La leche materna es la única que contiene prebióticos; La de vaca no posee ninguno.
''Recibir leche materna durante la primera hora de vida podría prevenir una de cada cinco muertes innecesarias y salvar a más de medio millón de niños en el mundo cada año''. Así lo expresó el director ejecutivo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, Anthony Lake, en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se celebra por estos días, e hizo un llamado, recordando que lactar es fundamental a la hora de reducir la mortalidad infantil y primordial para el buen desarrollo de los pequeños.
Datos del organismo internacional indican que cada año mueren en el mundo casi 7 millones de niños menores de 5 años por causas que pueden prevenirse, y más del 40 por ciento son recién nacidos.
Sin embargo, con el paso de los años amamantar se está convirtiendo en una práctica cada vez más escasa, pues muchas mujeres dejan de alimentar a sus hijos por prevenciones estéticas o mitos. Otras, sin una necesidad médica, acuden a la cesárea, método que limita en parte la producción de leche y entorpece el proceso natural de la lactancia.
Por ello, es importante recalcar las bondades que tiene la leche materna para el desarrollo del bebé.
Según Yvan Vandenplas, presidente y profesor de pediatría del Hospital Infantil de la Universidad de Bélgica, quien estuvo en Colombia, explicó que, ''en los últimos 20 años el tema de la flora gastrointestinal, microbiota como la comunidad médica ha empezado a llamarla, ha sido básico en el estudio de la leche humana, pues ella influye por completo en la formación de este cultivo bacteriano, clave en la nutrición y el metabolismo''.
Por su parte, Bernd Stahl, científico e investigador del tema, destaca de la leche humana ''su componente genético, pero en especial esa otra composición que se deriva de la alimentación propia de cada mujer, por lo que, sin ser igual la leche de una madre a otra, e independientemente de su estado nutricional, todas cumplen con la cuota vitamínica exacta para cada bebé''.
''Por ejemplo, la leche materna es la única que contiene prebióticos. La de vaca no posee ninguno, por ello, algunas leches de fórmula especiales adicionan ciertos prebióticos, tratando de igualar sus características. Hay que recordar que esta leche es tan perfecta que varía a lo largo del día y mes a mes, ajustándose a las necesidades en cada etapa de vida del bebé, durante los primeros seis meses y hasta el primer año'', dice Vandenplas.
Igualmente, y como uno de los hallazgos más importantes en torno a la leche humana, se cuentan sus factores inmunológicos, que protegen al niño durante los primeros años de vida y que ejercen como la primera vacuna que recibe el bebé después del nacimiento.
Además, como lo explica Ángela Victoria Martínez, pediatra y coordinadora de la Unidad Ambulatoria del Recién Nacido de Cafam, la leche materna no produce alergias o intolerancias, y son muy pocos los casos en los que una madre no puede dar pecho. ''La lactancia se limita en mujeres con tratamientos quimioterapéuticos, de radioterapia, o con HIV. También cuando el bebé nace con trastornos metabólicos como la galactosemia''; fuera de estas restricciones, toda mujer puede alimentar a su hijo.
Así las cosas, cualquier esfuerzo que se haga por promover la lactancia es poco frente a las bondades de un acto que va más allá del amor y la conexión madre-hijo, pues sienta las bases de una vida saludable, previene enfermedades mortales y combate la desnutrición y la obesidad, males del siglo que agobian a la humanidad.
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