El jamón es un alimento que en general está muy castigado en las dietas de adelgazamiento porque se tiende a pensar que engorda. Nada más lejos de la realidad. Nuevas investigaciones reflejan que puede ser consumido perfectamente, incluso, para adelgazar. La clave está en cómo consumirlo.
Se aproxima el verano y se acorta el tiempo para adelgazar los kilos de más y moldear la figura. Y, aunque parezca sorprendente, un alimento que puede ayudar a bajar peso es el jamón. Así lo reflejan las últimas investigaciones científicas realizadas por diversas denominaciones de origen de jamón en las que se refleja que no sólo es un producto conveniente dentro de la dieta mediterránea, sino que también es recomendable incluirlo en las dietas de adelgazamiento.
Y es que el jamón, siempre que sea de calidad, tiene un aporte lipídico moderado que es beneficioso para la salud porque el organismo necesita un consumo mínimo de grasas para garantizar su correcto funcionamiento y para garantizar la salud del sistema cardiovascular.
Pero, evidentemente, si se quiere adelgazar hay que controlar el nivel de grasa que se ingiere, eliminando las zonas blancas del jamón o tocino y dejando tan sólo una pequeña cantidad. La gran ventaja es que su aporte calórico es moderado para la alta densidad de nutrientes lo que lo convierte en idóneo para las dietas hipocalóricas y equilibradas, siendo un alimento que ayuda a combatir la obesidad.
Además, el jamón tiene una elevada proporción de proteínas, siendo recomendable para adelgazar, sobre todo, si se sigue una dieta proteica, aunque igualmente se puede consumir a lo largo de la vida para aportar todas las proteínas que el cuerpo precisa para su desarrollo y crecimiento como en la fase de la adolescencia, aparte de en otras etapas como el embarazo y la vejez.
Igualmente, el jamón tiene una importante presencia de hierro, por lo que es recomendable su consumo sobre todo para las mujeres que a lo largo de su vida suelen presentar estados carenciales de hierro, y de zinc, mineral que tiene un papel fundamental en las vías metabólicas y en la inmunidad. Cabe destacar que es rico en otros minerales como calcio, fósforo, magnesio, vitaminas del grupo B.
Pero para aprovechar todas estas ventajas es conveniente saberlo consumir, sobre todo, si quiere adelgazar. De esta manera, hay que olvidarse del bocadillo de jamón y de consumirlo con pan. La cantidad a consumir, como en todo alimento, debe ser moderada y debe ingerirse sólo, sin acompañarlo de otros alimentos, sobre todo, de pan para evitar engordar. Hay que tener en cuenta que es un producto cárnico y que su consumo puede suplir a un filete de carne por ejemplo.
Sin embargo, puede utilizarse en algunos platos como ensaladas en las que se pueden incluir unas virutas de jamón. En este caso, si se come algún otro plato después, tiene que ser alguna carne para que el organismo lo asimile mejor.
En los casos de adelgazamiento, el jamón puede ser también un buen alimento para consumirlo entre comidas, de manera que se ingiera alguna loncha o virutas a media mañana o bien por la tarde.
No obstante, aunque el jamón de calidad no suele ser muy salado, hay que tener cuidado en aquellos casos en los que se tengan que limitar el consumo de sal, siendo aconsejable seguir las pautas alimenticias marcadas por el médico. Precaución también en su consumo si se retienen líquidos, siendo más aconsejable su consumo por el día en lugar que por la noche para cenar para poder eliminarlos y que al día siguiente no haya aumentado la hinchazón o pesadez de piernas.
Y no hay que olvidarse de elegir un buen jamón para beneficiarse de todas sus propiedades. Si se quiere adelgazar, hay que leer bien la etiqueta del jamón, sobre todo, de las lonchas que se compran ya envasadas porque en algunos casos se suele incluir azúcar en su composición, siendo éste un componente con el que no se conseguirá adelgazar. Es recomendable optar por el jamón que haya seguido un proceso totalmente tradicional y en el que no se haya incorporado azúcar.
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