La ablactación es la introducción paulatina de nuevos alimentos en la dieta del bebé, etapa que de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe iniciar a partir de los seis meses de edad.
Por ello, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Delegación Estado de México Poniente a través de la Coordinación de Nutrición y Dietética da a conocer a las madres de familia sobre este importante periodo de adaptación alimentaria para el infante, el cual resulta definitivo en la formación de lo que en un futuro serán sus hábitos alimenticios.
Los especialistas en nutrición del IMSS en esta delegación indican que la forma más recomendable de iniciar esta etapa de transición es con la incorporación una vez al día, de alguna fruta como manzana o pera, que deben estar previamente cocidas y hechas papilla, es importante no añadirle ningún ingrediente (azúcar, sal, miel) que pueda alterar el sabor natural del alimento ya que el bebé se encuentra en un proceso de identificación de sabores, los cuales debe aprender a diferenciar por completo, sin ninguna alteración que afecte su consumo.
Una vez que el menor ya consume las frutas cocidas, el siguiente paso es incluir verduras de igual manera, cocidas y molidas, como zanahorias, calabacitas o chayotes, además de pasar al consumo de frutas crudas, molidas o “raspadas” con una cuchara, como son el plátano y la propia pera o manzana.
En esta etapa, es importante que al menos por tres días el bebé se mantenga comiendo un sólo tipo de fruta o verdura, esto con la finalidad de que identifique plenamente los sabores y texturas de cada alimento, dicen los expertos en nutrición.
Alrededor de los siete meses, se pueden incluir cereales de arroz, avena, galletas o sopa de pasta cocida, vigilando que se encuentren de forma semilíquida para su fácil consumo. A los ocho meses el bebé puede consumir alimentos pertenecientes al grupo de las leguminosas, como por ejemplo caldo de frijol o lentejas licuadas, sin ningún tipo de saborizante extra como la sal.
A los nueve o diez meses de edad, el menor cuenta con dientes que le ayudan a ingerir de mejor manera la comida, es cuando comienzan a dársele papillas de carne como pollo o res sin grasas; además de frutas y verduras finamente picadas, no olvidando que debe ser un alimento a la vez, procurando no revolver la carne con la verdura o fruta.
Es de suma importancia que a los menores de un año no se les suministren alimentos como el pescado, huevo y naranja, ya que estos contienen un alto grado de alérgenos que pueden causar algunas reacciones desfavorables, causando estreñimiento o por el contrario diarrea, advirtió la Coordinación de Nutrición del IMSS Estado de México Poniente.
Por lo tal razón recomiendan siempre introducir un alimento nuevo a la vez y esperar entre tres y cinco días antes de darle al bebé un alimento distinto; así mismo se aumenta paulatinamente la cantidad de alimento, ya que debe ser lenta y progresiva según sus requerimientos.
En esta etapa, la lactancia materna no debe suspenderse, pues es un complemento en la alimentación del menor que permitirá que adquiera nutrientes, y se adapte a la nueva alimentación.
Es importante que las madres con hijos pequeños acudan a su Unidad de Medicina Familiar, ahí el personal médico y los especialistas en nutrición le orientarán a detalle sobre los cuidados pertinentes para garantizar la salud de su pequeño.
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