¿Pueden las vitaminas antioxidantes, como las vitaminas C, E y la provitamina A (betacaroteno), prevenir el cáncer y otras enfermedades crónicas y prolongar así la vida?
Un estudio reciente proporciona evidencia de que las vitaminas podrían desempeñar un papel importante en la prevención de este tipo de enfermedades. Para realizar el estudio, los investigadores examinaron a 23.943 hombres y mujeres como parte de un proyecto de investigación paneuropeo para el Centro Alemán de Investigaciones Oncológicas en Heidelberg (1). Los resultados del estudio observacional indicaron que los participantes que ya tomaban regularmente vitaminas antioxidantes antes del estudio presentaban un riesgo claramente menor de fallecimiento por cáncer y de mortalidad en general que los sujetos que no utilizaban suplementos vitamínicos. Se han realizado numerosos trabajos sobre los pros y los contras de las vitaminas y minerales como suplementos para prevenir enfermedades relacionadas con el estilo de vida (por ejemplo, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares) o para proteger del riesgo de mortalidad en general, y a día de hoy, este tema continúa siendo motivo de discusión. Dado que la prevención y el desarrollo de estas enfermedades crónicas están sujetos a múltiples factores, normalmente resulta difícil probar qué es exactamente lo que actúa de manera preventiva. La longevidad está determinada por los distintos elementos que conforman el estilo de vida y por los factores genéticos. El estudio demostró que las personas que consumen suplementos dietéticos parecen estar más concienciadas con la salud y llevar una vida más activa.
Para explicar la inconsistencia de los estudios llevados a cabo en este campo, los investigadores aducen varias razones. Aparte del principal problema que plantea la dificultad de medir o incluso probar en estudios clínicos los efectos preventivos de los micronutrientes, otro aspecto aparentemente decisivo es la situación de suministro de vitaminas de los participantes al principio del estudio. Según esto, un aporte extra de vitaminas no aumentaría el efecto preventivo en los participantes que ya desde el comienzo tienen un suministro adecuado. Estos suplementos parecen beneficiar únicamente a las personas con carencias de vitaminas.
Los factores genéticos pueden igualmente afectar a la acción y a la necesidad de vitaminas. Estudios recientes muestran que las personas que poseen ciertas variantes genéticas (poliformismos) de las enzimas encargadas del metabolismo de las vitaminas pueden hacer uso de estos micronutrientes únicamente de forma limitada (2,3). Del mismo modo, las personas que presentan estas variantes genéticas no tan infrecuentes tienen una mayor necesidad de vitaminas y, por lo tanto, se benefician de una ingesta adicional.
Según los expertos, a la hora de interpretar los resultados de estudios que apuntan a primera vista a una posible relación entre un aumento de la ingesta de vitaminas y efectos adversos para la salud, es imprescindible tener en cuenta otros posibles factores desencadenantes y el momento en el que aparecen las enfermedades. En el presente trabajo, por ejemplo, los participantes que comenzaron a tomar vitaminas durante el estudio presentaron un mayor riesgo de mortalidad. En opinión de los investigadores, esto no fue debido al efecto de las vitaminas, sino al hecho de que estas personas comenzaron a tomar suplementos vitamínicos solo después de que enfermaran durante el estudio, por lo que ya era demasiado tarde para beneficiarse de sus posibles efectos preventivos.
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