por el pan integral o de mezcla de cereales para toda la familia; iniciar los menús con arroz o pasta integrales en ensalada, mezclados con variedad de ingredientes como la ensalada de arroz integral con pera y nueces, o la guarnición de ensalada de pasta integral como acompañamiento de una tortilla, de carnes o de pescados.
- Dulce sin azúcar añadido: la fruta fresca bien madura, chafada, troceada o batida, las mermeladas, los zumos y las frutas desecadas son alimentos tan dulces, que pueden servir de sustitutos de los azúcares si se añaden a las recetas.
- Los alimentos de origen vegetal pueden usarse como elementos principales en una dieta equilibrada.
Una visión actual de la Pirámide de la alimentación saludable propone a los vegetales, frutas, verduras y hortalizas, como la base de una alimentación sostenible y equilibrada. Inculcar estas costumbres desde la infancia es garantía de que se perpetúen en el tiempo. La doctora Marta Garaulet aconseja en su libro ''Niños a comer. Evita la obesidad del niño y del adolescente'', que hay que pensar en pequeño al ofrecer la ración de frutas y verduras a los niños. A muchos les gusta más la fruta cuando la consiguen ''en trozos pequeños y de distintos colores, ya peladas en un recipiente también de color vivo''.
La fruta mezclada con hortalizas es una perfecta combinación alimentaria: en ensalada, surtido con yogur y muesli, en papillote o de relleno de un crepe. Y para darse un capricho, un pastel con frutas o una tarta de frutas.
Desde la ESPGHAN también se advierte de que si se practica una dieta vegetariana, los profesionales de la salud deben cuidar la adecuada planificación y monitorización de los nutrientes que influyen en el crecimiento, como hierro y vitaminas B12 y D.
- Las raciones de alimentos deben ser apropiadas según la edad y el tamaño corporal.
No solo la comida basura tipo ''fast-food'' propone como ración cantidades exageradas de alimentos. En demasiadas ocasiones, se ofrece al niño una cantidad de carne, pescado o huevos desproporcionada para su edad y sus necesidades. No es difícil que ya la dieta infantil esté alejada de la dieta mediterránea y que los niños coman demasiada carne y pocas frutas.
Hasta los 6 años, la ración de carne y de pescado no debe superar los 70-90 gramos; entre 80 y 100 gramos para niños de 6 a 12 años; y, a partir de la adolescencia, la ración se equipara a la de las personas adultas; unos 125 gramos de carne y 150 gramos de pescado. Por ello, también se insiste en que hay que evitar el consumo frecuente de comida rápida, de grandes raciones y alimentos densos energéticamente.
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