La harina integral es aquella en la que durante la molienda no se retira el salvado de trigo.
Los alimentos procedentes de cereales integrales como el pan, junto con el aceite de oliva y la vid, conforman la llamada “triada mediterránea” de la cual se ha alimentado la población europea desde el neolítico y cuyos beneficios cardiosaludables son conocidos por todos.
En este sentido, diversos estudios epidemiológicos han asociado el consumo de cereales de grano completo, con una disminución del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, habiéndose observado, en algunos de ellos, reducciones de hasta un 21% del riesgo cardiovascular, al consumir entre 48 y 80 gramos al día de cereales de grano completo.
Además, también se ha demostrado que ayuda a la prevención de la diabetes mellitus de tipo 2, algunos tipos de cáncer, e incluso, algunas patologías gastrointestinales (estreñimiento, diverticulosis, diverticulitis), incluso su ingesta se relaciona con un mejor control de peso corporal y una calidad de la dieta total más satisfactoria.
Los ingredientes básicos del pan son la harina, el agua, la sal y la levadura. La harina puede haber sido elaborada con diferentes cereales, siendo el trigo es el más común, pero también actualmente hay una tendencia que no deja de crecer de recurrir a otros como la espelta, la avena o la cebada.
La harina integral es aquella para la que durante su proceso de molienda no se retira el salvado de trigo por lo que, aparte del alto contenido en fibra, aporta gran cantidad de vitaminas (B1, B2, niacina, ácido pantoténico, B6, biotina, folatos, carotenos y vitamina E), minerales (magnesio, zinc, hierro, calcio) y sustancias fitoquímicas, con acción principalmente antioxidante.
El pan integral se caracteriza por su color, que es más oscuro, su corteza gruesa y una miga mucho menos uniforme que la del pan blanco. Además, se trata de panes con interesantes propiedades sensoriales entre las que destaca su riqueza aromática.
Teniendo en cuenta que las recomendaciones actuales dentro del contexto de una dieta equilibrada aconsejan que el 50% de la energía total ingerida proceda de los hidratos de carbono, con menos de un 10% de ésta a partir de azúcares sencillos añadidos, es importante señalar la conveniencia de cumplir con el aporte adecuado de estos nutrientes, pero también con la necesidad de cuidar la calidad de los mismos.
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