Ocurrió primero con los anuncios de la Dirección General de Tráfico en el que siempre tenían la culpa de los accidentes el vino o la cerveza, como si el güisqui, la ginebra, el ron, el vodka y el tequila fueran inocuos o como si la cocaína, el LSD, el crash o las anfetaminas resultaran ajenas a estos siniestros.
Ahora, los responsables de las bodegas, la patronal del sector y los miembros provino de las Administraciones públicas tienen que pasar por las horcas claudinas de aceptar la exposición de videos en los que, a modo y manera de los expuestos por la Dirección General de Tráfico, se ve a jóvenes en actitud indecorosa y potando por los rincones como si el vino, el abuso de vino, fuera el culpable de los desaguisados de nuestra juventud. Vamos, que ese bendito 8% que dice tomar vino con asiduidad, sólo un 2% lo hace dos o tres veces por semana, fueran los protagonistas de esas vergonzosas imágenes.
Hacen bien elaboradores, enólogos, educadores y miembros de la Administración en bajarse los pantalones si con ello conseguimos que la autoridad competente levante un poco la mano y no nos condene a todos al fuego eterno, pero como yo no pertenezco a ninguno de los colectivos antes citados y puedo decir lo que me da la gana, pues reitero que reivindico mi derecho a un consumo responsable frente al manido término de consumo moderado, aunque se enfaden con ello Elena Salgado, Ana Pastor o el felizmente defenestrado Nicolas Sarkozy.
Y lo hago porque no creo que el vino sea el responsable de las patéticas imágenes que las campañas europeas muestran en público. Las estampas de jóvenes tirados por las calles con borracheras hasta el culo no son, en general, responsabilidad del vino sino de la escasísima educación que se les ha dado sobre el consumo de alcohol y de las ventajas que conlleva un consumo responsable de una de las bebidas más sanas y saludables que ha conocido el mundo desde el Antiguo Testamento hasta nuestros días.
La promoción del vino en países como Polonia y Rusia ha llevado aparejada la disminución del número de alcohólicos, cuya responsabilidad recaía, y aún recae, aunque afortunadamente en menor proporción, gracias al vino, en el vodka, elaborado muchas veces de forma clandestina y con enorme riesgo para la salud.
La paradoja francesa, que no es un tópico como algunos talibanes piensan, ha demostrado que el consumo responsable de vino ha sido un baluarte en la prevención de las enfermedades coronarias, en un país donde el consumo de grasas animales (foie-gras, mantequilla, grasa de oca, rilletes, torreznos…) es uno de los más elevados de Europa.
Y para felicidad de buena parte de los franceses, y especialmente de los amantes del vino, Sarkozy ha hecho bueno aquel dicho de “cuando un fraile muere, dicen los demás, un enemigo menos y una ración más”. Tanta gloria lleve como descanso deja uno de los mayores enemigos del vino, a quien por cierto no le sienta nada bien su sobriedad. Y si no, mírenle a la cara.
¡Plazo de matrículación abierto!
