La deshidratación en invierno constituye un problema para los mayores.
La ingesta de zumos ayuda a mantener las capacidades intelectuales, principalmente las de atención, las psicomotoras y las de memoria inmediata.
Inmersos en pleno invierno, nuestras ganas de beber disminuyen y con ello nuestro volumen de agua corporal, pudiendo llegar a la deshidratación, especialmente las personas mayores. A esa edad, el organismo tiene alterado el sistema de regulación de la temperatura corporal y del equilibrio hidro-electrolítico encargado de detectar la pérdida o el exceso de líquidos o sales minerales.
La deshidratación se produce cuando la secreción de líquidos excede a su consumo y da como resultado un balance negativo de agua corporal. Se considera un estado de deshidratación leve la pérdida de un 1-2% de agua corporal y moderada, de un 2-5%.Teniendo en cuenta estos parámetros, cuando el nivel de deshidratación es superior al 2%, disminuye la capacidad de memoria a corto plazo. Por último, se considera severa cuando la pérdida es superior al 5%, aunque esta situación no es frecuente.
Y es que, por muy leve que sea la deshidratación no es un estado deseable ya que implica un desequilibrio en la función homeostática del medio interno que puede repercutir negativamente en la capacidad cognitiva interfiriendo en la realización de todas las actividades que requieran la utilización de habilidades mentales concretas´, según palabras de la doctora Ana Adán, profesora de la Universidad de Barcelona y autora de un estudio sobre rendimiento cognitivo y deshidratación, publicado en la revista Journal of the American College of Nutrition.
Los cambios en la cantidad de sales y electrolitos corporales producidos por la deshidratación pueden alterar la actividad cerebral y el correcto funcionamiento en diversos sistemas de neurotransmisión que intervienen en el proceso cognitivo, favoreciendo la pérdida de concentración y un menor rendimiento, hechos que ya de por sí se reflejan en mayor medida en la población de edad avanzada.
La ingesta de zumo, una alternativa saludable para combatir la deshidratación
Así, para evitar la deshidratración de los más mayores, los expertos recomiendan consumir aproximadamente entre 2 y 2,5 litros de líquido al día. Pero el término ´líquido´ no tiene por qué ir asociado a la ingesta de agua compulsivamente. De hecho, la ingesta de zumos es mucho más completa, constituyendo una de las formas más equilibradas de hidratación, desde el punto de vista nutricional.
Las distintas sustancias clave que componen los diferentes zumos proporcionan distintas maneras de hidratar. Así, por ejemplo, las pérdidas de sodio se pueden ver compensadas, además de por el contenido natural en sodio de los zumos, por su contenido en glucosa.
Asimismo, y debido al hecho de que la glicina (a 30 mg/100 g) estimula la absorción intestinal del catión Na+ y agua, los zumos de fruta que contienen este aminoácido estimularían la hidratación más que otras bebidas sin él.
Carencias nutritivas en la sociedad occidental
Los zumos de fruta son la bebida que mejor ´densidad nutritiva´ presenta. De esta manera se constituyen como un medio de hidratación óptimo que, además, ayuda a paliar algunas carencias nutricionales que padecen actualmente las sociedades avanzadas, donde, a pesar de la híper-alimentación, puede darse casos de individuos simultáneamente mal nutridos debido a dietas muy sesgadas.
Destacable es también el papel que juegan los zumos comerciales en la población de edad avanzada, que suele rechazar la ingesta de frutas por posibles problemas de masticación o la dificultad de manejo.
Por otro lado, el contenido en fibra de los zumos y su capacidad de retención de agua contribuyen a la retención de humedad en el tracto final del intestino, lo que también constituye un factor positivo para el organismo.
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