Cuatro pautas dietéticas ineludibles.
A tenor de los resultados obtenidos tras la investigación elaborada por la Unidad de Nutrición, Ambiente y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO), donde se recogen las principales conclusiones observadas hasta la fecha de la Investigación Prospectiva Europea sobre Cáncer y Nutrición (EPIC) en los factores dietéticos asociados con los tipos de cáncer más frecuentes, la dieta preventiva debe atender a cuatro recomendaciones alimentarias mínimas básicas:
- Más fibra. El estudio EPIC ha corroborado la hipótesis de que una dieta rica en fibra reduce el riesgo de cáncer colorrectal. Estos hallazgos coinciden con las investigaciones realizadas por el Instituto Nacional del Cáncer estadounidense. Los resultados indican que la fibra tiene un efecto protector tanto para frenar el desarrollo de pólipos adenomatosos como para evitar su transformación maligna. En el EPIC se ha comparado la ingesta de fibra y la incidencia de cáncer colorrectal en 519.978 personas de 25 a 70 años de edad de diez países europeos, con asociación inversa entre el mayor consumo de fibra y la incidencia de cáncer colorrectal. Según la evidencia científica, no hay alimentos como fuente de fibra (cereales integrales, verduras o frutas) que protejan más que otros. Por ello, una manera sencilla y segura de aportar más fibra a la dieta, además de ingerir la cantidad justa de vegetales (al menos 400 gramos al día entre frutas y hortalizas y verduras) y legumbres (de dos a cuatro veces por semana), es introducir en la dieta el salvado de avena o las semillas de lino como complemento de los desayunos.
- Más pescado. El consumo de pescado tiene asociación inversa con el riesgo de cáncer colon hasta el punto de disminuir un 31% si se ingiere más de 80 gramos diarios de pescado en comparación con consumos inferiores a 10 gramos al día. El valor nutricional del pescado mejora la dieta si se incluye este alimento en sus diversas especies y formas de elaboración y presentación de manera periódica en los menús. Además de comer pescado como segundo plato, se han de pensar propuestas para aumentar la ingesta de este alimento en distintos momentos del día, como alternativa saludable a los almuerzos y meriendas de embutido y a los bollos: bocadillo de atún y anchoas, paninis con verduras y atún, hamburguesa de bacalao o de salmón, bocadillo de sardinas fritas o tostadas untadas con paté casero de atún.
- Menos carne roja y procesada. La evidencia confirma la asociación positiva entre la ingesta de carne roja y carne procesada rica en grasas (embutidos, salchichas industriales, perritos calientes, hamburguesas), y un mayor riesgo de cáncer colorrectal. Según los datos, el riesgo aumenta hasta un 35% cuando se ingieren unos 160 gramos diarios de carne roja y procesada, en comparación con ingestas de menos de 20 gramos al día. Además, el aumento del riesgo de cáncer asociado a estos alimentos fue mayor en el grupo de participantes con una baja ingesta de fibra en comparación con el grupo con alto consumo de fibra.
- No al alcohol si hay riesgo de cáncer. En relación al consumo de bebidas alcohólicas, el EPIC confirma un aumento significativo de hasta un 8% del riesgo de cáncer colorrectal asociado a la ingesta de 15 gramos diarios de alcohol. Esta cantidad equivale al consumo diario de una de las siguientes bebidas: un vaso (150 ml) de vino tinto, dos botellines de cerveza, un chupito (de brandy, whisky, aguardiente), media botella de sidra o una copa de vermú.
ESTUDIO EPIC
EPIC es el mayor estudio epidemiológico en el ámbito europeo que ha investigado las relaciones entre la dieta, el estado nutricional, el estilo de vida, factores ambientales y la incidencia de cáncer y otras enfermedades crónicas. En él han participado más de medio millón (520.000) de personas con edades comprendidas entre los 35 y los 70 años de diez países europeos: Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suecia y el Reino Unido.
En relación al cáncer colorrectal, según se desprende del EPIC, la incidencia, incluso en familiares de segundo grado o tercer grado, aumenta, aunque en menor proporción que los de primer grado, por lo que la prevención a través de una dieta y un estilo de vida saludable es la mejor receta.
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