Cocineras y expertas apuntan a la dificultad de conciliación de la vida familiar y laboral como la causa principal de esta ''desigualdad'' en los fogones de la alta cocina y aseguran que esta situación ya está superándose y en el futuro habrá más nombres femeninos protagonizando la alta restauración.
Mucho tiempo y dedicación
Ruscalleda reconoce a Efeagro desde su restaurante en Sant Pol de Mar que la mujer está peor representada en este mundo al igual que en otras profesiones, pero que ''poco a poco'' se está incorporando a ''trabajos que requieren mucho tiempo y dedicación''.
Para la cocina, el uso de ''aparejos'' para los que hacía falta mucha fuerza limitaba la participación de la mujer en la cocina, pero ''hoy en día la tecnología permite que la mujer pueda entrar en un cocina profesional y utilizar todos los utensilios''.
La importante dedicación y ''los horarios interminables'' hacen, según la experta, que ''muchas mujeres analicen dónde se están metiendo'', aunque en estos momentos ''las escuelas están llenas de chicas que han decidido ejercer en la cocina profesionalmente''.
De hecho, en su equipo de 18 profesionales, seis son mujeres, que según asegura ''son puntales de la casa''.
Horarios especiales
Ruscalleda explica que la flexibilidad en las condiciones laborales y el apoyo familiar son algunas de las medidas que están ayudando a que esta tendencia vaya en aumento, y que en su caso ha creado horarios especiales adaptados a alguna mujer ''para no perder a una cocinera''.
Por ello, augura, ''cada vez van a ser más'', siempre que cuenten con ''la fuerza personal necesaria, la creatividad que las sostenga y una familia que lo resista''.
Para Elena Arzak ver a las mujeres en la cocina de un restaurante es algo ''muy natural'', no en vano forma parte de la cuarta generación de cocineros de una familia de San Sebastián, ''una sociedad muy matriarcal''.
De hecho, en estos momentos, el 80 % del personal del restaurante donde trabaja con su padre, Juan Mari Arzkak, es mujer y seis de ellas son jefas de partida.
Barreras sociales
A su juicio, la escasa proporción de la mujer en la alta cocina es una ''cuestión social'' que no sólo ocurre en esta profesión, ya que la mujer antes ''permanecía mucho más en el entorno doméstico''.
Todo esto, afirma, ''va a cambiar'' con la adaptación y la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar.
La mujer puede realizar este trabajo como vienen haciendo desde hace décadas las mujeres de su familia, de las que ha aprendido ''cierta organización'', resalta.
Aún así, reconoce que es ''muy importante'' contar con un entorno ''que te apoye para poder realizar tu trabajo''.
Celia Jiménez es cocinera de profesión y trabaja como responsable de esta sección en la Escuela de Hostelería de Córdoba, en la que aún se inscriben más hombres que mujeres.
Jiménez ha señalado que, si bien en los establecimientos familiares y en los negocios pequeños son las mujeres las que se hacen cargo de los fogones, ''cuando se da el salto a la alta restauración, la mujer pierde su papel''.
Conciliar los fogones con la familia
Entre las principales razones, Jiménez apunta a que las ''las largas jornadas'' permiten conciliar ''muy poco'' la vida familiar y laboral, especialmente por los ''horarios complejos y de noche'', que hacen que muchas mujeres cocineras abandonen cuando tienen familia.
Sin embargo, Jiménez señala que esta situación está cambiando y muchos restaurantes están implantando horarios más regulares y turnos rotatorios de ocho horas, e incluso hay establecimientos que sólo dan un servicio al día, por lo que a las mujeres les ''permiten conciliar un poco más''.
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