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Alimentación infantil

Comedores escolares deben tomar medidas más saludables

Incluir más frutas y verduras en comedores escolares y asegurar el consumo de lácteos son algunas de las recomendaciones de los expertos.

12/08/2014 clarin

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Nutricionistas recomiendan darles cereales y vegetales propios de cada región.

 

Los comedores escolares pueden ser una valiosa herramienta para brindar una alimentación adecuada en la infancia, ya que permiten proporcionar los nutrientes necesarios para los escolares en al menos una o dos de las comidas diarias. Es por eso que la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN) dio a conocer las ''Conclusiones de la Reunión Nacional Alimentación Escolar 2013'', recomendaciones elaboradas a partir del trabajo de especialistas de todo el país que se desempeñan en el diseño, gestión y administración de servicios alimentarios escolares.

Entre las principales medidas, aconseja la participación de expertos de cada región en la elaboración del menú escolar, el incremento de las raciones de frutas y verduras, y la inclusión obligatoria de leche y productos lácteos dentro de la dieta de los niños y niñas.

Esto tiene varias aristas, desde los criterios nutricionales hasta la organización misma del comedor y la educación alimentaria. Y si en 2001 se pensaba en una merienda reforzada por el riesgo de no comer lo suficiente, el escenario cambió, y en la actualidad se consumen más calorías de las necesarias.

Qué comen y qué deberían comer

En efecto, en las aulas se encuentran más chicos con sobrepeso y obesidad que con desnutrición. Hoy habría que pensar más en qué necesitan comer estos niños, es decir, lo que quizás no comen en sus casas: una fruta u otra porción de lácteos.

Generalmente, los chicos consumen muy poca fibra y la recomendación de frutas en los comedores escolares es de al menos cuatro veces por semana y que la quinta sea un postre de leche, de manera de mejorar la ingesta general de fibra de los niños.

El análisis realizado demostró que el calcio es uno de los nutrientes cuyos niveles de ingesta recomendados no alcanzan a cubrir los escolares. Éste es muy importante para la salud ósea futura de los niños. Por lo tanto, se considera conveniente promover un aumento de la ingesta de alimentos ricos en calcio (fundamentalmente, leche, yogures y quesos).

Otra tendencia que se detectó es la incorporación de muchos alimentos preelaborados a las comidas (medallones de pollo, bocados rebozados, etc.), que incluyen grasas y sodio extra.

Alimentos locales

En cuanto a las verduras, el consumo suele ser escaso, y el objetivo es ofrecer las verduras crudas hasta que tomen el hábito. Otra de las cosas que estamos recomendando es incluir alimentos locales.

En los comedores escolares había una tendencia a la homogeneización: se viviera en Misiones, Chubut o Jujuy, el desayuno y el almuerzo eran similares, cuando por razones de geolocalización convendría incluir cereales, vegetales y frutas autóctonos, en lugar de aumentar el costo en forma innecesaria.

En este sentido, una de las recomendaciones más importantes que hicimos fue mantener la diversidad de los menús y los alimentos tradicionales, incluyéndolos por lo menos una vez por semana en los menús. La idea es que se compre a los productores locales y que se incluya en los menús la comida del lugar, porque fomenta el desarrollo económico local, es ecológico, saludable y culturalmente aceptable.

Para diseñar tales menús regionales, recomendamos que en todos los equipos provinciales y municipales haya nutricionistas que puedan trabajar con el menú local, basándose en la cantidad de calorías, hidratos de carbono, proteínas, grasas y distintos nutrientes.

Sugerimos que en las zonas urbanas haya un nutricionista cada 30 escuelas y en las zonas rurales uno cada 15, que realice supervisión del menú, de las compras, seguimiento de inocuidad alimentaria y otras actividades de educación alimentaria.

Darles más tiempo

Un problema habitual es la duración inadecuada de los almuerzos y los desayunos: por lo general, el almuerzo no dura más de 15 minutos, y esto ocurre con la mochila ya puesta para salir. Los desayunos no tienen ni tiempo para ser ingeridos, porque a veces se consumen dentro del aula, lo que distrae de la actividad pedagógica y sin ser consumidos en su totalidad, porque los chicos están con la atención dividida entre lo que tienen que comer y lo que tienen que hacer.

Es importante que se tomen por lo menos 15 minutos para los desayunos y media hora para los almuerzos; dentro de lo posible, en un lugar diferenciado del aula, junto a docentes u otros adultos que puedan estar en ese momento atentos a la función pedagógica que tiene el momento de comer: conversar, intercambiar ideas, que la maestra misma esté atenta a otras cuestiones que tienen que ver con lo que están comiendo, cómo se come, qué ingredientes tiene, la situación familiar y otros aspectos.

Un ejemplo es la fruta: para el Estado, brindar una fruta de postre es caro, y si no se dedica tiempo a comer, el niño la deja por la mitad, porque come lentamente. Se desperdician recursos y una oportunidad nutricional.

Entre el 25% y el 40% de los chicos

Uno de los datos que emergieron de este documento fue que la desnutrición no es un problema mayoritario entre los alumnos de las escuelas primarias, sino el sobrepeso y la obesidad, que en algunos distritos medidos en primero y sexto grado llegó al 25 por ciento, y en otros hasta el 40 por ciento del alumnado.

La epidemia de sobrepeso y obesidad ha ido evolucionando, y se encuentran niños con sobrepeso y obesidad que, a su vez, han tenido dificultades en su alimentación en edades tempranas, entonces son de talla baja. Hay un porcentaje alto de niños con baja talla.

Esto obedece a muchas razones: entre otras, la oferta de alimentos, el efecto de las publicidades para los niños, lo que los adultos les damos de comer y lo que el mercado ofrece.

Capacitarse para alimentar

Una de las recomendaciones del documento enfatiza la necesidad de capacitar a quienes administran y preparan la comida en el comedor: según varios estudios se observó que, por ejemplo, la sopa o las verduras se empiezan a cocinar temprano y quedan hirviendo, en vez de una hora, cuatro, lo que implica una excesiva e innecesaria pérdida de vitaminas.

Una de las recomendaciones es realizar educación alimentaria, capacitación. Porque hay una gran diversidad de personas que hacen la comida, desde distritos donde la tarea está concesionado (una empresa que pone su cocinero) hasta otros distritos donde el cocinero es personal de la escuela y un proveedor trae la comida, o la misma directora es la que compra, y hay distintos voluntarios, ya sea la cooperadora o padres, que preparan los que comerán los chicos.

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