Entre la juventud hay una gran parte que bebe vino asiduamente.
Entre la juventud hay una gran parte, más de la que creemos, que bebe vino asiduamente, bueno, si a lo que hacen se le puede llamar beber vino. Y es que muchos de nuestros jóvenes beben vino solamente como bebida que contiene alcohol y ese grado de alcohol le sale barato, de lo más barato del mercado y es capaz de emborracharle. Me refiero al botellón y dentro de él a la mezcla que hacen de vino con bebidas de cola y que llaman calimocho, raro es el joven que no lo ha probado o que no lo beba asiduamente. Por tanto ya tenemos un primer paso, y es que vino beben, lo que hay que enseñarles, o explicarles (no me gusta la palabra enseñar desde el punto de vista de someterles a una opinión) es que si aprenden a disfrutar de ese mismo vino, pero bebido de otra manera, les gustará mucho más. Para algunos será tarea difícil, para otros imposible, pero les aseguro que siempre habrá quien se interese.
Les voy a poner un ejemplo que me pasó hace unos días y que me ha hecho reflexionar bastante. Me propusieron dar una cata de vinos a jóvenes de mi población, una iniciación a la cata. Cuando me proponen algo así nunca me niego, como es lógico, y además me gusta hacerlo, promocionar el vino, intentar contagiar a la gente lo mismo que yo siento por él, intentar hacerles llegar las sensaciones que un vino te puede trasmitir. La idea me gustó, era exclusivamente para gente joven, de 18 a 30 años. Las plazas estaban limitadas a 50 personas y en dos horas, desde que se abrió el plazo, estaban cubiertas. Muchos jóvenes se quedaron fuera y por falta de aforo no pudieron asistir. Eso, ya de por sí, demuestra un interés. Les hablo de una población de algo menos de 20.000 habitantes…
Pero no quedó sólo ahí mi sorpresa. He dado otras muchas catas, a gente de toda edad (he de reconocer que siempre, siempre y en todas, el interés que tiene la gente es más que extraordinario), la participación siempre ha sido grande, pero la involucración de la gente quizá no tanto, aunque siempre es alto. Pero en ésta que di a la juventud fue algo extraordinario, una gran y grata sorpresa para mí. Una cata que debía durar una hora, se alargó dos horas y media, simplemente porque no paraban de preguntar, de interesarse, de querer profundizar más y más. Fue, para mí al menos, una experiencia que no olvidaré en mi vida, por lo grata y gratificante que fue. Solo decirles que al día siguiente, en una presentación de un vino en otra bodega (ya que estábamos en las jornadas ‘Manzanares, Alma de Vino’, y son varios días de ir de bodega en bodega, de presentación en presentación) al menos diez de esos chicos y chicas se me acercaban uno tras otro a preguntarme cosas, a comentar, a decirme, esto en este vino es así, o de esta otra manera, muchos ya con su propio criterio.
Les aseguro que de esos 50 asistentes a la cata, sino todos, una gran mayoría son ya consumidores de vino, quizá no habituales, pero sí son gente que les va a gustar comentar un vino y que si luego están en una cena de amigos o en una reunión, y sale el tema del vino, seguro que comentan y disfrutan haciéndolo.
Creo, sinceramente, que si supiéramos o quisiéramos promocionar el vino, poco a poco, en grupos más o menos pequeños, entre nuestra juventud, tendríamos mucho ganado.
Hagan la prueba, una gran mayoría de quien recibe este articulo tiene bodega. Convoquen una cata para jóvenes, para 50, se van a gastar unas pocas botellas de vino, y ya verán la acogida que tiene y el interés que demuestran.
Hagan la prueba y luego me comentan…
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